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lunes, 17 de septiembre de 2012

ZARZUELA AL AIRE LIBRE



Hil.
Le encuentro muy contento, ¿puedo saber a qué se debe?

Sebas.
A algo muy sencillo que le resumo en tres palabras: ¡Llegó el verano!

Hil.
¿Y el simple cambio de estación, que sucede cuatro veces al año, cada año, le produce tanta felicidad como aparenta?

 
Sebas,
¡Naturalmente! Mire usted, don Hilarión. Cada estación del año tiene su belleza, no lo discuto. Pero, para mí, la mejor es el verano: los días son más largos, hay más luz, el campo todavía conserva flores y comienza a darnos la riqueza cromática y gastronómica de sus frutas y hortalizas. ¿Ha pensado usted en la belleza de una roja sandía, partida por la mitad? ¿Y en la exquisitez de una pera, a pesar de su apariencia de enorme lágrima? ¿Y en el colorido y variedad de sabores de una ensalada, quintaesencia de lo mejor de la huerta?

Hil.
¡Qué barbaridad! Está usted de un poético subido. Pero, ¿y el calor? ¿Qué me dice usted del calor, de ese calor que nos hace sudar la gota gorda?

Sebas.
Pues que está muy bien y que no es para tanto. Mire usted; las damas, que son los seres más listos de la Creación, gustan del verano más que de cualquier otra estación. Se preparan para él estilizando sus cuerpos, se tuestan al sol para perder la mortecina palidez de la piel del invierno. Y aligeran su indumentaria y se muestran - ¿cómo diría? - más “sueltas”.

Hil.
No le falta algo de razón, amigo mío, pero el calor que hace esta noche ...

Sebas,
Recuerde usted sus propias palabras: “el que suda con frecuencia, vence toda enfermedad”.

Además, el verano es tiempo de fiestas, de romerías, de verbenas, de sacar la cultura a la calle. Por ejemplo, sólo en verano hay representaciones de zarzuela al aire libre.

Hil.
¡Alto, don Sebastián! Eso de la zarzuela al aire libre ... ¡Por ahí no paso! Ya sé que hay mucha gente a la que le gusta, que todos los veranos se ofrecen zarzuelas en plazas, parques o jardines, pero a mí no me parece bien. Usted lo sabe.

Sebas.
No me lo tome a mal, donHilarión, pero creo que se muestra usted un poco radical. No es la forma ideal de disfrutar de la zarzuela, pero es una manera de hacerla llegar a gente que no siempre quiere y puede ir al teatro. Es una forma de entretener al público y un modo de captar aficionados para el género.

Hil.
Ya, ya. He oído esos razonamientos muchas veces y no me convencen. Yo no puedo disfrutar cuando, junto a la música, escucho ruidos de sirenas de ambulancias o policía, el chun-chun de algún niñato que lleva la radio del coche a todo volumen, las conversaciones de espectadores cercanos... Mire usted, el tenis es un espectáculo al-ai-re-li-bre y todo el mundo se calla cuando juegan. ¿No pueden hacer lo mismo cuando es una zarzuela?

Sebas.
De acuerdo. Son inconvenientes, desde luego, pero, en general, el público los admite y los supera. Y disfruta del espectáculo, y aplaude a los artistas y se va satisfecho a su casa, llevándose una buena sensación.

Hil.
¿Y los niños? ¿Qué me dice usted de los niños? Que no se están quietos, que corretean entre los asientos, que preguntan a cada instante ... Si no fuera por lo que es, les daría yo a esos niños unos caramelitos relajantes.

Sebas.
Hombre. No todos los niños se portan  así. Usted mismo me dijo en una ocasión que sus sobrinas-nietas son modélicas.

Con los pequeños hay que tener un poco de paciencia y mano izquierda, e ir educándoles y enseñándoles cómo deben comportarse en cada lugar. sólo así conseguiremos que, de adultos, no les extrañe eso de la zarzuela.

Hil.
¿Y del tiempo? ¿Qué me dice usted del tiempo? No hablo de una de esas típicas tormentas veraniegas que descargan sin avisar. No, basta con algún trueno lejano, con el silbido de alguna ráfaga de aire...

¿Y la escenografía? Casi siempre, a base de cuatro telones mal pintados que dan la impresión que caerán en cualquier momento. ¿Por qué suelen presentarse estos espectáculos de manera tan pobre?.

¿Y el sonido? Siempre amplificado electrónicamente, y mal amplificado. Falseado. Todo igual, sin matices, sin dinámicas. A veces se escucha más la respiración del cantante que su canto; es como si escucháramos a la Caballé con un fonendo.

¿Y la orquesta? ¡Tengo que explicarle a usted lo que es un “bolo”?

Sebas
Visto así, como usted lo pone ...

Huk,
Mire usted, amigo mío. En algunas cosas soy muy radical y mis opiniones pueden resultar duras. Pero no puedo evitarlo. No quiero molestar a nadie y estoy dispuesto a rectificar en cuanto me demuestre que debo hacerlo. Dejemos el tema por ahora; quizá más adelante ...

Y, dígame, ¿qué hay en ese sobre con el que lleva usted jugueteando todo el rato?

Sebas.
... Una entrada para la zarzuela que esta noche ponen en Sabatini. Pero se la daré a mi cuñado.

           

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