Maruxa. (Égloga lírica en dos actos. Libreto de Luis Pascual
de Frutos. Música de Amadeo Vives).
Intérpretes: S. Cordón. S. Krasteva. M. Cabeza de
Vaca. B. Quiza. S. Orfila. J. Rodríguez-Norton. Equipo técnico y artístico: Dirección
de escena y escenografía: Paco Azorín. Iluminación: Pedro Yagüe. Vestuario: Ana
Güel. Movimiento escénico: Carlos Martos. Proyecciones: Pedro Chamizo.Coro
titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor.: Antonio Fauró). Orquesta de la
Comunidad de Madrid. Director musical: José Miguel Pérez-Sierra. Teatro de la
Zarzuela, 28-01-2018.
Hace 46 años
que esta obra maestra de nuestra ópera[1]
se vio en el Teatro de la Zarzuela, lo que quiere decir que para la mayoría de
los espectadores, la de hoy es la primera Maruxa
que tienen (que tenemos) ocasión de ver escenificada. Y hay que decir, de
entrada, que esta Maruxa no es la de
Pascual de Frutos. Se achaca al libro una tediosa debilidad y para remediarlo,
en lugar de una “composición poética del género bucólico, caracterizada por una
visión idealizada de la vida rústica”, se nos ofrecen el retrato del egoísmo de
los poderosos y su desprecio por el paisaje, por las gentes, por el alma de una
Galicia envuelta en el negro y pegajoso chapapote vertido por un petrolero, en
lugar de sus verdes prados. Se nos
presenta una Galia víctima de abusos y catástrofes creadas por el hombre; creo
que Maruxa no es un “retrato” de
Galicia, sino una historia de hombres y mujeres “puesta” en Galicia. Si
ocurriera en otro lugar, a lo mejor, los “malos” eran los especuladores
inmobiliarios. En fin, quizá sean cosas de estos tiempos.
Aparcando el
asunto de la adaptación, he de decir que la producción, como tal, funciona,
pues todos los elementos que intervienen (cantantes, orquesta, coros, técnicos
…) hacen un excelente trabajo que proporciona credibilidad al espectáculo. Maruxa es una obra que, sin que tenga
gorgoritos ni filigranas, requiere cinco cantantes de primer nivel para
construir la necesaria consistencia dramática del argumento, que, por cierto,
no tiene de bucólico más que el entorno en que se desarrolla. Susana Cordón y
Svetla Krasteva, dieron vida a Maruxa y Rosa, respectivamente. Ambas
construyeron sus personajes con seriedad, medios vocales y suficiencia interpretativa. Pablo, el enamorado de Maruxa, fue encarnado
por Borja Quiza, gallego de nacimiento; voz suficiente y canto adecuado, fue
aplaudido sin reservas. Jorge Rodríguez-Norton, hizo el Antonio, el oportunista
prometido de Rosa que quiere aprovechar el encaprichamiento de esta por Pablo,
para conquistar a Maruxa. También convenció y fue aplaudido. Simón Orfila hizo
el Rufo, el capataz; su papel tiene uno de los momentos más famosos de la ópera
(el célebre “golondrón, golondrón”) que cantó con autoridad, y presencia. En
conjunto, un reparto equilibrado, solvente y responsable. Me gustó también la
intervención de María Cabeza de Vaca, la diosa Galicia (Personaje añadido en
esta versión), desesperada e impotente ante el desastre ecológico.
El coro, excelente,
como siempre, y la orquesta muy acertada. José Miguel Pérez-Sierra la llevó con
soltura, sin pedir volúmenes inadecuados. Pudo escucharse la rica y variada
instrumentación de Vives que en esta obra es capaz de incluir referencias
folclóricas sin que aparezca la referencia directa. Se siente en la música el
alma sonora de Galicia, lo esencial, pero no existe el retrato fotográfico de
la música o la danza.
La música de Maruxa, “luminosa, pero a la vez
elegante”, en palabras del propio director Pérez-Sierra, ¿encaja con la oscuridad
de la producción? Si hubiera querido destacar la negrura del corazón de los
poderosos, ¿no habría escrito Vives una música trágica, tensa, incluso
hiriente? Se dice y se ha escrito que el libreto original es sencillo, simple, insulso y endeble. Con este recubrimiento
reivindicativo y acusador, ¿ha ganado algo? ¿Está ahora a la altura de la
excelencia de la música?
Amorosa escena de los protagonistas: Susana Cordón y Borja Quiza (Foto. T.Zarzuela) |
Hubo alguna
protesta, no muy numerosa, en la prácticamente única aparición del coro. A mí
tampoco me pareció adecuado, no me imagino a quienes recogieron el chapapote,
haciéndolo al ritmo de una muñeira. ¡Cosas del teatro!
Vidal
Hernando.
[1] Se ha dicho y escrito
que Maruxa nació como zarzuela y fue
luego transformada en ópera. Es un error (que nosotros mismos hemos cometido
una vez); la obra de Vives nunca tuvo partes habladas. El error proviene de
haberla considerado “zarzuela” al haber sido estrenada en el Teatro de la
Zarzuela.
Crítica excelente. Sin ensañamiento en la producción escénica, como sí se ha hecho en otras publicaciones.
ResponderEliminarY un dato muy importante, que otros no han rectificado. Dejar bien claro que Maruxa nació como ópera. Todavía nadie ha explicado de donde han "sacado" que se estrenó como zarzuela y al año siguiente para representarse en el Teatro Real fue transformada.
Saludos.