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jueves, 27 de febrero de 2020

Zarzuela. Agua, azucarillos y aguardiente.



Pasillo veraniego en un acto en verso y en prosa. Texto de Miguel Ramos Carrión. Música de Federico Chueca. Estreno: 23 de junio de 1897, en el Teatro Apolo, de Madrid.

AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE.
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela.
Proyecto Zarza.

11 funciones (9 escolares, 2 abiertas al público)
2 a 7 de marzo de 2020

Equipo artístico:
Lara Chaves. Soraya Estévez. Cielo Fernández. José Luis Fernández.
Jan Forrellat. Cristina García. Joselu López. Luis Maesso. Desirée Moreno.
 Pedro Moreno. Guillermo Pareja. Sylvia Parejo. David Pérez.
Nuria Pérez. Raquel del Pino. Lara Sagastizábal. Natán Segado

Equipo técnico:
Dirección de escena: Amelia Ochandiano.
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Gabriela Salaverri.
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo. Coreografía: Amaya Galeote.
Orquesta de Cámara.
Director: Óliver Díaz.

Funciones escolares: 2, 3, 4, 5 (10 y 12.30 h.) 6 (11 h).
Funciones abiertas: 6 y 7 (19h.)

Duración del espectáculo:  60 minutos.
Función escolar del día 6: Transmitida en directo por
Facebook, YouTube y la página Web del Teatro.
                                                                                              


Personajes e intérpretes del estreno. Asia, joven poetisa enamorada de Serafín, soprano (Isabel Brú). Doña Simona, madre de Asia, mezzosoprano (Pilar Vidal). Pepa, dueña de un puesto de aguadora, soprano (Joaquina Pino). Manuela, aguadora callejera, mezzosoprano (Clotilde Perales).
Garibaldi, el Gachó del arpa, músico ambulante, tiple (Juanita Fernández).
Serafín, enamorado de Asia, tenor cómico (Vicente Carrión). Don Aquilino, actor (Julio Ruiz). Lorenzo, pareja de Pepa, tenor cómico (Emilio Mesejo). Vicente, hombre de Manuela, barítono (Eliseo Sanjuán)

Números musicales.  Preludio.  Coro de niñeras (“Tanto vestido blanco”). Coro de barquilleros (“Vivimos en la Ronda de Embajadores”). Vals-cuarteto. Asia, Pepa, Simona y Serafín (¨¿Está dormida? Dormida está). Mazurca. Pepa, Garibaldi, y Coro (“Ya es más de la una y media”).  Panaderos. Pepa, Manuela y coro. (“Ya está ahí la Manuela”). Cuarteto. Pepa, Manuela, Lorenzo y Vicente. (“Vamos a ver, ¿qué ha pasao?”). Pasacalle. Pepa, Manuela, Lorenzo, Vicente (“Pa que veas, Manuela, lo que es Vicente”).

Argumento original. Al alzarse el telón, Asia se encuentra recitando versos a un pájaro enjaulado. La poética situación es interrumpida al aparecer doña Simona portadora de una carta del tío Antonio cuya lectura devuelve a ambas mujeres a la más cruda realidad. Esta no es otra que la desesperada situación económica de madre e hija. El tío Antonio anuncia en la misiva que dejará de enviarles dinero salvo que la niña Asia se case de una vez con suprimo Aniceto. La joven desfallece ante tamaño anuncio y declara que o boda con Serafín, su joven enamorado, o muerte. La llegada del casero, dispuesto incluso, al desahucio, complica más la situación y doña Simona toma una heroica decisión. Habrá que pedir dinero al novio de la niña, Serafín, que parece rico y que a buen seguro no se negará.

En el siguiente cuadro Lorenzo y Pepa, pasan por un trago similar. Si no pagan a don Aquilino los veinte duros convenidos, el puesto de agua de Pepa será embargado. Serafín pretende que Pepa ponga un narcótico en el agua de doña Simona y así poder disfrutar de Asia con toda libertad. Pepa no acepta, pero sí Lorenzo. A cambio, claro está, de una modesta suma que aliviará la deuda de Pepa y permitirá airear los, mantones de Manila, celosamente "guardados" en el Monte de Piedad. Sin embargo, Pepa avisa a doña Simona de las intenciones de Serafín. Al cabo, es el muchacho el que toma la droga y queda profundamente dormido. La última escena comienza con la discusión de Pepa y Manuela, una aguadora callejera que pregona su mercancía frente al puesto de Manuela. El fondo de la disputa es cosa de pantalones y no por celos comerciales. Al final, el embrollo terminará en fiesta y las protagonistas en amigas íntimas, como lo habían sido antes. Lorenzo y Vicente se van a la verbena con Manuela y Pepa. Asia y su madre, resignadas, deciden volver al pueblo. Y Serafín termina en la prevención por escándalo público, pues al quedar dormido, unos ratas le han dejado en paños menores.

Comentario. Agua, azucarillos y aguardiente nació como una obra de circunstancia; la temporada teatral estaba finalizando y los aficionados pensaban que se trataba de una obra de relleno, pero se encontraron con una maravilla, desde el primer momento. Tanto fue así que, al finalizar la representación, después de haber repetido casi todos los números cuatro o cinco veces, Chueca fue llevado a hombros desde el teatro, hasta su casa, en el 104 de la calle de Alcalá, algo más arriba de donde esta calle se une con la de O’Donell. Quienes conozcan Madrid podrán comprobar que se trata de un buen paseo.

La música de Chueca, chispeante y despreocupada, corrió de boca en boca inmediatamente. Desde entonces, todos los números de la partitura gozan de particular y merecida fama. Díganlo, si no, ese Coro de niñeras (Tanto vestido nuevo...) o el de barquilleros en el que los personajes pregonan tanto su mercancía como su origen (Vivimos en la Roda de Embajadores...). Tampoco hay que olvidarse de la excelente mazurca o del delicado vals, y por supuesto, no puede quedar sin cita la escena final entre las aguadoras que se ha convertido en la bronca más famosa de la zarzuela.

Imagen de la escenografía (Foto. T. Zarzuela)
La versión actual se debe a Nando López y apoyándose en los caracteres del trabajo orignal de Ramos Carrión, traslada los personajes a la época actual, presentando problemas personales distintos, aunque en esencia continúan siendo los tradicionales en el teatro y, en concreto, los específicos de la obra original: amores, celos, amistad, situaciones económicas problemáticas …

Algunos personajes han desaparecido, pero se incluye la presencia del propio Federico Chueca, cuyos números musicales han sido respetados, incluidos los textos iniciales del libretista zamorano.

El reparto lo forman un grupo de jóvenes, menores de 30 años, que han superado unas pruebas a las que se presentaron 220 candidatos. El Proyecto Zarza, estrella de esta etapa del Teatro, continúa contando con un numeroso público. Sus anteriores producciones han sido vistas por unos 20.000 espectadores y para esta agua, azucarillos y aguardiente, están vendidas todas las localidades.  

José Prieto Marugán


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