Canciones de Blas de Laserna (Manuscrito de
Berlín) y del Manuscrito de Narciso Paz.
Ingartze Astuy, mezzosoprano. Fernando Antón,
guitarra y dirección. María Saturno, violonchelo. Lindoro LN-3034. CD.
A estas alturas nadie
discute el valor del patrimonio histórico que constituye el conjunto de la
tonadilla escénica y, por extensión, de las canciones que nacieron en el siglo
XVIII. Esta valoración tiene que ver tanto con la melodía y su acompañamiento,
como con el texto, porque las letras son expresión de un teatro divertido y
pícaro, y en muchos casos lleno de una “intención” que va más allá del
significado “oficial” de las palabras.
Otro detalle importante
de este repertorio es que fue capaz de pasar de las tablas de los teatros
oficiales madrileños, el del Príncipe y el de la Cruz, a los salones
aristocráticos en los que tales músicas eran interpretadas en veladas privadas,
tanto por artistas profesionales como por los propios moradores de las casas.
Como consecuencia de este trasvase, o quizá por su causa, las canciones
formaban parte de la oferta comercial de una actividad editorial basada en la
copia manuscrita. Estas copias manuscritas son el origen del repertorio
grabado, pues pertenecen al llamado Manuscrito de Berlín (temas de Blas de
Laserna, extraídos de alguna de sus tonadillas escénicas) y el Manuscrito de
Narciso Paz (conjunto de músicas que este afrancesado llevó consigo al salir de
Espa).
Los textos de las
tonadillas tienen el carácter popular que las caracteriza; los de Narciso Paz,
son más refinados y elegantes. Pero, en cualquier caso, todas estas letras
tienen su “intención”; sirva como ejemplo la, seguidilla Al pasar por la fragua, la tirana Me preguntaron los guardas, la canciones patrióticas A las armas (de Josef Rodríguez de León)
o las Seguidillas de Fernando VII cuyo
estribillo no puede ser más festivo y más crítico: “Anda salero, / no reinará
en España / José Primero”.
Precisamente en la
“intención” reside la mayor dificultad a la hora de interpretar estas música.
No basta con cantar las notas, con dar a cada una su altura y su valor; tampoco
basta con que se entienda el texto (algo fundamental cuando hablamos de música
vocal); es necesario, fundamental, además, transmitir esa intención que subyace
en las letras, sea picarona, social o política.
Hace falta además (aunque en un CD no podamos verlo) acompañar la
interpretación de una gestualidad, discreta y elegante, nunca agresiva, ni
chabacana, porque no debemos olvidar que esa gestualidad era un elemento básico
de las grandes tonadilleras,
La interpretación de la
mezzosoprano bilbaína Ingartze Astuy es modélica. Además de la riqueza de su
bella voz, de su dominio de la coloratura, de su perfecta dicción, tiene esa
“intención” expresiva a que nos referimos. Domina los recursos interpretativos
haciendo que las melodías se adecúen al texto de manera que este queda realzado. El acompañamiento a la guitarra del cacereño
Fernando Antón es el adecuado, siempre en ayuda de la voz, y con un sonido
limpio. María Saturno, violoncelo, presta profundidad y base al acompañamiento.
Un CD que merece la
pena conocer, escuchar y disfrutar. Es música con mas de 200 años de
existencia, pero suena fresca y atractiva.
El disco se inscribe
dentro de un proyecto de investigación de la UAM-MICINN (“De la música colonial
a la música nacional. Estrategias de construcción de una identidad en los
movimientos americanos de Independencia”) y ha contado con el asesoramiento
musicológico de Germán Labrador. J.P.M.
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