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martes, 19 de junio de 2012

ANÉCDOTAS DE LA ZARZUELA - EL CIERRE DEL TEATRO APOLO


La función del cierre definitivo de este singular teatro madrileño, el 30 de junio de 1929, supuso para Madrid una de esas fecha nefastas en la historia de una ciudad. El último programa fue el siguiente: A las 17 horas (la hora taurina), La verbena de la Paloma, El santo de la Isidra, La señá Rita y su hombre (una comedia escrita para la ocasión por Antonio Casero, Antonio Asenjo y Ángel Torres del Álamo) y El puñao de rosas. A las diez y media de la noche vuelven a repetirse la comedia y La verbena y el famoso cronista de Madrid, Pedro de Répide, dice las últimas palabras antes de que las luces se apaguen definitivamente.
La noche antes, Federico García Sanchíz, ofrece unas palabras de despedida. En el teatro, rebosante de público y con la presencia de los grandes cantantes y actores que allí han triunfado, nadie se mueve. Nadie quiere abandonar el edificio, como si de esa manera pudieran impedir su cierre. La empresa avisa apagando y encendiendo la luz, pero es inútil. La tensión la rompe García Sanchíz que, indignado, exclama: “¡¡Muy bien, que apaguen, al fin y al cabo esto es lo que conviene a una cámara mortuoria. Pero no olviden que al matar al Teatro Apolo se da un golpe a lo más puro, vigoroso y característico del arte escénico madrileño!! ¡¡¡Asesinos!!!”:
Casi todos los teatros han pasado por el inevitable ciclo de la vida: han nacido, han crecido y... han cerrado, que viene a ser lo mismo que morir. Algunos han cerrado dos o tres veces. Varios, casi todos, han pasado por la terrible prueba del fuego y han tenido que cerrar. Las gentes lo han sentido porque un teatro es como un ser vivo. Bien cerca tenemos los ejemplos del Liceo o de La Fenice veneciano. Pero nada comparado con lo de Apolo, porque Apolo era algo especial para Madrid. Puede que haya sido el teatro más querido de Madrid, por encima de todos los demás, incluido el aristocrático Teatro Real.

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