Salamanca o La
singular verbena del Paseo de la Estación (Comedia lírica de costumbres salmantinas en dos
actos y seis cuadros. Texto y música: Francisco José Álvarez). A. Mateos. I. Redondo. A. Gago. A. Muñoz. Coro Ciudad de salamanca. Grupo de Coros y
Danzas “Montaraces y charros”, de Salamanca. Banca Municipal de Salamanca .
Dirección de escena: Francisco José Álvarez. Director musical: Mario Vercher. Teatro
Liceo, de Salamanca. 13-9-2017.
El 9 de junio pasado Salamanca ofreció el
estreno de una zarzuela interesante y atractiva que vino a demostrar algo muy importante para la historia de la
zarzuela: que el género no está muerto (como muchos predican) y que es posible
construir, en esta segunda década del siglo XXI, una zarzuela al estilo
tradicional, con los ingredientes básicos del género chico (aunque tenga dos
actos) y capaz de interesar y entretener al público. Dicho así, parece poca
cosa, pero creo que el asunto tiene mérito.
En este blog ya nos hemos ocupado de la
obra cuyo título tiene sabor zarzuelero: Salamanca
o La singular verbena del Paseo de la Estación. En ella se cuenta que
Alfredo, para conquistar a Clara, gran aficionada al baile, decide participar
en el concurso de verbenas organizado por el Ayuntamiento, a pesar de sus
escasas posibilidades económicas. No obstante, consigue la participación de la
prestigiosa banda “El 1º de Mayo”, que será dirigida por el presumido Mario
Bretón, desconocedor absoluto del repertorio, pero que despierta cierto interés
en Clara por ser hijo del famoso compositor don Tomás Bretón. El día de la
verbena Mario no aparece y Alfredo tiene que ponerse al frente de la banda,
ayudado por Antonio el Portugués, y sale brillantemente del paso. El resultado
es que Clara confiesa que ha ido a la verbena buscando a Alfredo; los dos se
abrazan. Y, pare redondear el triunfo, un funcionario anuncia que Alfredo ha
ganado las 500 pesetas del premio del concurso.
La obra presenta un lenguaje popular,
diálogos ágiles y guiños humorísticos graciosos. Contiene, además, referencias de
tipo local: se citan el café Novelty, los baños de Ledesma, las escuelas de San
Eloy … y no faltan referencias a Tomás Bretón, Dámaso Ledesma y Bernardo
García-Bernat, músicos relacionados con la ciudad charra.
En cuanto a la partitura, sus diez números
son también de corte popular, basados en
ritmos de vals, pasodoble, chotis y habanera, además de las habituales romanzas
de los protagonistas y algunos números corales. Prácticamente todos ellos
resultan agradables, pegadizos y de impacto directo en un público que los
aplaudió todos. Uno de los más celebrados fue el primero que canta Alfredo
(“Con cuatro cosas tiene que salir”); también fue ovacionada la primera
intervención de Clara (“Canta la piedra viva de Salamanca”; curiosamente estos
dos números se funden en el fragmento que cierra la zarzuela.
El responsable principal de toda esta
producción es Francisco José Álvarez, compositor, musicólogo y profesor de
música, madrileño de nacimiento y salmantino de adopción, que, además de
escribir texto y música, también se ha encargado de la puesta en escena. Junto
a él han intervenido un buen número de intérpretes locales, muchos de ellos no
profesionales, que han trabajado con entusiasmo dando a la representación un
nivel artístico de calidad que el público que llenaba el teatro “hasta la
bandera”, supo agradecer. Hay que citar al Coro Ciudad de Salamanca, al Grupo
de Coros y Danzas “Montaraces y Charros”, de Salamanca y a la Banda Municipal
salmantina que estuvo dirigida por su director titular Mario Vercher.
En cuanto a los papeles solistas, hay que
citar, a Amparo Marcos, soprano con recursos suficientes y bien manejados, que
hizo el papel de Clara Martín, la joven artesana aficionada al baile; Inés
Redondo, también soprano, de bella voz aunque con menor proyección de la
deseable, dio vida a Irene Sánchez, amiga de Clara. Ente ellos destacó Alejandro Gago, tenor de
medios potentes, y capacidades expresivas, él fue Alfredo, el enamorado de
Clara y el promotor de la verbena; podría hacer buenos papeles como tenor
cómico, dadas las características de su voz, y de soltura interpretativa. Adolfo Muñoz, tenor, hizo el papel de Mario
Bretón, hijo de Tomás Bretón; debo decir que su interpretación me pareció
excelente, aunque el personaje pueda resultar antipático por su engreimiento y
jactancia; su intervención como cantante
resultó solvente y eficaz. Junto a ellos una serie de actores (José Ignacio
Cotobal, Matías Cañizal, Txema Solana, Alejandro Céspedes, Antonio Santos,
Rubén González …, dieron vida a distintos personajes con credibilidad.
El acompañamiento instrumental, a cargo
de la Banda Municipal de Salamanca, estuvo muy correcto, colaborando siempre con la escena, sin “tapar”
a los cantantes, a pesar de la potencia sonora de una banda, acostumbrada a
tocar al aire libre.
En resumen, una obra interesante dentro
de los cánones del género chico, simpática y
entretenida, que merece la pena verse.
El problema que se plantea es el de su
posible difusión. Es una obra totalmente local, salmantina como hemos señalado,
lo cual puede hacer pensar que pueda no interesar a públicos de otros
lugares. Quienes así lo crean están
equivocados: en la historia de la zarzuela hay centenares de obras “locales”
que han triunfado fuera de su lugar de acción, porque lo importante no es si se
desarrollan aquí o allí, sino que la historia que cuenten tenga interés, que su
desarrollo resulte teatral y que su música interese y guste al público. Si lo
pensamos fríamente, no hay obra más
“local” que La verbena de la
Paloma, que se desarrolla en una casa de vecinos, una corrala madrileña… Y
sin embargo …
Salamanca o La singular verbena del Paseo de la Estación,
puede tener futuro en otros teatros. Quizá sólo
necesite algún pequeño retoque, algún ajuste para dar dinamismo a alguna escena. Creo que los gestores y programadores culturales deberían plantearse la posibilidad
de dar “cancha” a esta Salamanca que
acaba de nacer y no merece quedar en el olvido. Entre otras cosas, porque es
prueba palpable de que todavía es posible crear una zarzuela, en contra de la
agorera y descalificadora opinión generalizada.
Vidal
Hernando.
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