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sábado, 30 de marzo de 2013

NO A LA MÚSICA




Filosofías de barbero.


 Nunca pensé que llegaría a escribir una reflexión como esta; jamás se me pasó por el caletre renegar del arte que más aprecio desde que mis oídos alcanzaron su madurez adulta. Pero las cosas han llegado a tal extremo que no tengo más remedio que dejar escrita mi protesta más enérgica. ¡Ojalá sirva para algo!

¡¡No a la música!!


Pero no a cualquier música. Ni muchos menos! Sólo a la que constantemente nos colocan en los noticiarios radiofónicos o televisivos como fondo. Los responsables, con miles, millones de seguidores pendientes de sus noticias y opiniones, lo único que consiguen con esta práctica es que sus palabras no se escuchen con la suficiente claridad y, sobre todo, hacerle un flaco favor a la música, dejándola en un ignominioso segundo plano.

No, señores, no. Cada cosa ha de ser a su tiempo y con sus condiciones,

Tengo un buen cliente, cuyo nombre no revelaré ni en el potro, que es un auténtico experto en el manejo de las masas. Siempre le he escuchado decir que la comunicación necesita de tres elementos básicos: un emisor, un receptor y un medio adecuado de transmisión. “Fíjate Lamparilla –me dice– que no es importante lo que se dice. Si alguno de esos elementos sufre interferencias el resultado se empobrece y puede llegar a desaparecer.”

Piensen ustedes, señores comunicadores, lo que están haciendo: en todo el mundo creado no hay nada mejor que la palabra; es ella la que nos permite entendernos con otros semejantes; es ella la que favorece el contacto entre gentes muy diversas; es ella la que traduce y hace comprensibles nuestras ideas, fantasías y sentimientos. ¡Cuídenla! ¡Pronúncienla con suavidad y delicadeza! ¡Úsenla con exactitud! ¡Que llegue a su destino y lleve sus mensajes! Y no la enturbien con otros sonidos.

Y de la música, ¿qué quieren que les diga? ¿Por qué renunciar a las sensaciones placenteras que proporciona, emborronándola con otros sonidos? Lo único que la música requiere de nosotros es un poco de atención, porque su naturaleza es pasajera y volátil. Si no estamos atentos, la perdemos. La música es egoísta, ¡pero nos da tanto a cambio!

¡Ah, señores comunicadores! ¡Piénsenlo! no todos los emparejamientos terminan en matrimonios bien avenidos. Y, permítanme un consejo extraído de mi experiencia personal. Como bien dice el refrán, los más de los barberos son guitarristas y copleros. ¿Se pondrían ustedes en mis manos si al tiempo que toco la guitarra y canto, les rasurara las barbas?-

A cada cosa lo suyo. Y todos con Dios.


Lamparilla


(Todo esto es consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).

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