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miércoles, 19 de julio de 2017

Váyanse ustedes ...



Pensamientos de un barbero.

 
La Real Academia Española (mal llamada por algunos Academia de la Lengua) acaba de admitir el uso de la palabra “iros” como término válido para la segunda persona del plural del imperativo del verbo “ir”, en lugar de “idos” que es la palabra correcta. La razón argumentada por quienes lo han propuesto y conseguido (los “escritores” dicho así en genérico) es su uso habitual y generalizado por la comunidad ,  Otra cesión más al uso vulgarizado de nuestro idioma que, cada día ve cómo su riqueza va desapareciendo. No llevo la cuenta, pero son demasiadas, las licencias que la Academia ha otorgado a muchos términos, contrarios a la norma emanada de la propia institución.

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Yo no soy lingüista, ni gramático, ni nada parecido; soy un simple barbero a quien le gusta su lengua y que sufre con la invasión de términos extranjeros en nuestro hablar diario. La mezcolanza de palabras inglesas y españolas que escuchamos, me molesta y me duele. Pero me duele mucho más, no escuchar con la suficiente fuerza, claridad y difusión, a responsables de la Academia defendiendo lo nuestro.  Me encorajina el uso ridículo de los masculinos y femeninos, cuando en el empleo del género neutro no hay intención de ofender a nadie por parte del hablante. Me enrabieta que ningún responsable, o representante del idioma, haya puesto en evidencia la estupidez de los redactores de esas normas o reglamentos que proponen sustituir “padre” o “madre” por “persona cuidadora 1 o 2”.  Me enciende que muchos de nuestros periodistas y comunicadores, gentes que tienen en la lengua su herramienta de trabajo, digan o escriban “han habido” cuando se refieren a una palabra en plural (“han habido” tantos heridos). Me irrita escuchar a no pocos locutores comenzar una frase por un infinitivo: eso tan habitual de: “decir que … o mencionar que …”.   Me encrespa lo de “pienso de que” … y tantas cosas.

Lo de “iros”, bendecido por los académicos (adviértase que no escribo “académicos y académicas”) tiene gracia. Puede decirse o escribirse sin que sea una incorrección. Pero no ocurre lo mismo con palabras como “marcharos”  “daros” “comeros” “tocaros” …. ¿Por qué la Academia no ha concedido a estas palabras, también de uso común, el premio de la admisión en el Diccionario? ¿Va a hacerlo en el futuro? ¿Lo de iros es un “globo sonda” a ver cómo reacciona el personal? ¿Está la Academia pensando en dar validez oficial a la frase “si me queréis, irse”… Porque, uso habitual,  no lo sé, pero difusión …. ¡vaya si la han tenido estas cuatro palabras?

Y no digo nada sobre “raners, coaching, taiming …”  y demás palabros (admitido por la Academia) que conforman el voluminoso tomo de eso que damos en llamar “espanglis” o, “spanglish” o “espanglish”, que es el vocablo incluido en el Diccionario de la RE.

Si esto es abrir las puertas de la Academia a tanta “especie vocal  invasora”, me atrevo a decir a los  responsables: “váyanse ustedes a …”. Y conste que uso “váyanse” porque debo llamarles de usted, ya que al no conocerles personalmente, no me atrevo a tutearles. En caso contrario, podría haber escrito “iros a…” . Resultaría perfectamente válido.

Lamparilla

(Todo esto es consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).

1 comentario:

  1. Estoy completamente de acuerdo, señor Lamparilla.

    Los escolapios me enseñaron que los enemigos del alma son tres: el mundo, el demonio y la carne. La experiencia me ha enseñado que los enemigos de la lengua son otros tantos: la política, la Academia y el periodismo; y coloco a la Academia en el lugar del demonio, porque ambos se caracterizan por su voluntad de obrar el mal y su intención de hacer daño.

    Hace tres siglos, la casa que entonces era docta limpiaba, fijaba y daba esplendor al idioma. Desde hace tres décadas, intenta justificar su existencia legitimando bastardos y naturalizando extranjeros: la lengua castellana, que fue de plata pura, está quedando tan devaluada por estas aleaciones que ya no es digna del nombre de vellón.

    Es, en fin, la Real Academia Española, una mancebía absurda, con una sola baldonada (la lengua) y cuarenta y cuatro rufianes que la venden al populacho. Siendo la prostitución forzada y el proxenetismo ilegales en España, opino que debería ser clausurada; y sospecho que, cuando el Partido Popular modificó el artículo 187 del Código Penal, fue sólo para poder mantenerla abierta.

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