Durante sus más de 161 años de historia,
el Teatro de la Zarzuela, de Madrid, ha pasado por buenos y malos momentos por
causa de su propia naturaleza: la representación de espectáculos líricos, de
muy diferentes clases, e incluso de otros
modelos de entretenimiento. Ha sufrido también, grandes desgracias: el
incendio de 1909, que lo destruyó completamente y otro en 1934, en los cuartos del último piso
próximos al peine del escenario, que no pasó a mayores. También sufrió los
avatares de la Guerra Civil y, en no pocas ocasiones, el olvido de las gentes
para las que nació.
Ahora, en 2018, sufre la huelga de sus
trabajadores, a causa de la infausta fusión con el Teatro Real, dictada por un
real Decreto, quizá la fórmula más directa del Parlamento de poner en marcha
una norma.
Concentracion de trabajadoresde la Zarzuela. |
Aunque la huelga es un derecho de los
trabajadores, no deja de ser un tema muy complejo, que puede abordarse desde
muy distintos puntos de vista. No se trata de polemizar, pero quiero dejar
constancia de algunas consecuencias para los afectados.
Los trabajadores, verán mermados sus
salarios por no realizar su trabajo.
La empresa (es decir el INAEM y, en suma
el Ministerio de Cultura), tendrá que devolver el importe de las entradas
correspondientes a los espectáculos cancelados.
Los cantantes, actores, profesores de la
orquesta y coristas, perderán la posibilidad de presentar su trabajo al
público. Todo el esfuerzo, la dedicación, el estudio y hasta el sacrificio …
prácticamente perdidos.
El público resultara privado de su derecho
a asistir a un espectáculo por el que pagó, religiosamente y con anticipación,
el precio que se le pidió. Siendo esto importante, no es nada, comparado con el
disgusto y la desazón que produce no contemplar las dos obras prácticamente
canceladas.
La no representación de la nueva
zarzuela Policías y ladrones (de
Álvaro del Amo y Tomás Marco) ha privado al público de ver si esta obra podría
abrir un camino nuevo para seguir escribiendo zarzuelas en nuestro tiempo.
Al impedir diez de las doce funciones
previstas de La tabernera del puerto, entre
9.000 y 10.000 personas se quedarán sin función. Muy probablemente disgustado.
Ignoro si los autores cobrarán sus
correspondientes derechos. También ignoro el daño que pueda sufrir el Teatro en
su prestigio nacional e internacional.
Todo esto y alguna otra cosa que quedará
en el tintero, son las consecuencias de la huelga del Teatro de la Zarzuela,
cuyos máxima responsables, los que han dado pie a este desbarajuste sinsentido,
no sufrirán consecuencia alguna. El gran público no sabe, no sabemos, a ciencia
cierta, quién es el padre de la peregrina idea de fusionar un teatro con otro,
que a lo largo de su historia (menos de 200 años de los que se dicen) y con un
largo periodo de tiempo cerrado, muy
poca atención ha prestado a la zarzuela o a la ópera española.
Quizá en el futuro haya que plantearse
esto de la huelga, porque perjudica a quienes no tienen culpa. Piensen ustedes
en huelgas de transporte, de médicos, de estibadores, de controladores aéreos …
etc. Y en quienes son los sufridores y
en quienes se van de rositas, como diría un castizo. J.P.M.
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