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jueves, 30 de julio de 2020

Zarzuela y emoticonos.

Don SEBASTIÁN.  Buenos días, Don Hilarión. ¡Me alegro de verle! ¿Cómo está usted?

Don HILARIÓN.  Estupendamente. Esos días de descanso en la sierra me han sentado como un bálsamo.

SEB.  Le ceo, le creo. ¡Qué suerte tienen algunos!

HIL.  ¡Qué suerte, ni qué suerte! ¡Trabajo y sacrificio! ¿Sabe usted lo que es estar todos los días rodeado de microbios, virus, toses, lumbagos, dolores varios y demás? ¿Sabe usted el disgusto que es ver entrar a una moza alta, rubia, de unos veinte a treinta, proporcionada, con todo en su sitio … pero con el bazo hecho polvo o con retortijones de tripa, o cualquier alteración del metabolismo psicosomático? ¡Un disgusto! ¡Créame!

SEB. ¡Ya será menos, Don Hilarión! Que sé de buena tinta que tiene usted …

HIL. ¿De buena tinta? ¡Será de calamar!

SEB.  Bueno, bueno, dejémoslo así. Cambiemos de tema y dígame: ¿cómo van las cosas en la Zarzuela? Me refiero al teatro.

HIL. Pues, … ¿qué quiere que le diga? Ahora mismo …ni bien, ni mal; ni sí, ni no. Esperando que comience la nueva temporada, si es que empieza, porque como está el panorama, nadie puede asegurar nada. ¿Se ha dado usted cuenta de que han desaparecido los videntes, los que adivinan el futuro, los que dicen saber lo que nos espera?

SEB.  Pues tiene usted razón, Don Hilarión. No me había dado cuenta. Pero bueno, algo sabrá usted, que siempre está bien informado.

HIL. Sé lo que cualquiera. Que quieren empezar el día 1 de octubre.

SEB. ¿El primero de octubre? ¿El día de Santa Teresita del Niño Jesús?

HIL.  ¿Qué importa que sea el día de Santa Teresita, o el de San Romualdo?

SEB. No, nada, Me he acordado porque, como usted seguramente sabe, esta Santa sufría una enfermedad grave y para la que nadie encontraba cura… hasta que se le apareció la Virgen y la sonrió…

HIL. ¿Qué pasa? ¿Vamos con segundas? … Dejémoslos. Le decía que pretenden empezar el día1 de octubre con La vida breve y terminar con El rey que rabió.

SEB. Un momento, un momento… ¿No le parece a usted una premonición? La vida breve, El rey que rabió …

HIL.  ¡Déjese de bobadas! Y escuche. Voy a darle una noticia que nadie sabe, pero que va a resultar una revolución para el futuro de la zarzuela.

SEB.  ¿Una revolución? ¿No sería mejor una evolución? Porque la gente, entre otras cosas, está de uñas. Pero, diga, diga usted. Soy todo apéndices auditivos.

HIL. Es una idea que se me ha ocurrido y que le voy a proponer al director del teatro, para conseguir que la gente joven empiece a interesarse por el género lírico como espectador.

SEB.  Y ¿cómo se le ha ocurrido?

HIL.  Verá usted. Yo tengo por costumbre felicitar a mis buenas clientas por el día de su santo; antes les mandaba una tarjeta; hoy es un mensaje de texto … por aquello de las nuevas tecnologías.

SEB.  ¿A sus clientas? ¿Y a sus clientes?

HIL.  No, a ellos no. Hace algún tiempo, lo hacía, pero me ocurrió un caso que me hizo reflexionar. Un 19 de marzo, por el Día del Padre, felicité a uno que se llamaba Don Cornelio. No, no, usted no le conoce porque no es del barrio.


SEB.  ¿Y qué? Se lo agradeció, supongo.

HIL.  Nada de eso. Se presentó su mujer, Doña Pura, y muy educadamente me devolvió la tarjeta diciéndome: “Tenga usted, Don Hilarión, guárdese la felicitación; no procede. Mi marido se llama Eduardo”. Como soy perro viejo, o viejo zorro, o sea sagaz, entendí el mensaje oculto de Doña Pura. La miré a lo ojos y contesté: “A su disposición, señora; para lo que guste”.

SEB.  ¿Y?

HIL.  Nada. Que ya sólo felicito a las señoras.

SEB.  Y esa historia, ¿qué tiene que ver con la zarzuela?

HIL. Pues tiene, tiene. Como la última felicitación la envié por internet, algunas señoras lo han agradecido por el mismo medio. Pero he recibido una respuesta con cuatro o cinco dibujos de caras, corazones, manos aplaudiendo…, no sabía lo que significaban.

SEB.  ¡Ah! Yo sé lo qué. Son emoticonos, unos dibujos que representan emociones, ideas…

HIL. Ya lo sé, me lo ha explicado mi nieto, que en esto de los móviles es un fiera.

SEB. Ya entiendo. Pero, ¿y lo de la zarzuela?

HIL. ¡Ah!, la zarzuela. Pues eso. ¿No decimos, cada día, que el público de la zarzuela es demasiado mayor?

SEB. Si.

HIL. ¿No nos pasamos la vida señalando que hay que renovarlo?

SEB. Cierto.

HIL.  ¿No comentamos, una y otra vez, y la de en medio, que hay que atraer a la gente joven?

SEB.  Afirmativo.

HIL.  ¿No hacemos responsable al gobierno de la falta de promoción de la zarzuela?

SEB.  Cabal.

HIL. ¿No llevamos, años y años, repitiendo estas cantinelas como un estribillo molesto y cargante?

SEB. Como el agua.

HIL. Pero ha llegado la hora.

SEB. ¿Cómo? ¡Se marcha usted!

HIL. No, hombre, no. Digo que es momento de poner en marcha soluciones, de atacar el problema, de hacer frente a la situación, de coger el toro por los cuernos …

SEB. Y el rábano por las hojas …

HIL. ¡Qué dice, Don Sebastián! ¡Lo del rábano es lo contrario, es tomar lo superfluo en lugar de lo fundamental!

SEB.  Perdone el desliz, Don Hilarión. Como usted iba encadenando propuestas, yo he querido aportar un eslabón.

HIL. Bueno, pues eso: vista , suerte y al toro. Escuche:  Usted sabe que en la zarzuela hay veces que los espectadores no entienden lo que se canta. (En la ópera pasa lo mismo, pero los operísticos no lo dicen, para no descubrir que, como nosotros, la mayoría no sabe idiomas extranjeros).

SEB.  Lo sé. Lo sé. Por eso han colocado en el teatro de la Zarzuela, en lo alto de la embocadura, un panel en el que se puede leer el texto de lo que canta. ¡En español u castellano, que tanto monta, como dijo Fernando el Católico, y también en inglés!

HIL. Pues bien, voy a proponerle al jefe del teatro que sustituya las palabras por los dibujitos esos.

SEB.  ¿¡¡Por emoticonos!!?  ¿Está usted en sus cabales, Don Hilarión? Y perdone que se lo diga.

HIL. Entiendo su sorpresa. Pero si lo piensa usted bien, verá que es una gran idea. Y excúseme la inmodestia. Verá usted cómo es una idea revolucionarooa.

SEB.  Sin duda. A más de uno se le van a revolver las tripas.

HIL.  Es una innovación absoluta. La Zarzuela será el primer teatro del mundo en utilizar las caritas esas. Y eso significa publicidad: salir en todos los periódicos y revistas del mundo, en las televisiones, en las telarañas colectivas … Perdón, quise decir redes sociales. ¿En qué estaría yo pensando?

SEB.  Hombre, lo de la propaganda, seguro.

HIL.  Pues, claro; ya sabe usted lo que dijeron Ortega y Gasset o Menéndez y Pelayo… No sé, pero uno de los cuatro: lo importante esque hablen de uno …

Además, el teatro se ahorrará un dinero, porque no hace falta traducir nada. Los dibujillos los entiende todo el mundo. Y así podrían llevar la zarzuela a cualquier parte del mundo. ¿Se da usted cuenta?

SEB.  Lo del ahorro, puede, pero lo otro… Me parece que lo que les interesa a los extranjeros de España es nuestro sol, la playa y la cerveza bien fría. ¡Y los sanfermines!

HIL.  Pues con esta idea les haríamos entrar en la zarzuela. Pero lo más importante es que, con esta fórmula, los niños irían al teatro de la Zarzuela.

SEB.  ¿Los niños? ¿Cómo?

HIL.  Muy fácil, amigo mío, muy fácil. Estamos en que el público de la zarzuela es más bien mayor.

SEB.  Lo es; incluso, anciano y hasta vetusto.

HIL.  Pues eso. ¿Y qué son la mayoría de estos matusalenes? … ¡¡Abuelos!! ¡¡Abuelos que no saben una palabra sobre emoticonos!!

SEB.  Bueno, ¿y qué?

HIL.  Que tendrán que recurrir a sus nietos para que se los interpreten. Ya veo el vestíbulo del teatro de lleno de ancianos y niños.


SEB.  Pero, ¿de verdad cree usted que los nietos acompañarán a los abuelos?

HIL.  En cuanto se recurra al imprescindible acuerdo financiero. ¿No sabe usted que el abuelo es el socio capitalista de su nieto? ¿Quién le da al niño los caprichos que le niega su padre o su madre?

SEB.  Oiga, parece usted muy enterado …

HIL.  ¡Ay, Don Sebastián! ¡Si supiera la cantidad de caramelos y piruletas que se llevan los abuelos de la botica? Y, ¿Para quién? Para los nietos, ¿no ve usted que los viejos son casi todos diabéticos?

SEB.  Parece que esto de los emoticonos lo ha estudiado usted bien. Pero, si me lo permite, yo le veo un problema. ¿Cómo se puede trasladar el texto de una canción a esos muñecos?

HIL.  No es tan difícil. Como hay centenares de emoticonos de varias clases… Pero le daré un ejemplo. Piense usted en el dúo entre el Julián y la Susana de nuestra Verbena de la Paloma. Cuando él dice:

“¿Dónde vas con mantón de Manila?”, tres iconos: una interrogación; un mantón bordao, y un mapa de Filipinas con el nombre de la capital señalado.

Y cuando sigue:

“¿Dónde vas con vestido chiné?”, otra interrogación, una muñeca china con un vestido típico.

Y cuando ella contesta:

“A lucirme y a ver la verbena”, una muñeca en jarras y un dibujito de farolillos y colgantes verbeneros, como de Las Vistillas.

Y cuando añade:

“y a meterme en la cama después”, una muñeca en pijama y una vistosa cama con dosel.

¿Se va usted enterando?

SEB.  ¡Hombre, visto así! …

HIL.  Pues, suma y sigue.

1 comentario:

  1. Hola: acabo de encontrar tu blog y me encanta. Lo añadiré a mis blogs favoritos. Yo también soy una enamorada de la zarzuela

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