Gala lírica española en homenaje a Montserrat
Caballé.
Varios
intérpretes. Orquesta de la Comunidad de
Madrid. Director musical: Óliver Díaz.
Teatro
de la Zarzuela, 07-10-2019.
A las grandes divas se les llama con nombres
muy familiares que, curiosamente, no se aplican a los cantantes masculinos.
Históricamente hablamos de la Patti, la Callas, la Tebaldi … y más cerca de
nosotros en el tiempo de la Berganza y, naturalmente, de la Caballé. En
ocasiones, llegamos a utilizar incluso sus nombres de pila: Teresa,
Monserrat… con una familiaridad que
nace, sin duda, de nuestra admiración y, quizá de un deseo íntimo de cercanía
hacia quien nos hace disfrutar de la música de manera especial, de quien nos
transporta a un mundo único de sensaciones físicas e intelectuales, de quien
nos regala, una y otra vez, lo más grande que se puede regalar: la felicidad.
Creo que estas experiencias se dieron cita en la fecha señalada, en una velada
única que reunió a diecinueve cantantes de primer fila y a una gran actriz,
gracias a la iniciativa y el trabajo de equipo del Teatro de la Zarzuela con su
director, Daniel Bianco, como cabeza visible.
Un detalle a destacar fue que sólo se
interpretó música de zarzuela, género que Montserrat Caballé interpretó en
recitales y grabaciones y que son testimonio no ya de sus cualidades vocales,
sino del respeto y el cariño a una música que algunos consideran menor. Caballé
cantaba una romanza zarzuelera, con la misma profesionalidad que ponía con las
grandes arias del bel canto que todo
el mundo conoce.
Intervinieron en la gala, por orden de
aparición, los siguientes cantantes: Marina Monzó, Airam Hernández, Virginia
Tola, Mariola Cantarero, Andeka Gorrotxategi. María Bayo, Celso Albelo, Sabina Puértolas,
Carlos Chausson, David Menéndez, Maite Beaumont, José Luis Sola, Pilar Jurado, José
Bros, Nancy Fabiola Herrera, Rubén Amoretti, Yolanda Auyanet, Ismael Jordi y Ainhoa Arteta. Todos se volcaron en
dar lo mejor de sí y llevar a la sala ejecuciones intensas y emocionadas.
Este tipo de
conciertos suelen comentarse de manera general, muchas veces sin descender a
detalles que en otros casos hay que destacar. Pero no puedo dejar de señalar el
virtuosismo y la imponente coloratura de Marina Monzó (Polonesa de El barbero de Sevilla), la delicadeza de
Sabina Puértolas (en una preciosa romanza de Mirentxu); el poderío chulapo de Carlos Chauson (brillante “Caballero
de Gracia” de La Gran Vía); la gracia
de Pilar Jurado (en el vals de Château
Margaux); el ritmo cadencioso y sensual de María Bayo (en la presentación
de Cecilia Valdés); la nostalgia de
Nancy Fabiola Herrera (en la canción de las sierras de Granada de La tempranica); el poderío de Ismael
Jordi (las granadinas de Los emigrantes),
ni la intención, la presencia y la afirmación de Ainhoa Arteta (en la canción
española de El niño judío). Todos fueron
acompañados por la Orquesta de la Comunidad de Madrid, a las órdenes de Oliver
Díaz, director musical del teatro, que
estuvo siempre atento a los detalles y, sobre todo, a destacar el lucimiento de
las voces.
Debo añadir la referencia
a la intervención de la gran dama del teatro Nuria Espert, amiga de la
homenajeada, que cerró la velada con una lección de buen hacer y mejor decir,
dominando su emoción y dando a cada palabra su entonación precisa, y al
conjunto su cadencia y su ritmo. Quizá no resulta muy apropiado en este
comentario, pero me atrevo a señalar que fue la suya toda una lección magistral
para las gentes del teatro.
En definitiva, una
sesión inolvidable, donde, además de mucha y buena música, hubo emoción y
agradecimiento al recuerdo de una gran dama del canto y, al decir de quienes la
trataron de cerca, una gran persona.
Rafael Hernando.
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