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lunes, 21 de septiembre de 2015

HOMENAJE A GUILLERMO FERNHÁNDEZ-SHAW.





Homenaje de la Fundación SGAE
 a Guillermo Fernández-Shaw.

Exposición.
Concierto “Estirpe y letra” (F. Calero, soprano. J. Morales, tenor. B. Barcía Iglesias, piano).
Proyección películas: La revoltosa. Doña Francisquita. La canción del olvido. El caserío.
Concierto “Zarzuela en masculino” (J.M. Montero, tenor. F. Latorre, barítono. M. Burgueras, piano. P. Volpini, actriz.)
Sala Berlanga, Madrid. 14 al 20 de septiembre de 2015.




Con motivo de cumplirse este año el 50 aniversario del fallecimiento del libretista Guillermo Fernández-Shaw, la Fundación SGAE ha ofrecido un amplio y excelente homenaje a su memoria, traducido en varias actividades celebradas a lo largo de toda una semana.


En primer lugar se montó una interesante exposición con manuscritos, carteles, partituras originales, fotografías, portadas de discos de vinilo, y otros atractivos documentos. Todo ello conservado en los archivos del CEDOA (Centro de Documentación y Archivo) de la SGAE.

Detalle del panel de la exposición.
El cine proyectó todo un ciclo de películas zarzueleras. En primer lugar, La revoltosa de José Díaz Morales, en homenaje a Carlos Fernández Shaw, padre de Guillermo como es sabido. Después, tres obras básicas de la zarzuela cinematográfica: Doña Francisquita, Ladislao Vajda, 1952); La canción del olvido (Juan de Orduña, 1969) y El caserío (Juan de Orduña, 1972).

El primer concierto tuvo lugar el miércoles 15 de septiembre y fue interpretado por la soprano valenciana Francesca Calero y el tenor santanderino Julio Morales, acompañados al piano por Brais García Maceira. Un verdadero concierto-homenaje pues todos los fragmentos interpretados pertenecían a obras escritas por Guillermo Fernández-Shaw en colaboración con Federico Romero. Se escucharon músicas conocidas de El caserío (Guridi, 1926), La chulapona (Moreno Torroba, 1934), Doña Francisquita (Vives, 1923), La tabernera del puerto (Sorozábal, 1936) y Luisa Fernanda (Moreno Torroba, 1932). Otros números de obras menos populares: La meiga (Guridi, 1928) y Loza lozana (Guerrero, 1943) Además, toda una novedad, el “Dúo de los requiebros” de Los flamencos (Vives, 1928), y casi un auténtico estreno: El pregón del naranjero,  con música de José Padilla, de 1934. Un delicioso y agradable “pregón-marcha” que caló en el público desde el primer momento. Suponemos que, a partir de ahora, esta pieza figurará en otros recitales de este estilo; merecerlo, desde luego, lo merece.

Programa general de las actividades
Francesca Calero y Julio Morales, defendieron estas partituras con mucha profesionalidad y estilo. Destacaría el poderoso “fiato” del tenor, capaz de sostener sin problemas de afinación ni agobio, los largos y agudos calderones de varias de las romanzas, y la extraordinaria expresividad de la soprano, que sólo con la mirada fue capaz de expresar el sentido de lo interpretado. El resto de cualidades: afinación, dinámicas y fraseo estupendos. Francesca, además, sorprendió al público interviniendo en la interpretación del “fandango”, en versión piançistica, de Doña Francisquita, con las castañuelas. Ambos, por último, lucieron una dicción correcta.

El concierto que cerraba el homenaje, se tituló “Zarzuela en masculino” y pertenece a un proyecto de la Fundación de la Zarzuela española, genéricamente identificado como “Zarzuela de género”, que pretende aunar las artes escénicas, audiovisuales y pictóricas y cuyo precedente se dio a conocer en el Teatro Cervantes de Málaga con el título de “Zarzuela en femenino”, comentado en este mismo blog.

En cuanto que homenaje a Guillermo Fernández-Shaw quedó corto,  pues de la decena de fragmentos interpretados, solo uno corresponde al homenajeado (“Tienes razón amigo”, de María Manuela, de Moreno Torroba). El resto explota números muy conocidos (como el Vals del Caballero de Gracia, la Romanza de Manacor (El niño judío), o la Jota de los franceses (Cádiz), junto a otros de menos popularidad: “Me condena otra vez mi suerte”; de La gallina ciega, “no quiero verla, de La fama del tartanero, o el Dúo de Peralta y Sebastián, de El juramento. El espectáculo me pareció escaso de ritmo narrativo en lo dramatúrgico y nada excepcional en lo vocal. Los dos solistas cumplieron con sus respectivos cometidos, con algún pequeño desajuste, disculpable, desde luego. Me pareció advertir problemas en cuanto a la dicción, quizá debido a la pobre acústica de la sala que perjudica notablemente a los cantantes.

Parece que el espectáculo está concebido con destino al DVD, con lo cual la atención que presta el público a los cambios de ropa, muy discretos, pero en escena, desaparecerá cuando se juegue con  distintos planos, pero en la función en directo pienso que no ayudaron demasiado. Quizá sea necesario pulir algunos aspectos para dar mas consistencia al espectáculo.


Vidal Hernando







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