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viernes, 31 de marzo de 2017

Zarzuela: La viejecita.



Zarzuela cómica en dos actos. Libreto de Miguel Echegaray. Música de Manuel Fernández Caballero. Estreno: 30 de abril de 1897 en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid. Acción en Madrid, en septiembre de 1812.

Personajes e intérpretes del estreno. Carlos, tiple, enamorada de Luisa (Lucrecia Arana). Luisa, tiple (Concepción Segura).
Fernando, actor, prometido de Luisa (José Moncayo). El Marqués, barítono, padre de Luisa (José Sigler). Don Manuel, tenor, tío de Luisa (Juan Orejón). Federico (Sr. Pardo). Sir Jorge, actor (Julián Romea).

Números musicales. Introducción y brindis. Coro (“Yo soy dichosa, yo soy feliz”). Coro de la invitación (. Fernando y coro (“Pobrecito Carlos, duro es el castigo”). Mazurca. Fernando (“Sr. Marqués, de corazón, agradecemos la invitación”). Chotis (“Los dragones ingleses vienen aquí”). Canción de la viejecita. Carlos (Amigas mías y caballeros”). Minué. Coro (“Qué es eso? ¿Qué ha sido?”). Dúo de Carlos y Luisa (“Pobre viejecita”). 

Argumento. Acto I. Cuarto de banderas de un cuartel de húsares, en el que un grupo de oficiales brinda por la victoria obtenida sobre las fuerzas francesas. Entre copa y copa, Fernando anuncia a la concurrencia la llegada inminente de una tía, viuda, que viene de América. Carlos, por su parte, confiesa que está enamorado de Luisa, hija del marqués.

Precisamente e marqués ofrece esa misma noche una fiesta en honor de las tropas inglesas que han colaborado con las españolas en la rendición del ejército napoleónico. Carlos apuesta que irá a la fiesta, pese a la oposición del marqués que le tiene prohibida la entrada a su casa. Carlos apuesta que no sólo irá a la fiesta, además abrazará a Luisa varias veces y se batirá en duelo con Fernando, que es el aspirante oficial a la mano de la muchacha.


Acto II. Dentro de los salones del marqués, éste habla sobre el futuro de Luisa. Él se inclina por su actual prometido y don Manuel le hace saber que Luisa está enamorada de Carlos. La contrariedad del noble se ve interrumpida por la llegada de los invitados.

Cuando la fiesta está en su apogeo, aparece Carlos disfrazado de viejecita portando la invitación que había sido preparada para la tía de Fernando. Este último y Sir Jorge advierten el engaño, pero callan.

La viejecita es sacada a bailar por don Manuel y Carlos consigue que don Manuel le presente a su sobrina (Luisa) a la que abraza repetidamente.

Carlos y sus amigos quedan solos y el joven se da a conocer para reclamar la apuesta, pero Federico le recuerda que aún está por  resolver el duelo.

La vieja, a punto de ser descubierta por los anfitriones, finge desmayarse y Luisa la atiende. Carlos y Luisa quedan solos y el militar se identifica. Ahora es Luisa quien se desmaya y Carlos quien ha de atenderla. Repuesta la joven de su desfallecimiento abandona la escena y aparece Fernando, que ruega a Carlos que se marcha, pues está ridiculizando a su tía.

Carlos sale para batirse con Federico y regresa al poco, triunfador, entablando conversación con el marqués y hablando de Carlos, es decir de sí mismo. El marqués está dispuesto a perdonarse con ciertas condiciones. Carlos, vestido ya de uniforme, promete al marqués enmendarse y hacerse acreedor de su hija. Sale con el resto de los militares que marchan a la guerra y promete a Luisa volver para desposarla.

Comentario. La viejecita supuso para el Teatro de la Zarzuela uno de los grandes éxitos de su historia, seguramente gracias a la protagonista, la gran soprano Lucrecia Arana. Hay que recordar que el papel de Carlos fue inicialmente encomendado a una soprano, aunque hoy lo hagan voces masculinas. Algún día habrá que dedicarle un estudio a esa costumbre de asignar papeles de hombre a cantantes femeninas.

Desde el punto de vista musical, La viejecita es una de las obras maestras del género chico (aunque tenga dos actos). Momentos como al “Canción de la viejecita”, el vals o el delicado minueto, han pasado a la posteridad y figuran en el repertorio habitual. No en balde Caballero era un músico que conocía su oficio y que estaba dotado de una extraordinaria inspiración. Cualquiera de los famosos Strauss vieneses hubiera firmado los valses de Caballero con los ojos cerrados.

En La viejecita tiene importancia el coro, tanto en su intervención como invitados o como militares, acompañantes del protagonista. J.P.M.

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