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viernes, 27 de diciembre de 2013

ACUSACIONES A LA ZARZUELA: ENDEBLEZ DE LOS ARGUMENTOS




 Seb.
Se acusa a la zarzuela de la flojedad de sus argumentos, de que sus historias no se sostienen. ¿Está usted de acuerdo?

Hil.
Pues verá usted, querido amigo. En muchos, muchísimos casos, es cierto: los argumentos son endebles, flojos. ¿Y qué?
 
Seb.
Me sorprende usted, Don Hilarión. Afirma que son muchísimas las zarzuelas con argumentos débiles y no parece preocuparle.

Hil.
Pues claro que no, porque no tiene mayor importancia. La historia del teatro y de la literatura en sus variadas especialidades, está plagada de narraciones inverosímiles en sus planeamientos y débiles en sus desarrollos. Puede decirse que hay géneros completos cuyas historias son totalmente increíbles, y poco menos que insulsas, si se analizan fríamente.

Seb.
Diga usted alguno …


Hil.
Los cuentos infantiles, siempre fantásticos e irreales; esa llamada “literatura romántica femenina”, donde una pobre y desgraciada muchacha termina encontrando un príncipe como premio a su abnegación y caridad; esas historias de dioses que bajan del cielo para enamorar (o violentar) a las bellas mortales; esas historias de aventuras cuyo protagonista está siempre en el sitio adecuado y en el momento oportuno…

Piénselo detenidamente y llegará usted a la conclusión de que en la literatura y en el teatro, todo es imaginación, fantasía, invención…Sólo las obras que responden a los planteamientos que llamamos “realistas” tienen que ver con la realidad, como su propio nombre indica

Seb.
Tiene usted razón. El teatro es ficción, como la novela o la poesía.

Hil.
Por eso no entiendo que se critiquen los argumentos de zarzuela y no tanto los de ópera, o  los de novela. Debe ser una costumbre, una muletilla que asociamos con esa palabra.

Pero, abordemos el tema desde otros puntos de vista. En España llamamos zarzuela a cualquier obra que sea cantada y hablada. Sin embargo, usted y yo sabemos que, bajo esa denominación genérica, hay varios tipos.

Seb.
Cierto. Tenemos zarzuela grande, género chico, sainete, zarzuela de costumbres, revista de actualidad, revista de espectáculo, humorada … Un montón de clases, de subgéneros, como dicen los expertos.

Hil.
Y cada uno con sus características y exigencias propias y exclusivas. Cuando se dice eso de que los argumentos zarzueleros son endebles, ¿a qué se refieren: a un drama social como Juan José, a una zarzuela de costumbres aragonesas como La Dolorosa, a un sainete lírico como La revoltosa, a una revista como La Gran Vía,
o a un pasatiempo picarón como Las Leandras?.

Seb.
Hombre, Don Hilarión, se habla en general…

Hil.
Ya, ya,  … en general, … negativo.

Pero hay mas. Cada género conlleva un tipo de desarrollo, a veces deliberadamente incorrecto o inculto. Imagínese usted a un churrero de Embajadores, que se cruza con la diosa de sus sueños, ¿le recitará un par de sonetos o dos docenas de alejandrinos, o le dirá un piropo, más o menos como éste: “camine usté despacio, cacho e’gloria, pa’quel calorcito de su cuerpo, evapore las huellas del rocío matutino”?

Seb.
¡Por Dios, Don Hilarión!  Reconozca que le ha quedado a usted un poquito cursi el piropo.

Hil.
¿Cursi? Empalagoso como un jarabe y más inculto que un Diccionario cerrado, pero …

Para concluir. Si una humorada nos hace reír, si una obra “de argumento” nos hace pensar, si la frase comprometedora de una vedete escultural revoluciona nuestras hormonas, ¿no ha conseguido el autor su objetivo? ¿Qué es más importante, el envoltorio o el contenido? ¿El hábito o el monje?

Seb.
Tiene usted buena parte de razón, pero no olvide aquello de la mujer del César, que además de honrada deberá parecerlo, y que el hábito no hace al monje.








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