Cuatro centenarios.
Obras
de Miguel Marqués, Quinito Valverde, Luis Foglietti y Matilde Salvador.
Aída Rojo, soprano. Gabriel Blanco, tenor. Isabel
Dombriz, piano. Sala Manuel de Falla. SGAE. 26-6-2018.
La celebración de los aniversarios
“redondos”, centenarios principalmente, es ocasión para recordar el trabajo de
personas que, según nuestra inveterada costumbre olvidamos sin razón alguna.
Por lo menos, gracias a estas conmemoraciones y al interés de algunas personas
y entidades, tenemos la oportunidad de conocer, al menos una pequeña muestra de
la música que estas personas crearon y que, en su tiempo, fue apreciada por sus
contemporáneos. Lo ideal sería que recitales de este tipo sirvieran para que
músicas olvidadas se incorporaran a los repertorios y programas de concierto.
En este 2018 se cumplen los trescientos
años del fallecimiento de Pedro Miguel Marqués (1843-1918), Luis Foglietti
(1877-1918) y Joaquín Valverde Sanjuán (1875-1918), más conocido como Quinito
Valverde, para diferenciarlo de su padre, el también compositor Joaquín
Valverde Durán. Además, el pasado mes de marzo, hubiera cumplido cien años
Matilde Salvador (1918-2007), una de nuestras más importantes compositoras. De
ella tuvimos ocasión de escuchar dos de sus íntimas y delicadas Canciones de nana y desvelo (Desvelo ante el agua y Nana del mar). De
Quinito Valverde, músico enormemente prolífico en el mundo de la zarzuela y de
la canción, pudimos conocer nueve fragmentos poco menos que inéditos
pertenecientes al sainete lírico ¡Viva
Córdoba! (1902), al vodevil ¡A ver si
cuidas de Amelia! (1914, colaboración con Figlietti), a la zarzuela cómica Los invasores (1893), y cuatro canciones:
Belle Ninetta, Bravade Andalouse, la
jota La chiquita de Nájera y el tango
Bettina. Luis Foglietti estuvo,
además, representado por unas Guajiras
populares y un fragmento de su sainete La
buena moza (1904). Por último del
desconocido compositor teatral y sinfónico Pedro Miguel Marques pudimos
escuchar tres fragmentos de dos importantes zarzuelas: El reloj de Lucerna (1884) y El
anillo de hierro (1878)
En el amplio recital escuchamos, por
tanto, zarzuela grande, género chico y canciones, es decir un abanico de música
de fuste y exigencia vocal, junto a la
picardía e intencionalidad de las pequeñas piezas teatrales, y la ligereza simpática
de las canciones, más cercanas al cuplé que al sesudo lied de origen germano.
La soprano madrileña Aída Rioja estuvo
más cómoda en el repertorio ligero que en la severa escritura de Marqués (la
conocida romanza “Lágrimas mías” de El
anillo de hierro es ciertamente complicada),
aunque siempre mantuvo una estupenda dicción y vocalización. Gabriel Blanco,
tenor albaceteño, mostró una voz poderosa y brillante en todo el registro, muy
adecuada para la interpretación de nuestra gran zarzuela. Ambos fueron
acompañados con maestría por la pianista Isabel Dombriz, que, además ofreció la
versión para el teclado de los preludios de ¡A
ver si cuidas de Amelia! y ¡Viva
Córdoba!.
El concierto, organizado por el Centro de
Documentación y Archivo de la SGAE resultó atractivo y agradable. Y volvió a
poner der manifiesto que en sus archivos, como en otros músicos, se guarda
mucha música que merece ser desempolvada y escuchada.
Vidal
Hernando.
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