Enseñanza libre. Apropósito cómico-lirico en un acto y cinco
cuadros. Libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios. Música de Gerónimo
Giménez. La
gatita blanca. Humorada
lírica en un acto y tres cuadros. Libreto de José Jackson Veyán y Jacinto
Capella. Música de Gerónimo Giménez y Amadeo Vives. C.
Faus. Roko. G. Baitia. M.J. Suárez. A. Ruiz. J.L. Martínez. A. Sánchez. M.
Santamaría. Dirección de escena: Enrique Viana. Escenografía: Daniel
Bianco. Vestuario: Pepe Corzo. Iluminación: Albert Faura. Coreografía: N. Castejón. Dirección musical:
Manuel Coves. Teatro de la Zarzuela, de
Madrid, 11 de mayo de 2017.
Escena spectacular de Enseñanza libre (Foto: T. Zarzuela) |
Daniel Bianco y Ennrique
Viana han puesto la Zarzuela (el teatro) y la zarzuela (el género) del revés en
esta nueva producción a la que han dado el título de Venga “usté” a pasar la tarde. Para el primer caso, el escenario se
ha trasladado a una plataforma en el patio de butacas y el público a una tribuna en el escenario y
en las primeras butacas de los palcos. El resultado es llamativo y sorprendente
y ofrece un punto de vista diferente, como es natural, pero no me parece eficaz,
porque el sonido de las voces se ve afectado (cuando cantantes y actores están
de espaldas, no es fácil entenderles). Probado y comprobado el formato, que ha
llamado la atención del público asistente, reducido a poco más de 500
espectadores, me referiré a otros aspectos del “experimento”, que, dicho sea de
paso, ha gustado a algunos y disgustado a otros. En cualquier caso, la
transformación quedará en los anales del teatro.
La nueva disposición de
la orquesta, colocada fuera del foso, al fondo del patio de butacas no ha
afectado a su sonido. Se escuchó bien, quizá con algo más de potencia de lo
habitual, y fue correctamente dirigida por Manuel Coves.
El espectáculo visto
(dos horas sin descanso) no ofrece los títulos zarzueleros que anuncia. Enrique
Viana, responsable del libreto ha hecho desaparecer el de Enseñanza libre y ha respetado, general, el de La Gatita blanca. Él mismo justifica estos cambios por considerar
que el público de hoy no entendería los textos originales que, además,
considera machistas y ofensivos hacia las mujeres. Afirma, además, que ha
respetado íntegramente el texto de los cantable de hace más de un siglo,
letras, que, en algún caso pudieran resultar “molestos” para algún sector del respetable. El guión,
añade, en lo musical, la presencia de fragmentos de otras zarzuelas ajenas a
las indicadas; en total el espectáculo se alarga hasta las dos horas y se
produce sin interrupción. Debo añadir que Enrique Viana tiene cualidades para
escribir un libro original humorístico, ágil, incisivo y gracioso; quizá
hubiera sido mejor esto, porque el “mix” de Enseñanza
y Gatita me ha resultado, al menos en la “primera
parte” poco comprensible.
Número del chocolatito - La gatita blanca (Foto: T. Zarzuela) |
El vestuario, diseñado
por Pepe Corzo, merece todos los elogios. Resulta eficaz y sorprende a los
asistentes en números como el las lámparas, original y de impacto, o el de las
nadadoras, con cambios a la vista. Llamaron también la atención los tocados “conquenses”,
“zapateriles”, o de las “burbujas de champán”.
Merece destacarse la
intervención del ballet. Una veintena de bailarines ponen en pie, cvon
solvencia y eficacia varios números del espectáculo. El trabajo de Nuria
Castejón resulta dinámico, ágil y vistoso. Merece el aplauso.
En cuanto a los intérpretes…
En primer lugar, hay que decir que la música de este tipo de obras no es
demasiado exigente; suele ser ligera, sin recurrir a virtuosismos ni a
agilidades espectaculares. Son fragmentos cortos que requieren más
intencionalidad expresiva que vocal. Por el contrario, es muy importante que se
entienda el texto: la picardía y la crítica están en la letra, no en la música,
y si la letra no se entiende … Cristina Faus y María José Suárez,
mezzosopranos, Ángel Ruiz, tenor y Axier Sánchez, barítono, cumplieron con sus
sencilla intervenciones vocales y dieron el nivel en las actorales. Como
actores “puros”, destacaría el trabajo de José Luir Martínez, en el rol del
acomodador, de voz poderosa y bien proyectada; el de Gurutze Beitia, enérgica y
convincente como Virtudes; fue una de las triunfadoras de la velada. Iñaki Maruri y Mikel Santamaría dieron
saludable vida a las burbujas del champán, llamando la atención de los
asistentes. La protagonista de La Gatita
blanca, fue Roko, una cantante jienense procedente del mundo televisivo que
era la primera vez que actuaba en la zarzuela. No es voz lírica ni educada en
el arte canoro, cantó ý hablo con micrófono, y, se movió con soltura y cierto
desparpajo.
Hay que destacar,
además, un detalle no menor: en gran parte del espectáculo, los cantantes están
de espaldas a la orquesta, algo inhabitual, que no ha tenido incidencia en el
resultado interpretativo.
Como resumen, diré que
el público pasó un rato entretenido, quedó impresionado en algunos momentos,
cansado por la duración continuada del espectáculo y sorprendido por el ofrecimiento de unos
bizcochos de soletilla algo para degustar durante el número del chocolatito.
Vidal Hernando.
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