Doña Francisquita. Comedia lírica en tres
actos. Texto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw. Música de Amadeo
Vives.
Intérpretes:
Sabina Puértolas. Ana Ibarra. María José Suárez. Ismael Jordi. Vicenç Esteve.
Santos Ariño. Antonio Torres. Lucero Tena. Gonzalo de Córdoba.
Equipo
técnico: Dirección de escena: Lluis Pascual. Escenografía y vestuario:
Alejandro Andújar. Iluminación: Pascual Mérat. Coreografía: Nuria Castejón.
Rondalla Lírica de Madrid “Manuel Gil” (Dtor. Enrique García Requena). Coro
titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró). Orquesta de la
Comunidad de Madrid. Director musical: Óliver Díaz.
Teatro
de la Zarzuela, 16-5-2019.
En 1923, Federico Romero perdió, cuando
lo llevaba al copista, el manuscrito de Doña
Francisquita .. pero un desconocido llamado Fernando Álvarez Buznego lo
encontró y lo llevó al Teatro Apolo. Esta anécdota la contó Lluis Pascual, con detalles cuya verosimilitud desconozco, en la rueda de prensa de presentación de esta producción. Pero el
director teatral no ha tenido la suerte de que apareciera un Álvarez Buznego, y
ha tomado la calle de en medio: ha suprimido todo el diálogo hablado original, con lo que ha desaparecido el
desarrollo argumental de la obra. También ha desaparecido el Madrid carnavalero
y, junto a este desatino la dramaturgia de una gran obra teatral. Porque,
parece que hay que volver a decirlo, la zarzuela es una obra teatral.
Eliminar el libreto de una zarzuela
significa prescindir de la narración de la historia teatral. Por eso el responsable de esta producción ha escrito
un corto texto que pone, básicamente, en boca de un narrador y productor de radio y televisión, al que hace
gesticular cansinamente, ideas llenas de tópicos, y verter opiniones más que
discutibles. Consigue así que casi no se entienda la idea básica de la
historia. Por cierto, este texto hablado también salía en los sobretítulos,
algo innecesario. Como la letra “nueva” no se ha incluido en el libro-programa,
como suele ser habitual, no podemos dar detalles exactos, pero hemos escuchado
reiteraciones tópicas de compromisos y prisas en la realización del
trabajo, influencias de un señor ministro que se supone que es
“conocido” del público y al que el narrador se pliega con el más grande
servilismo; incluso referencias ajenas
al espectáculo, como la de los “herederos” y sus negativas a autorizar ciertas
modificaciones, situación que el narrador-productor resuelve
”como quiere”. (Ya que hablamos de textos, en el programa de mano que se
entrega a los asistentes, se ha incluido el argumento de la obra… pero el original de Romero y Fernández-Shaw
(!)…
Eliminar el libreto ha dejado casi sin
papel a Don Matías y a Doña Francisca. Pero como los aficionados conocen bien la
Francisquita … no tienen problema en
saber qué ocurre en la escena.
La discusión sobre la calidad de los
libretos es … eterna y seguramente inútil; hay defensores y detractores
radicales sobre su modificación; también gentes condescendientes, o indiferentes a los que sólo importa la
música. En cualquier caso, eliminar un libreto como se ha hecho, es faltar al
respeto al trabajo de unos autores, y nos permite poner en duda que sea buen
camino para “dar a conocer nuestro patrimonio zarzuelero”.
La versión ofrecida desarrolla su primer
acto en un estudio de radio de los años 30, el segundo en un plató de los 60 y
el tercero en un ensayo en 2019. El resultado es que el primer acto parece una
versión de concierto teatralmente insulsa y sin nervio. El segundo mejora por
el impulso del baile y el tercero es brillante gracias a la intervención
magistral, extraordinariamente aplaudida, de una Lucero Tena imponente y muy
querida.
Añadir leyeFrancisquita y Fernando (Foto. T.Zarzuela) |
Mientras escribo estas líneas, me asaltan
muchas ideas, pero voy a terminar esta parte de la crónica con un sola: Después
de casi tres horas de espectáculo, descansos incluidos, creo que el responsable
de la producción ha embarcado a solistas, coros y orquesta en una travesía que
no lleva a puerto alguno.
Vayamos ahora a la realización. La
primera idea es que, como espectadores, deberíamos tener claro que una función
puede estar magníficamente interpretada, independientemente de su
planteamiento. Es lo que ocurrió ayer. Cantantes, coro, rondalla, ballet,
orquesta y dirección musical funcionaron muy bien y el público lo entendió y lo
premió con intensos aplausos al final del espectáculo. Hubo momentos
especiales, la romanza de Fernando (“Por el humo…”) sacó al “respetable” de una
frialdad manifiesta, consecuencia de lo que veía en la escena; la intervención
del ballet, poderosa, rica y con carácter “clásico popular”, y, sobre todo, la
presencia de Lucero Tena, firme, segura, dando muestra de su extraordinaria
capacidad para obtener infinitos colores sonoros de sus castañuelas.
Soledad Puértolas (Francisquita), lució
una voz soberbia y, al tiempo, delicada.
Segura en los agudos y en los adornos, cantó con elegancia y delicadeza. Ana Ibarra (Aurora) fue una Beltrana de
carácter, poderosa en los graves y firme en el otro extremo, y dio visualidad a
un personaje decidido. María José Suárez
(Francisca) resulto bien, aunque se ha quedado casi sin papel (el propio
personaje se queja con frecuencia). Lo mismo le ha pasado a Santos Ariño (Don
Matías), que, a pesar de quedar como un papel de segunda, dio verosimilitud a
su personajes con un canto rico y adecuado. Vicenç Esteve fue un Cardona de mérito; el difícil
papel, lo solventó con alguna destemplanza en el tercer acto, pero, en general
salió airoso del encargo. Ismael Jordi (Fernando), fue la estrella de la noche;
su voz de timbre metálico, firme, vigorosa, cantó con exquisito gusto e
interpretó sus intervenciones con vehemencia y sentido teatral. Convenció al
auditorio que siempre tiene en la memoria otros Fernandos que han pasado por la
Zarzuela, especialmente el de Alfredo Kraus a cuya memoria han sido dedicadas
todas las funciones.
El coro, como es habitual, excelente:
impostación, color, cohesión y sentido teatral fueron la firma de sus
intervenciones. Como en otras ocasiones hay que aplaudir el trabajo
preparatorio de Antonio Fauró, su director.
Óliver Díaz dirigió la orquesta. |
La rondalla quedó un poco oscurecida al
estar situada en el foso; su capacidad sonora no puede competir con la de la
orquesta, pero, claro, sacarla en escena sería rendirse al costumbrismo, y
según declaró el responsable de la escena, ya no sabemos hacer costumbrismo y
el espectador tampoco lo entiende. La Orquesta de la Comunidad sonó muy bien;
cohesionada, rica en contraste, destacando numerosos detalles gracias al
excelente trabajo de su director; Óliver Díaz, siempre atento a la escena, fue
capaz de mostrar planos sonoros, intensidades, colores, y, sobre todo, supo
mantener al grupo en el plano que le corresponde.
El vestuario me pareció rico y variado,
aunque para grabar un programa de radio, no hacen falta los “modelitos”
elegantes y distinguidos de los personajes; en tales casos los protagonistas
suele ir “de calle”:
No alargaremos más esta simple crónica de
una función en la que escuché opiniones negativas, comentarios muy críticos con
la puesta en escena, pero al final del espectáculo no hubo pateos ni silbidos,
como si parece que ocurrió en la función del estreno.
Me pregunto si es buena idea que esta
mala adaptación de una obra maestra, vaya a ser ofrecida a través de la red.
¿Es este el tipo de zarzuela que queremos dar a conocer?
Escena del tercer acto (Foto. T.Zarzuela) |
El
Hernando
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