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martes, 13 de enero de 2015

ESFUERZO, ENTUSIASMO, ENTREGA: EXCELENCIA..





Luces y sombras. Joven Orquesta Nacional de España. Obras de S. Blardony, J. Rodrigo y P.I. Chaikovsky. 
P. Villegas, guitarra. S, Sánchez, recitadora. Joven Orquesta Nacional de España, Dtor: José Ramón Encinar. Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica. 12-1-2015.


Da gusto, y hasta diría que es contagioso, escuchar a una orquesta de jóvenes entregada a la interpretación musical con la intensidad con que lo hizo en la sesión comentada la JONDE. Atrás, es decir antes, ha quedado el trabajo, el esfuerzo para preparar el concierto; después, las ovaciones del público y el aplauso entre los propios músicos, la satisfacción por el trabajo bien hecho. Un balance excelente.


Abría el concierto el estreno absoluto de La trayectoria de la sombra, del compositor Sergio Blardony (Madrid, 1965), página para recitación, corno inglés solista, orquesta y electrónica, que emplea como texto poemas del libro Otro año del mundo de Pilar Martín Gila, y que responde a un encargo de la AEOS y la Fundación Autor. Amplia partitura, unos 30 minutos, para una orquesta muy numerosa con rica presencia percusiva servida por cinco músicos, cuyo discurso musical “se conforma ante la imposibilidad de hallar la luz. Un continuo amanecer, el día que nunca llega”; en palabras  de José Luis Carles, autor de las notas. Música de amplísimas dinámicas, de densidades sonoras, de masas de sonido que, como olas, van y vienen y, quizá, no acaban de llegar. Los solistas, situados entre el público, dan a la música una espacialidad” aumentada por los efectos electrónicos que “mueven“ la voz por la sala, voz (la de la actriz Susi Sánhez) que, en ocasiones, a causa de la incorporación de efectos electrónicos y la propia voz en off, dificultan la comprensión del texto. La orquesta respondió a una compleja partitura con exactitud, gracias a una dirección muy cuidadosa y atenta a todos los detalles. La longitud, la complejidad y los contrastes de esta música requerirían de nuevas escuchas para sacarle todo el partido que contiene.

Tras esta obra nueva, el conocidísimo Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo. Música más íntima, con una formación más reducida que, no obstante sonó con presencia y brillantez. El guitarrista riojano Pablo Villegas (Logroño, 1977) dio una lección de limpieza y de técnica. Todas las escalas, limpísimas, velocísimas; los rasgueos (que no todos los guitarristas “clásicos” saben resolver adecuadamente) claros y perfectos; armónicos límpidos y una dinámica capaz de hacer competir a la guitarra con la orquesta. Quizá hubo algo de precipitación en algún momento, pero, en general, la interpretación levantó entusiasmo en el auditorio. La consecuencia es que el guitarrista ofreció, como propina, la Gran jota  de Francisco Tárrega, verdadero alarde de la técnica guitarrística, aunque nos hubiera gustado un poco mas de sosiego en su interpretación.

La sesión se cerraba con la Sinfonía Patética de Chaikovsky, página emotiva, impresionante porque viene a ser como el canto de un hombre desesperado, como la claudicación de alguien cansado de luchar. Encinar la planteó con brillantez, con energía, obteniendo de la JONDE un sonido potente, articulaciones precisas y claras, y fraseo que destacaba planos y líneas melódicas. Nos gustó, especialmente, el vibrante tercer tiempo y nos dejo con el espíritu encogido el final, ese silencio mantenido unos pocos segundos, ese  “se acabó” dicho con un pianísimo que se pierde en el aire.
Solistas, orquesta y director recibieron una ovación de gala; el entusiasmo de los intérpretes prendió en el público que lo agradeció con fuerza. Y la orquesta añadió dos obras de propina: la Obertura festiva. de Shostakovich y una cuyo título y autor no pudimos escuchar por causa de un apasionado aplaudidor cercano. 

El concierto fue dedicado por José Ramón Encinar a la memoria del recientemente desaparecido director Luis Remartínez.   

Vidal Hernando.

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