Filosofías de barbero.
No es infrecuente escuchar un
consejo de este tipo: “búscate un oficio honrado”, o un comentario como este
otro: “fulano vive de un trabajo honrado”. ¿Un oficio honrado? ¿Un trabajo
honrado? … ¡Todos lo son!
Por más vueltas que le doy, no
encuentro ni un solo oficio que no me parezca honrado, aunque en algunos casos
me asaltan serias duras. Y no estoy pensando en el oficio más viejo del mundo,
precisamente, donde quizá haya más honradez que en otras ocupaciones mucho más
recientes.
En cualquier caso, al final la
conclusión inicial se reafirma: ¡no hay ningún oficio, profesión o trabajo que
no sea honrado! La explicación resulta obvia: el oficio, en sí mismo, no
conlleva valor ético o moral alguno. Un oficio responde a una necesidad que la
colectividad necesita resolver para subsistir y crecer: si hay caballos, hay
herradores; donde no hay árboles, sobran los leñadores.
Hay oficios de muchas clases,
como es natural y conocido; oficios muy bien vistos y mejor pagados; oficios
que, sin saber muy bien por qué están más considerados socialmente que otros.;
oficios de escasa valoración por la colectividad, oficios que nadie quiere ejercer. Cada uno
puede imaginar varios ejemplos encuadrables en estos grupos. Pero no encontrará ninguno reprobable
moralmente. Ni siquiera el de verdugo, porque el verdugo lo crea, lo sostiene y
lo paga la propia sociedad.
La honradez del oficio viene de
la manera de ejecutarlo, es decir el honrado es el hombre, no el trabajo Un
médico no es honrado por ser médico, sino por ejercer la medicina con
honestidad, sin engañar a sus pacientes, poniendo toda su sabiduría y esfuerzo
en el fin último de su profesión: curar al enfermo. Pero, ¿y el médico que se
dedica al tráfico ilegal de órganos humanos?
El abogado que nos da esperanzas
de salir bien librados de un litigio, cuando sabe que seremos castigados porque
somos culpables, ¿está actuando con honradez?
Un barrendero que tiene su calle
impoluta, después de limpiar todo lo que nuestro incivismo va dejando caer, ¿no
actúa con honradez?
El enterrador que, con respeto y
delicadeza, nos asiste en el duro trance de dar tierra al ser querido, ¿no
merece nuestro agradecimiento por su honestidad profesional?
¿Cuál de estos oficios, sólo
cuatro ejemplos, es más honrado?
Muchos de ustedes están pensando
que una de las profesiones menos honradas es la de ico. Se equivocan. Entre
ellos ocurre lo que entre cualquier otro grupo profesional: hay de todo. la
dificultad estriba en que a cualquier profesional -maestro, arquitecto,
mecánico, comerciante- lo tenemos frente a frente, y siempre es más difícil, y
arriesgado, mentir o engañar a quien te está mirando a los ojos. Pero sobre
todo, la diferencia en la consideración moral del trabajo del político consiste,
creo yo, en la publicidad. Las decisiones de estas gentes las conocemos por los
periódicos, la radio, la televisión y la red.
Habitualmente no tenemos ocasión de mirar a la cara a nuestros
políticos; ellos hacen y deshacen desde sus despachos y parlamentos, a favor o
en contra de los intereses de gentes abstractas, de colectivos a los que ni ven
ni sienten. Actuaciones como estas pueden poner en duda la honestidad de la
profesión, pero los políticos son, en esto del oficio honrado, como los demás.
Claro que, cuando se suben el
sueldo a sí mismos desmesuradamente, cuando se otorgan privilegios y gabelas
vitalicias, presentándolas en forma de leyes, nuestras creencias en esto de su
honradez se tambalean.
Lo malo es que para solucionar
esto no tenemos a nadie más que a los políticos.
Lamparilla
(Todo esto es
consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).
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