Don
SEBASTIÁN. Buenas tarde,
Don Hilarión. ¿Qué tal se encuentra? ¿Y su familia?
Don
HILARIÓN. Buenas tardes,
Don Sebastián. Bien, bien; en casa todos bien, al menos hasta ahora. Yo … como
siempre, con buena salud, pero un poco trise, la verdad.
SEB. No me extraña. La situación, es grave, muy
grave. Sobre todo, sus amigos los médicos, enfermeros, personal auxiliar,
cuidadores, policías, militares … En fin, los que están en primera línea de
esta guerra contra un mal bicho, cobarde…
HIL. Sí, sí. Tiene razón, Don Sebastián; tiene
muchísima razón. Por lo del virus ese estoy muy preocupado, como todos; no es
para menos. Pero mi tristeza tiene otro origen. Se lo puede usted imaginar, es
por cosa de la zarzuela.
SEB. Es verdad, como el teatro está cerrado ….
HIL. Ya,
ya, pero no es sólo por eso.
SEB. ¿Entonces?
HIL. Verá usted, Don Sebastián. Con la que está
cayendo, no puedo decirlo alegremente, porque la gente no lo entendería. Pero, ¡qué quiere que le diga! A mí me
preocupa y me aflige.
SEB. Le entiendo, Don Hilarión, le entiendo. Yo
tengo un juanete que me mortifica y me tortura, pero, ¡cualquiera se queja! ¡Me
llamarían de todo!
HIL. Hombre,
Don Sebastián. Ahora no creo que le moleste demasiado, como estamos confinados,
presos, como si dijéramos, no andará usted mucho. Y si no se anda, los juanetes
…
SEB. No se ría usted, pero dígame, ¿Qué es lo que
le preocupa, lo que le inquieta, lo que le alarma…?
HIL. Está bien, Don Sebastián. Como usted es mi
amigo, se lo diré. El problema es: Policías
y ladrones.
SEB. ¿Policías
y ladrones? ¿Cosas de orden público?
Cartel de las representaciones suspendidas |
HIL. ¡No,
hombre, no! ¡La zarzuela! Esa que se iba a estrenar hace dos años, en 2017, y
que no se pudo hacer por la huelga de los trabajadores del teatro. ¿No se
acuerda usted?
SEB. ¡Ah,
sí! Ahora que lo dice. La huelga por lo de la unión del Teatro Real con el
Teatro de la Zarzuela.
HIL. ¡Unión,
unión! … Yo lo llamaría absorción, succión, más bien… ¡Menos mal que aquello
pasó, de lo contrario! …. Bueno, dejémoslo: “Agua pasada no mueve molino”.
Pero, como Policías y ladrones no se
estrenó, estaba previsto hacerlo ahora, dentro de unos días, en esta temporada.
Pero como el puñetero virus ese nos ha puesto en solfa … Pues, eso, que ni
policías, ni ladrones, ni estreno, ni nada. ¡Otra zarzuela en el cajón del
olvido! ¿No es para estar triste?
SEB. Es verdad, el bicho este … ha trastocado
todo.
HIL. ¡Pues
podía haberse quedado donde estuviera! Porque, ¡vamos a ver!, ¡Qué le ha hecho
la zarzuela! ¡Claro, como la zarzuela es prudente y discreta, y no da guerra…!
¡Cualquiera se atreve con ella! ¡Lo hemos visto muchas veces! Los
intelectuales, los modernos, los progresistas, los antiespañoles, … todo el
mundo se ha metido con la zarzuela. Y ahora, esta alimaña canija, esta sabandija
miserable, se ceba con ella. ¿Por qué no ha arremetido contra el fútbol o las
carreras de coches, … ¡Yo se lo diré, amigo mío! Porque esos son fuertes, muy
fuertes, tienen mucho dinero y mucho poder …
SEB. Se está usted poniendo como la grana. No se
altere, Don Hilarión, no se convierta en Don Quijote, que le puede dar un aire,
y como venga derecho, no le salva ni toda la farmacopea de su botica.
HIL. ¡Es
que me pongo…! ¡Se me revuelve la bilis, el líquido raquídeo y todas las
secreciones glandulares del cuerpo! ¡Ay,
Dios mío!
SEB. ¿Cómo? ¿Recurre usted a Dios? Pero si usted
no es creyente, vamos que se fía de Él menos que de los remedios de la
parafarmacia.
HIL. No
se burle, Don Sebastián, no se burle. La
exclamación, es eso, una exclamación; nada más. No le busque usted al felino
doméstico más puntos de apoyo que los que ostenta. Escúcheme.
SEB. Soy todo oídos.
HIL. Yo
esperaba, como agua de mayo, poder ver este año esa zarzuela nueva. Ya había
movido mis amistades, y mi bolsillo, para ver y oír, las cinco representaciones
que se le iban a dar. Y sólo, por una razón.
SEB. ¡Sólo una! Ya me dirá usted.
HIL. Solo una: comprobar si a estas alturas de la
película, es decir en este siglo XXI, podía seguir existiendo el género de la
zarzuela; si después de tanto olvido, desprecio y descrédito, era posible crear
una zarzuela nueva, con textos y músicas escritos en nuestros días, sin
necesidad de recurrir a arreglos, adaptaciones o versiones de obras conocidas y
admiradas, realizadas por sujetos, entes o individuos que lo que demuestran es
su incapacidad para escribir una zarzuela.
Sólo quería eso: comprobar si la zarzuela podría
subsistir o había que darla definitivamente por muerta. ¿No ha subsistido la
ópera? ¿No ha evolucionado el teatro? Y, ¿qué me dice usted de la danza? ¿Y el cine? …. ¿Por qué no la zarzuela?
SEB. Hombre, visto así … Comprendo que le
entristezca que se hayan cancelado las representaciones. Pero, no se preocupe,
Don Hilarión. Saldremos de esta, ya lo verá. Venceremos al bicho ese y pronto
volveremos a nuestra vida cotidiana de todos los días.
HIL. ¡Ojalá! No se imagina usted cómo lo deseo.
Casi, casi más que los autores y los intérpretes. ¿Se imagina usted cómo estarán
Álvaro del Amo, el libretista, o Tomás Marco, el compositor?
Una escena del montaje que vuelve a ser cancelado. |
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