En una entrevista,
Rosa María Echevarría pregunta a Teresa Berganza:
- ¿Es cierto que
estuvo a punto de abandonar las pompas y las vanidades de este mundo para
ingresar en un convento de clarisas?
- Sí, sí... Incluso
ingresé en el convento. Decidí que quería ser monja de clausura para dedicarme
por completo al amor de Dios, porque soy así de apasionada y de radical. Me
escapaba de casa, diciendo que iba a salir con una amiga, y me iba al convento.
Fue una etapa de misticismo muy bonita”.
No es fácil imaginarse a Teresa Berganza, tan independiente y temperamental
sometiéndose a la disciplina –y al silencio- de la clausura. Debió darle un
“aire”. Y menos mal que se arrepintió,
porque si el claustro hubiera
ganado una monja, el mundo habría perdido una sacerdotisa del canto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario