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miércoles, 19 de febrero de 2020

Farinelli. Feliz recuperación.




Farinelli. Ópera en un prólogo y tres actos de Juan Antonio Cavestany. Música de Tomás Bretón.
Intérpretes: Maite Beaumont. Nancy Fabiola Herrera. Rodrigo Esteve. David Menéndez. Leonardo Sánchez. Manuel Fuentes. Emilio Gutiérrez Caba. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: Guillermo García Calvo. Teatro de la Zarzuela: 17-02-2020.

Creo que este comentario debe comenzar por las felicitaciones y agradecimientos, para todos cuantos han intervenido en la recuperación de una obra tan importante para nuestro patrimonio como Farinelli, del gran compositor Tomás Bretón, que no sólo es el de La verbena de la Paloma y la Jota de La Dolores. Agradecimientos que personalizamos en los nombres de Emilio Casares, insistente recuperador de la memoria operística española, y Daniel Bianco, que ha puesto el Teatro de la zarzuela y todo su equipo a disposición de este proyecto, del que sólo podemos lamentar que no haya sido posible contemplar una versión escénica.

Después de 118 años de olvido, hoy se conocen los detalles de una ópera tan singular y de indudable calidad como Farinelli. Su estreno en el Teatro Lírico, coliseo construido para albergar la ópera española que el Teatro Real tenía olvidada y arrinconada; la calidad de su música, demostrativa de la de su creador. El diseño vocal de sus personajes principales, especialmente el de la protagonista; la riqueza de su orquestación y el empleo de recursos compositivos que podríamos llamar “originales”; pues no “copian” ni los modelos italianos con un canto únicamente virtuoso, ni germánicos, aunque hay momentos de evidente densidad orquestal.
Tomás Bretón Hernández

Farinelli es una obra excelente, que bien podría figurar en el repertorio occidental, junto a otros muchos títulos. Nos han interesado especialmente los dos últimos actos (el final del acto segundo es espectacular). También nos ha llamado la atención la calidad literaria del libreto: versos técnicamente bien hechos (en cuanto a ritmo y rima) y con una expresividad fácilmente comprensible gracias al buen uso del lenguaje para describir lo que ocurre. Bretón, además, ha sido capaz de adecuar la prosodia musical a la gramatical, sin violencia ni artilugio. Creo que al texto de Farinelli no se puede achacar ninguno de esos adjetivos que solemos atribuir a los libretos.

En cuanto a la interpretación hay que destacar, en principio, la valides del conjunto, tanto de los solistas como del coro y la orquesta. Maite Baumont, mezzosoprano navarra, que debutaba en una producción de la Zarzuela, fue la triunfadora del conjunto, gracias a su amplio registro, con unos graves llenos y redondos, y un agudo definido y claro. Nancy Fabiola Herrera, con un papel menos desarrollado, dio muestras de potencia sonora, con sobrados recursos técnicos. Rodrigo Esteves, barítono hispano-brasileño, es un cantante al que nos gustaría ver más en el teatro; su voz tiene en el repertorio numerosos papeles en los que lucirse y dar buenas tardes al teatro. El también barítono David Menéndez, cumplió con su papel, aunque de menos protagonismo que el de Esteves.Un joven tenor mexicano, Leonardo Sánchez y un también joven bajo, Manuel Fuentes, podría decirse que fueron una revelación para el coliseo; el primero por el color metálico de su voz, el segundo por la redondez y consistencia de su registro a una edad tan temprana.

El gran actor Emilio Gutiérrez Caba, fue el narrador de unos textos introductorios a cada parte, redactados por María Velasco.
 
Un momento de la interpretación (Foto. T. Zarzuela)
La intervención del Coro fue excelente y muy intensa, pues interviene en 20 de los 26 números de la obra. Mereció un gran aplauso del público por su trabajo, aunque su situación al fondo de la escena, quizá nos privó de pequeños detalles de su interpretación. La orquesta también funcionó muy bien. García Calvo, el reciente Director Musical del Teatro, estuvo atento a todos los detalles, de solistas, músicos y coristas. Consiguió equilibrio de planos, destacó los juegos armónicos del acompañamiento y mantuvo siempre en primer plano a los cantantes, impidiendo que el poderío sonoro de la orquesta ocultara sus intervenciones.

En resumen, Farinelli ha sido uno de los grandes acontecimientos de la historia reciente del Teatro de la Zarzuela. Para unos, podrá ser un ejemplo del lo que hay que hacer por nuestra música; otros mirarán hacia otro lado, y espero que no aparezcan quienes siguen olvidándose de lo que nuestro patrimonio puede ofrecer a un mundo global. Porque, como dice un conocido anuncio, lo vale.

Vidal Hernando.

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