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miércoles, 25 de marzo de 2020

Adiós a "Policías y ladrones".


Don SEBASTIÁN.  Buenas tarde, Don Hilarión. ¿Qué tal se encuentra? ¿Y su familia?
Don HILARIÓN.  Buenas tardes, Don Sebastián. Bien, bien; en casa todos bien, al menos hasta ahora. Yo … como siempre, con buena salud, pero un poco trise, la verdad.
SEB.  No me extraña. La situación, es grave, muy grave. Sobre todo, sus amigos los médicos, enfermeros, personal auxiliar, cuidadores, policías, militares … En fin, los que están en primera línea de esta guerra contra un mal bicho, cobarde…
HIL.  Sí, sí. Tiene razón, Don Sebastián; tiene muchísima razón. Por lo del virus ese estoy muy preocupado, como todos; no es para menos. Pero mi tristeza tiene otro origen. Se lo puede usted imaginar, es por cosa de la zarzuela.
SEB.  Es verdad, como el teatro está cerrado ….
HIL. Ya, ya, pero no es sólo por eso.
SEB. ¿Entonces? 
HIL.  Verá usted, Don Sebastián. Con la que está cayendo, no puedo decirlo alegremente, porque la gente no lo entendería.  Pero, ¡qué quiere que le diga! A mí me preocupa y me aflige.
SEB.  Le entiendo, Don Hilarión, le entiendo. Yo tengo un juanete que me mortifica y me tortura, pero, ¡cualquiera se queja! ¡Me llamarían de todo!
HIL. Hombre, Don Sebastián. Ahora no creo que le moleste demasiado, como estamos confinados, presos, como si dijéramos, no andará usted mucho. Y si no se anda, los juanetes …
SEB.  No se ría usted, pero dígame, ¿Qué es lo que le preocupa, lo que le inquieta, lo que le alarma…?
HIL.  Está bien, Don Sebastián. Como usted es mi amigo, se lo diré. El problema es: Policías y ladrones.
SEB.  ¿Policías y ladrones? ¿Cosas de orden público?


Cartel de las representaciones suspendidas

HIL. ¡No, hombre, no! ¡La zarzuela! Esa que se iba a estrenar hace dos años, en 2017, y que no se pudo hacer por la huelga de los trabajadores del teatro. ¿No se acuerda usted?
SEB. ¡Ah, sí! Ahora que lo dice. La huelga por lo de la unión del Teatro Real con el Teatro de la Zarzuela. 
HIL. ¡Unión, unión! … Yo lo llamaría absorción, succión, más bien… ¡Menos mal que aquello pasó, de lo contrario! …. Bueno, dejémoslo: “Agua pasada no mueve molino”. Pero, como Policías y ladrones no se estrenó, estaba previsto hacerlo ahora, dentro de unos días, en esta temporada. Pero como el puñetero virus ese nos ha puesto en solfa … Pues, eso, que ni policías, ni ladrones, ni estreno, ni nada. ¡Otra zarzuela en el cajón del olvido! ¿No es para estar triste?
SEB.  Es verdad, el bicho este … ha trastocado todo.
HIL. ¡Pues podía haberse quedado donde estuviera! Porque, ¡vamos a ver!, ¡Qué le ha hecho la zarzuela! ¡Claro, como la zarzuela es prudente y discreta, y no da guerra…! ¡Cualquiera se atreve con ella! ¡Lo hemos visto muchas veces! Los intelectuales, los modernos, los progresistas, los antiespañoles, … todo el mundo se ha metido con la zarzuela. Y ahora, esta alimaña canija, esta sabandija miserable, se ceba con ella. ¿Por qué no ha arremetido contra el fútbol o las carreras de coches, … ¡Yo se lo diré, amigo mío! Porque esos son fuertes, muy fuertes, tienen mucho dinero y mucho poder …
SEB.  Se está usted poniendo como la grana. No se altere, Don Hilarión, no se convierta en Don Quijote, que le puede dar un aire, y como venga derecho, no le salva ni toda la farmacopea de su botica.
HIL. ¡Es que me pongo…! ¡Se me revuelve la bilis, el líquido raquídeo y todas las secreciones glandulares del cuerpo!  ¡Ay, Dios mío!
SEB.  ¿Cómo? ¿Recurre usted a Dios? Pero si usted no es creyente, vamos que se fía de Él menos que de los remedios de la parafarmacia. 
HIL. No se burle, Don Sebastián, no se burle.  La exclamación, es eso, una exclamación; nada más. No le busque usted al felino doméstico más puntos de apoyo que los que ostenta. Escúcheme.
SEB.  Soy todo oídos.
HIL. Yo esperaba, como agua de mayo, poder ver este año esa zarzuela nueva. Ya había movido mis amistades, y mi bolsillo, para ver y oír, las cinco representaciones que se le iban a dar. Y sólo, por una razón.
SEB.  ¡Sólo una! Ya me dirá usted.
HIL.  Solo una: comprobar si a estas alturas de la película, es decir en este siglo XXI, podía seguir existiendo el género de la zarzuela; si después de tanto olvido, desprecio y descrédito, era posible crear una zarzuela nueva, con textos y músicas escritos en nuestros días, sin necesidad de recurrir a arreglos, adaptaciones o versiones de obras conocidas y admiradas, realizadas por sujetos, entes o individuos que lo que demuestran es su incapacidad para escribir una zarzuela.
Sólo quería eso: comprobar si la zarzuela podría subsistir o había que darla definitivamente por muerta. ¿No ha subsistido la ópera? ¿No ha evolucionado el teatro? Y, ¿qué me dice usted de la danza?  ¿Y el cine? …. ¿Por qué no la zarzuela?
SEB.  Hombre, visto así … Comprendo que le entristezca que se hayan cancelado las representaciones. Pero, no se preocupe, Don Hilarión. Saldremos de esta, ya lo verá. Venceremos al bicho ese y pronto volveremos a nuestra vida cotidiana de todos los días. 
HIL.  ¡Ojalá! No se imagina usted cómo lo deseo. Casi, casi más que los autores y los intérpretes. ¿Se imagina usted cómo estarán Álvaro del Amo, el libretista, o Tomás Marco, el compositor?

Una escena del montaje que vuelve a ser cancelado.


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