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sábado, 14 de noviembre de 2020

La del manojo de rosas: éxito revalidado.

 

La del manojo de rosas. 

Sainete lírico en dos actos de Anselmo Cuadrado Carreño y Francisco Ramos de Castro. Música de Pablo Sorozábal. Ascensión: Ruth Iniesta. Clarita: Sylvia Parejo. Doña Mariana: Milagros Martín. Joaquín: Carlos Álvarez. Ricardo: Vicenc Esteve. Capó: David Pérez Bayona. Espasa: Ángel Ruiz. Dirección de escena: Emilio Sagi. Escenografía: Gerardo Trotti. Vestuario: Pepa Ojanguren †. Iluminación: Eduardo Bravo.  Coreografía: Goyo Montero †. Reposición coreográfica: Nuria Castejón. Coro titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró).  Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Guillermo García Calvo. Teatro de la Zarzuela: 12-11-2020.

 

Treinta años tiene este montaje de una de las grandes obras del repertorio zarzuelero. Treinta años, en esto del teatro, es una edad avanzada que no todas las producciones alcanzan. Durante estas tres décadas, esta versión del sainete se ha escuchado en varias ciudades españolas, en París y en Roma, con éxito reconocido. ¿Cuáles son las razones de esta vigencia y pervivencia?  A mi juicio, cuatro: Un texto excelente, bien equilibrado en lo serio y lo cómico, con consistencia dramatúrgica, y con sus pinceladas críticas y de actualidad; una música excelente, adecuada al texto y a las situaciones, apropiada a la prosodia y a la entonación del lenguaje, una habilidad indiscutible para fusionar ritmos populares con las formas modernas de la época, y  una orquestación brillante; además, un montaje, ágil, adecuado al espíritu de la obra, fresco, dinámico y respetuoso con el trabajo original. Y, naturalmente, una interpretación magnífica, sentida por cada uno de los intérpretes, expresada con claridad y, sobre todo, con interés y cariño por el trabajo bien hecho. Resultado: la lozanía de una producción que habría llenado hasta la bandera la docena defunciones previstas, si no hubiera sido por las consecuencias de la pandemia que soportamos, que ha obligado al Teatro de la Zarzuela, a reducir su aforo a la mitad. 
 
 
Carlos Álvarez y Ruth Iniesta. Foto: T. Zarzuela
La de este año es la quinta reposición de La del manojo en el teatro madrileño, lo que significa que la versión de Emilio Sagi es muy conocida del público capitalino. No obstante, queremos insistir en el respecto al texto original, la concepción “clásica” de la escenografía y el “tradicional” manejo de los movimientos escénicos. Con estos elementos, el sainete funciona a la perfección.

 En esta ocasión Ruth Iniesta, que hizo el papel de Clarita en la temporada 2013/14, es Ascensión, la florista.  Tuve la impresión de que su voz ha ganado en cuerpo y potencia; hizo una interpretación convincente y brillante que fue muy aplaudida. Carlos Álvarez, que intervino en la producción de 1990 mostró su voz poderosa y profunda, y cautivó al público, hasta el punto de que se vio obligado a bisar la célebre “Madrileña bonita”, algo muy poco frecuente hoy en las representaciones de la Zarzuela. Milagros Martín, persona fundamental en nuestro teatro lírico, dio vida a Doña Mariana, la madre de Joaquín con lo que quizá haya conseguido un récord: interpretar los tres papeles femeninos de esta obra: Ascensión, Clarita y Doña Mariana. El rol de Ricardo, el aviador, fue interpretado por el barcelonés Vicenç Esteve, que estuvo a la altura en su intervención. El ilustrado “Espasa”, papel complejo y delicado, fue brillantemente defendido por el malagueño Ángel Ruiz, que fue muy aplaudido y nos recordó a otros intérpretes de este singular personaje. Clarita y Capó, la tradicional pareja cómica (que en este sainete casi es un trío por los intereses de Espasa por la muchacha) estuvieron a cargo de Sylvia Parejo y David Pérez-Bayona. Ambos proceden del Proyecto Zarza, actividad desarrollada por el Teatro con destino a los jóvenes (intérpretes y espectadores) que está dando muy buenos resultados. Los dos crearon unos personajes simpáticos, dinámicos, y, sobre todo, ajustados a la idea original del sainete.

Destacaría, además, la dicción del conjunto; el texto de cada intervención se entendía casi sin recurrir a los sobretítulos, excepto quizá la farruca que como está escrita en caló… Esto de la articulación en el canto es especialmente complicado en las voces femeninas, pero en esta ocasión fue resuelto a satisfacción.

Dúo de Ricardo (a la izquierda) y Joaquín (derecha) (TZ.)

 

La dirección musical fue de Guillermo García Calvo, madrileño y actual director musical de la Zarzuela. Realizó un trabajo detallado con una orquesta muy reducida por causa del Covid. Con sólo 23 músicos en el foso, fue capaz de destacar la brillantez de una gran orquestación y superar los problemas de equilibrio que plantea esta carencia. La representación fue llevada con tranquilidad, sin caer en las “velocidades” que escuchamos en otras ocasiones, dejando que la música respire sin agobios.

 

En resumen, unas “rosas”; frescas, brillantes y olorosas; unas rosas como las que alegran la primavera, con esas radiantes gotitas de rocío, que las embellecen todavía más.  Podemos estar orgullosos por tener representaciones como esta y poder disfrutar de ellas plenamente.

 

Hemos de dejar constancia de la excelente y eficaz organización del espectáculo a causa de la existencia del coronavirus: circuitos separados para la entrada de los espectadores, dependiendo de su localidad; alfombrillas para la limpieza del calzado, gel hidroalcohólico, desinfección del teatro antes y después de cada espectáculo, eliminación de los descansos para evitar la concentración de personas, butacas vacías para mantener la separación de los asistentes, salida escalonada y organizada, de los asistentes, … y otros detalles,  ofrecen a los trabajadores, el mejor ambiente laboral posible y a los espectadores una sensación de seguridad y de tranquilidad que les permiten disfrutar de la función sin preocupaciones.  

 Vidal Hernando.

 

Los responsables del montaje


 

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