Hil.
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Buenos días, don Sebastián.
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Sebas.
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Buenos días. ¡Se ha enterado usted de la última propuesta
del Teatro de la Zarzuela?
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Hil.
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No, ¿de qué se trata?
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Sebas.
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De poner en marcha una idea tan necesaria como
interesante.
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Hil.
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¿Y puede saberse? ¿No será alguna producción moderna,
avanzada o progresista? Porque si va la cosa por ahí, habrá que echarse a
temblar.
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Sebas.
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No, no es nada de eso. Se trata de un proyecto didáctico,
educativo.
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Hil.
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¿Más representaciones para entretener a colegios de
señoritas que van porque les obligan, sin ningún interés?.
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Sebas.
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No, tampoco. Me temo que le será difícil adivinarlo. Así
que ahí va: un Taller Lírico de Zarzuela. Es decir, un cursillo destinado a
jóvenes cantantes para que se familiaricen y aprendan las peculiaridades de
la interpretación de la zarzuela.
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Hil.
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¡Hombre, eso está muy bien! ¡Ya era hora de que a los
nuevos cantantes alguien les enseñe que no se canta igual la Tosca o el Rigoletto que La verbena de
la Paloma o
El barberillo de Lavapiés.
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Sebas.
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Vaya, don Hilarión. Me sorprende su reacción positiva. La
verdad es que, siendo usted un poco cascarrabias y conociéndole como le
conozco, yo esperaba que empezara usted a despotricar, a rechazar esa idea y
a poner el proyecto en solfa, sin conocer siquiera los detalles.
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Hil.
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Tiene usted razón, don Sebastián, soy un poco quisquilloso
en lo que tiene que ver con la zarzuela, pero es sólo por el amor que le
tengo. Pero, dígame usted detalles.
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Sebas.
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Verá. El taller va dirigido a jóvenes que recibirán clases
magistrales de canto, de técnicas actorales para cantantes, formación general
sobre la historia de la zarzuela y la organización y producción, sobre la
concertación entre el canto y el teatro hablado.
Asistirán a los ensayos de El juramento, La reina mora y Alma
de dios. Y, lo más importante: quienes más aprovechen las enseñanzas,
trabajarán en alguna de las representaciones pedagógicas de La reina mora.
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Hil.
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Lo que me dice, tiene muy buena pinta.
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Sebas.
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Desde luego. Tome nota de las estadísticas: 120 horas, 11
profesores, 6 disciplinas, más la práctica del repertorio y la asistencia a
ensayos.
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Hil.
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No está nada mal ¿Y los profesores?
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Sebas
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Profesionales de contrastado prestigio: Teresa Berganza,
Paolo Pinamonti, Luis Álvarez, Emilio Sagi, Jesús Castejón, Cristóbal Soler
...
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Hil.
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¡Excelente! A ver si empezamos a tener cantantes de
zarzuela a los que se les oiga y se les entienda cuando hablan, que sepan dar
al chuleta madrileño ese toque de ni mucho ni poco; que luzcan el garbo y el
estilo que los grandes libretistas imaginaron para la mujer de la zarzuela.
Me parece formidable que intervengan en una obra de
verdad, que suban al escenario y den la cara. La teoría es muy importante,
pero la práctica...
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Sebas.
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¿No quiere usted saber lo que cuesta?
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Hil.
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La verdad es que como uno no está en condiciones de
asistir ..., pero, diga, diga.
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Sebas.
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Mil doscientos euros para los participantes activos y
cuatrocientos para los oyentes.
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Hil.
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No sé si habrá mucha gente dispuesta a pagar esa cantidad,
aunque la hora de cursillo salga a diez euros; me da la impresión de que la
idea puede resultar comprometida. En fin, ya se verá.
Pero dígame, don Sebastián. Esta iniciativa, ¿tendrá
continuidad? ¿Se incorporarán a ella otros teatros? ¿Servirá de verdadera
carta de presentación para los muchachos?
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Sebas.
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¡Ay, don
Hilarión! ... Eso ... ¡sábelu Dios!
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