Francisco Alonso
tenía un gran sentido de la amistad. En cierta ocasión, veraneando en
Fuenterrabía, en una casa llamada “Villa Etxola”, recibe a numerosos amigos a
los que obsequia con un delicioso chocolate. Un anónimo cronista recuerda la
escena:
“El
jueves estaba el jardín lleno de amigos distribuidos en diversas mesas haciendo
honor al chocolate:
–
¡Eh, chocolate a mí, que se han
olvidado– decía uno.
–
¡A mí también!– exclamaba otro.
–
¿Y los bizcochos?– exclamaba un
tercero.
De
pronto vimos entrar en el jardín a un señor acompañado de una señora, tal vez
su esposa, y dos niños. Se dirigieron a la única mesita libre que había. El
caballero dio unas palmadas. Y cuando llegó una sirvienta a quien yo había
indicado que se acercara, le dijo:
–
Tráigame cuatro chocolates con
bizcochos.
–
No es posible, porque…
–
¡Qué contrariedad! ¿Se ha
terminado?
–
Es que …
–
Bien, bien, nada de explicaciones.
Es lo mismo. Café con leche con tostadas.
–
Es que esto no es una
chocolatería. Es la casa particular del maestro Alonso.
Patio interior de la casa del compositor en El Escorial |
El problema había surgido porque el pobre hombre, al ver
el ambiente, había creído que “Etxola” significaba “chocolatería”. Claro que el
propio Alonso pensaba que significada “escuela”, cuando su equivalente en
castellano es choza o cabaña.
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