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jueves, 12 de diciembre de 2019

Doña Fransquita, ¿modernizada?


 
Portada de una edición del libreto de 1924.
En el último número de la revista Ritmo, correspondiente al mes de diciembre de 2019, se publica la crítica de la reciente representación de Doña Francisquita en el Teatro del Liceo, de Barcelona, de la que es responsable el director de escena Lluis Pascual. Es la misma representación que se vió en Madrid, y que se transmitió por varias plataformas de Internet. En ese comentario se vierten opiniones de las que discrepo y sobre las que creo que debo salir al paso (aunque sea a toro pasado, lo que equivale a decir que sin consecuencia alguna).

No soy partidario de polemizar sobre los comentarios críticos que tengo ocasión de leer. Considero que cada uno puede expresar su opinión libremente. Yo también escribo comentarios y estoy seguro de que serán interesantes para algunos y totalmente superfluos para otros. He pensado, antes de redactar estas líneas, si poner o no aquí el nombre del comentarista de esa representación de Doña Francisquita. He decidido no hacerlo para no provocar entusiasmos ni descalificaciones en quienes las lean.  Me limito a dejar constancia de mi desacuerdo con una frase concreta de ese trabajo. Copio los dos párrafos relacionados:

“Lluis Pascual, amante de esta música, ha intentado hacerlo [modernizar la zarzuela]. Plantea cambio de situaciones; el primer acto pasa en un estudio de grabación discográfico situado en 1934, donde se proyectan imágenes de una película ambientada en el Madrid de la Segunda República, recuperada por la Filmoteca Nacional; el segundo en un programa en directo de televisión en el año 1964 y el tercero en un ensayo general en época actual. Además, ha suprimido los diálogos y los ha substituido por un texto propio, con referencias a cada una de esas épocas, donde no podía faltar la censura, con resultados alternativos, que estuvieron a cargo del actor Gonzalo de Castro, en un triple cometido como promotor discográfico, realizador televisivo y como director del ensayo, bien expresado, aunque no siempre la voz se expandiera por el teatro.
La propuesta es interesante, tiene muchas ideas y soluciones válidas, algunas veces se diluyen al finalizar el acto, especialmente en el tercero, pero se ve con interés, especialmente porque mantiene el respeto de la obra”.

¿Mantiene el respeto de la obra?

Ignoro si con esta frase el comentarista quiere referirse sólo a la música?. Pero, si no es así, eliminar los diálogos, cambiar la acción, la época, los lugares, de una obra tan redonda, conocida y apreciada como Doña Francisquita… ¿es “respetar la obra”? La de los libretistas que redactaron Doña Francisquita, no, Sencillamente.

La versión del señor Pascual podrá gustar o no, entretener más o menos, pero no es, a mi parecer, Doña Francisquita.  Es otra cosa que aprovecha el tirón que tiene ese título.

Sólo una última reflexión: quienes hayan visto por primera vez este espectáculo, cuando tengan ocasión de conocer una Francisquita “tradicional”, quizá crean que les engañan.


José Prieto Marugán.

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