Veneno es de Amor la envidia.
Zarzuela barroca en dos actos. Libro
de Antonio de Zamora. Música de Sebastián Durón.
Intérpretes. Lola Casariego, Ingartze Astuy, Ana Molina, Pilar Tejero, Francisco Pardo, Pablo James, Juan Blázquez. Director de escena: Federico Figueroa. Conjunto instrumental: Exordium Musicae. Director musical: David Santacecilia.
Auditorio Nacional de Música, de Madrid. Sala de Cámara, 2 de marzo de 2024.
Gracias a la iniciativa del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música, de la Universidad Autónoma de Madrid, en la 51 edición de su Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música, hemos tenido ocasión de asistir a la representación de una zarzuela barroca de 1705. Lo interesante de esta función, no ha sido solamente escuchar una música poco menos que desconocida, sino que la hemos visto representada con riguroso criterio historicista. Es decir con los cánones de hace tres siglos en lo que se refiere a movimientos, gestualidad, cuidada dicción del texto, apropiado vestuario y otros elementos, salvo los que no puede ofrecer un local como la Sala de Cámara, que es un auditorio y no un teatro (telones, escenografía o luminotecnia …).
A pesar de estas ausencias, el público disfrutó con una de las primeras zarzuelas de nuestra historia y de la música personal de un compositor que merece ser más atendido. Veneno es de amor la envidia, está formada por elementos musicales que no tienen el virtuosismo vocal que solemos escuchar en óperas y zarzuelas, no existen las grandes arias o romanzas, ni los populares números corales habituales, aunque uno de los fragmentos más atractivos esté a cargo de este conjunto. Al contrario, las intervenciones de los cantantes son de corta duración aunque se relacionan perfectamente con el texto hablado. A mi modo de ver, esta zarzuela requiere una gran atención por parte del auditorio, pues sus “números musicales” están más enfocados al desarrollo argumental y dramático de la obra que a despertar aplausos en el público; en Veneno es de Amor la envidia, no encontramos “argumentos” para pedir la “repetición”, como será frecuente en obras de siglos posteriores. Esto no significa que los intérpretes no hayan tenido que realizar un exigente trabajo preparatorio para mostrarse como sus homólogos de siglos pasados.
El trabajo de Lola Casariego (como la maga y semidiosa Circe), Ingartze Astuy (Escila , la pastora), Francisco Pardo (el dios Apolo) y el resto del reparto, cumplieron perfectamente con sus objetivos y merecieron en caluroso aplauso de los asistentes. Lo mismo puede decirse de los componentes de conjunto Exordium Musicae, grupo constituido en 2017, para la interpretación historicista de música de los siglos XVII y XVIII, dirigido, desde el clave, por David Santacecilia.
Un detalle que nos llamó la atención y que queremos destacar, es la no muy numerosa presencia de espectadores jóvenes en la sala, para una representación organizada por una Universidad. Está claro que todavía se necesita mucho esfuerzo para llevar la música a los jóvenes; conseguir que asistan a conciertos y representaciones; poner la riqueza inmensa de nuestro patrimonio a su alcance. Al menos podrán decidir con su propio criterio y no dejarse arrastrar por opiniones ajenas, muchas veces poco acertadas.
A mí esta zarzuela me pareció atractiva. Creo que necesito verla alguna vez más, para extraer de ella toda su belleza y todo su interés. ¡Ojalá haya ocasión! José Prieto Marugán.
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