María del
Pilar. Zarzuela
en tres actos. Texto de Francisco Flores García y Gabriel Briones. Música de
Gerónimo Giménez.
Intérpretes: C. Solis. I. Sobotka. M. Rodríguez-Cusí. A.
Gorrotxategi. R. Amoretti. D. del Castillo. D. Sánchez. J. Rodríguez-Norton. M.
Gas.
Equipo técnico y artístico: Iluminación: R. Gras. Coro
Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección
musical: Óliver Díaz. Teatro de la Zarzuela, de Madrid, 2-12-2018.
Versión
de concierto en homenaje a Jesús López Cobos.
Estreno
en tiempos modernos.
La Navidad es,
en general, época de alegría y de regalos. Y aunque todavía quedan unas semanas
hasta la fecha exacta, el Teatro de la Zarzuela ha hecho a sus fieles
espectadores el regalo de una gran zarzuela que, salvo error involuntario, no
se ha escuchado desde el año de su estreno, 1902; es decir hace 116 años.
Escuchada la obra, y aunque una única audición no descubra todos sus méritos,
no se entiende que María del Pilar no
haya sido ofrecida ni grabada. La zarzuela, y otras especialidades de nuestra
música, sufren este desinterés sin que haya razón que lo justifique.
Por
comentarios de quienes han hecho posible la recuperación de la partitura (que
ya está disponible para quienes quieran ponerla en escena, si tienen el valor y
los recursos), sabíamos de las bondades de esta composición. El director Juan
de Udaeta y personal de SGAE que le ha prestado una importante colaboración,
nos puso en el conocimiento de las cualidades vocales e instrumentales de esta
magnífica música. Y no exageraban: María
del Pilar es una gran zarzuela en la que la amplia orquesta presta un
soporte excelente a ocho solistas cuyas
intervenciones requieren cantantes de primer nivel en todos los papeles, incluso
en la tradicional “pareja cómica” que aquí se muestra discreta en sus manifestaciones
graciosas.
La orquesta
sonó muy bien. Poderosa, delicada, suave, densa y siempre al servicio de las
voces. El maestro Díaz supo dosificar la potencia de una gran formación, para
no tapar las voces, especialmente el coro, cuya situación al fondo del
escenario no contribuye a que “salga” adecuadamente a la sala. En la
instrumentación quedó patente la maestría de Gerónimo Giménez, procedente de su
formación y de su ejercicio como director de orquesta. Hay detalles muy
interesantes, incluso sonoridades infrecuentes en la zarzuela como la presencia
de un corno inglés.
El plantel de
los solistas fue de auténtico lujo. Dos sopranos poderosas con recursos tanto en el registro grave como
en el agudo, muy exigente en sus intervenciones. Fueron la
pacense Carmen Solis (María del Pilar) y la polaca Iwona Sbotka (Esperanza),
con estupenda pronunciación castellana). La mezzosoprano valenciana Marina
Rodríguez-Cusí, hizo la Señá Nieves, el personaje cómico femenino, aunque ya
hemos señalado que el humorismo es muy comedido. Andeka Gorotxategi, tenor
vizcaíno, lírico, brillante y pletórico de energía, cautivó en su papel de
Rafael. Ruben Amoretti, bajo burgalés,
fue el Tio Valentín, de voz llena, redonda y rica en matices. El jienense barítono Damián del Castillo,
como Marcelino, estuvo a la altura de sus compañeros. De la misma eficaz manera
trabajaron David Sánchez, bajo, como el Tío Licurgo, y el tenor asturiano Jorge
Rodríguez-Norton, en el papel cómico de Almendrita. Mario Gas, actor, actuó
como excelente narrador. A la belleza de su voz para estos menesteres unió la
correcta pronunciación y una variada gama de expresividad, gestualidad vocal y
entonaciones que captaron la atención del público. Lo que no me acabó de
convencer fue el texto leído, mezcla de frases e ideas del libro original y
conceptos actuales que, a mi entender, no permitieron que el conflicto de la
zarzuela y las interrelaciones de los personajes quedara siempre claro.
No obstante, María del Pilar ha sido un regalo que
hemos de agradecer. Aunque le haya faltado el “envoltorio” de una buena puesta
en escena.
Vidal
Hernando.
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