Coro de las costureras (Foto T. Zarzuela). |
El barberillo de Lavapiés. Zarzuela en tres actos de
Luis Mariano de Larra. Música de Francisco Asenjo Barbieri.Adaptación
de Alfredo Sanzol.
Intérpretes:
Ana Cristina Marco. Cristina Toledo. David Oller, Francisco Corujo. David
Sánchez. Abel García. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, Orquesta de la
Comunidad de Madrid. Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra
Equipo
técnico: Dirección de escena: Alfredo Sanzol.. Escenografía y vestuario: Alejandro
Andújar, Iluminación: Pedro Yagüe. Coreografía: Antonio Ruiz.
Teatro
de la Zarzuela, de Madrid, 4-4-2019.
Cuando algunos espectadores
pueden recordar el desaguisado que con esta misma zarzuela hizo un provocador
director de escena “de cuyo nombre no quiero acordarme”, tenemos ocasión de ver y oír un Barberillo en general redondo
y vigente en lo musical y en lo actoral. Un Barberillo que no ha necesitado de un cambio de época o lugar que
“actualice” la conocida historia. Un Barberillo
que el público ha disfrutado tanto con las .intervenciones habladas
(¡cuántas frases y opiniones parecen haber sido escritas hoy mismo!) como con
la ejecución de los brillantes dieciséis números musicales.
Como ya es habitual el
magnífico verso de Luis Mariano de Larra, sonoro y rítmico en la forma, incisivo y mordaz en el
fondo político-social, pícaro y chispeante en el diálogo de los protagonistas,
ha sido “aligerado”, aunque en esta ocasión la narración teatral no se ha visto
alterada en su esencia y el espectáculo transcurre por el camino argumental escrito
por Larra.
La escenografía, plana y
simple, emplea grandes paneles negros, que mueven los propios intérpretes (en
ocasiones con ruidos inevitables pero molestos) incapaces de sugerir ni el
Pardo, ni la plaza de Lavapiés, ni la calle de Toledo que figuran en el texto
original. Tales elementos “decorativos”, insulsos, eliminan la vistosidad ambiental de una obra vitalista y alegre.
Además, su gran volumen reduce el espacio útil de la escena en momentos de gran
concentración de personas, dando la impresión de amontonamiento.
El vestuario, aun siendo de
fantasía, consigue con acierto la impresión de la época en que se desarrolla la
acción y resulta alegre y vistoso. La
coreografía, mezcla de elementos tradicionales y contemporáneos, nos ha parecido
extraña en algunos movimientos y figuras.
Escena de la obra (Foto T. Zarzuela) |
La interpretación nos pareció
muy adecuada, sobre todo porque los cuatro solistas mantuvieron una calidad
alta y equiparable. David Oller, Lamparilla, fue un barítono con capacidad
suficiente, buena presencia y capaz en el texto recitado que dijo con
entonación, intención y hasta gracia. El tenor Francisco Corujo, don Luis, con
un papel menos agradecido, lo resolvió con capacidad dramática. Ana Cistina
Marco, mezzosoprano zaragozana, fue una Paloma pizpireta, graciosa y brillante
en el canto, y Cristina Toledo, soprano, dio vida a la Marquesita del Bierzo
con soltura, suficiencia técnica y hasta estilo. Ambas recigtaron sus versos
con soltura, elegancia y desenvoltura. Hubo
momentos destacables: las apariciones de Lamparilla, y el simpático dúo de las
protagonistas en el que Paloma enseña a la aristócrata cómo debe comportarse
una maja de Lavapiés.
La orquesta sonó bien, sin
estridencias ni excesos dinámicos, aunque Pérez-Sierra la llevó con premura en algunos números, velocidad que
pudo comprometer el trabajo de Lamparilla en alguna de sus intervenciones. Las
caleseras más parecían una huida que el paseo de dos parejas que “van de
merienda”.
El coro, como es habitual,
excelente. Empastado, sin gritos, tanto en sus intervenciones masculinas y
femeninas, como las de conjunto. El público lo reconoció y lo premió.
En general, el espectáculo fue
ágil y dinámico, con ritmo y vitalidad y gustó al público. Un detalle me llamó
la atención: durante el saludo de la compañía ¡nadie! se movió de su asiento,
algo infrecuente porque es muy habitual ver cómo algunos espectadores abandonan
el teatro inmediatamente, incluso cuando apenas han salido los intérpretes al
escenario. Este comportamiento significa
que el público estaba satisfecho.
Vidal Hernando.
Las guardias valonas (Foto T. Zarzuela) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario