En enero de 1909,
en la localidad gaditana de San Lúcar de Barrameda, se ofreció la zarzuela Amor
ciego, de José Pastor y Manuel Penella. El alcalde, don Leopoldo Prados,
multó a la empresa por considerar delictivos alguno de los cuplés que en ella
se cantaban. Tal actitud provocó que las gente llenara el teatro al día
siguiente, pero, cuando el actor Sr. Gil comenzó a cantar los cuplés, dos
agentes de la autoridad subieron al escenario y se llevaron detenido al
cantante, sin permitirle ni siquiera cambiarse de ropa. Los asistentes
protestaron y se armó tal alboroto en la sala que fue necesario desalojarla
recurriendo a la fuerza pública.
No es la única
zarzuela peligrosa. En el Teatro de la Zarzuela, la representación, en 1903, de La chica del maestro, de López Silva y
Jackson Veyán, con música de Chapí, provocó aplausos y protestas entre el
público de tal intensidad, que los asistentes terminaron a bastonazos. También
fueron desalojados por la policía.
Algo parecido
ocurrió en la Zarzuela
y en el mismo año. Se daba Patria nueva, de
Fiacro Yráyzoz y Gabriel Merino, con música de Vives. Las críticas al gobierno
provocaron que éste decretara el cierre
del local, pero en esta ocasión, el ejecutivo no lo consiguió porque todos los
teatros de Madrid se solidarizaron con la Zarzuela y amenazaron con cerrar. El gobierno
hubo de dar marcha atrás.
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