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sábado, 7 de noviembre de 2020

Zarzuelas: La del manojo de rosas.

 

Sainete lírico en dos actos. Libro de Anselmo Cuadrado Carreño y Francisco Ramos de Castro Música de Pablo Sorozábal. Estreno: 13 de noviembre de 1934, en el Teatro Fuencarral, de Madrid. Acción en Madrid, época del estreno.

 LA DEL MANOJO DE ROSAS.

Producción del Teatro de la Zarzuela (1990).


Equipo artístico:

Ascensión: Ruth Iniesta * / Raquel Lojendio**.  

Clarita: Sylvia Parejo * / Nuri Pérez **.

Doña Mariana: Milagros Martín.

Joaquín: Carlos Álvarez * / Gabriel Bermúdez **.

Ricardo: Vicenc Esteve.

Capó: David Pérez Bayona * / Joselu López **.

Espasa: Ángel Ruiz.

Don Daniel: Enrique Baquerizo.

Don Pedro: César Sánchez.

Un inglés: Eduardo Carranza

 

Equipo técnico:

Dirección de escena: Emilio Sagi.

Escenografía: Gerardo Trotti.

Vestuario: Pepa Ojanguren

Iluminación: Eduardo Bravo.

Coreografía: Goyo Montero  

Reposición coreográfica: Nuria Castejón.

Coro titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró).

 Orquesta de la Comunidad de Madrid.

Dirección musical: Guillermo García Calvo.

 

12 funciones:

10 al 22 de noviembre de 2020.

*       10, 12, 14, 18, 20 y 22, de noviembre.

**     11, 13, 15, 17, 19 y 21, de noviembre.

 Funciones especiales: Con audiodescripción: 21 de noviembre.

Transmisión directa por You Tube, Faccebook y la web del Teatro: 12 de noviembre. 20 horas.

Duración del espectáculo: 120 minutos, sin pausa.

 Personajes e intérpretes principales del estreno.Ascensión, florista enamorada de Joaquín (María Vallojera, soprano). Clarita, manicura ayudante de Ascensión y novia de Capó (María Téllez, tiple cómica). Doña Mariana, madre de Joaquín (Amparo Bori, papel hablado).

Joaquín, mecánico de automóviles (Luis Sagi-Vela, barítono). Ricardo, aviador presuntuoso, pretendiente de Ascensión (Manuel Cortés, tenor). Capó, ayudante de Joaquín, simpático y despistado (Eladio Cuevas, tenor cómico). El Espasa, camarero castizo y sentencioso, (Francisco Arias, cantante cómico) Don Daniel, padre de Ascensión (Francisco Ruiz, barítono) Don Pedro Botero, chatarrero, padre de Joaquín (Vicente Gómez Bur, actor)

Números musicales.  Acto I. Introducción y presentación de Ascensión (“Dice la gente del barrio”). Dúo de Ascensión y Joaquín. Pasodoble (“Hace tiempo que vengo al taller”). Dúo de Ricardo y Joaquín. Chotis (“¿Quién es usté?”).  Final cuadro I. Instrumental. Romanza de Ascensión (“No corté más que una rosa”). Dúo de Clarita y Capó. Foxtrot (“Tienes que ser dócil”). Final acto I. (“Ascensión... ¿qué es lo que quieres?).  Acto II.Preludio. Pasodoble instrumental. Dúo de Clarita y Capó. Farruca (“Chinochilla de mi charniqué”). Romanza de Joaquín. Habanera (“Madrileña bonita”). Dúo de Ascensión y Joaquín. Habanera (“¿Qué esto está muy bajo?”). Romanza de Joaquín (“¡Qué tiempos aquellos!”). Escena final. Zapateado, chotis y mazurca (“¿Es que tú te has creído?”).

Argumento. Acto I.  Plaza Delquevenga, en el Madrid de los años 30. En ella hay varios establecimientos: un  taller mecánico, en el que trabajan Joaquín y Capó; una floristería llamada “La del manojo de rosas”, donde Ascensión cuida su mercancía, y un bar en el que charlan Espasa y Don Daniel. Éste último prefiere a Ricardo, el aviador, entre los pretendientes de su hija, pero Ascensión no se siente atraída por él, prefiere a Joaquín. El mecánico y la florista se declaran, lo cual conlleva una discusión entre los dos hombres.

Un nuevo personaje interviene. Es don Pedro. Entabla conversación con Espasa y declara que su hijo no es mecánico. Cuando aparece Clara, Capó asegura estar loco por ella, pero la joven no le hace el menor caso, fingiendo aceptar las insinuaciones de Espasa que parece un hombre culto y de mundo.

Recibidor de una casa elegante. Ascensión ha llegado a entregar sus flores y es interrogada por doña Mariana que le pregunta si tiene novio. La joven contesta afirmativamente. Doña Mariana la aconseja mientras critica a los maridos hasta que aparece el suyo, que no es otro que don Pedro, el chatarrero que, además resulta ser el padre de Joaquín. Al salir de la casa Ascensión, se cruza, accidentalmente con Joaquín, quien, vestido de señorito, saluda a su madre. La muchacha, se siente engañada.

De nuevo en la plaza. Ascensión está muy triste y Espasa trata de averiguar por qué. La llegada de un cliente rompe el diálogo para dejar paso al que sostienen Clara y Capó. Este último está mosca con Espasa porque se ha enterado que llevó a Clara a una sesión de espiritismo, cosa que intuye como atrevida y peligrosa. Cuando entra Joaquín en escena, la mujer, entre sollozos, le recrimina su actitud: él es un señorito y se ha hecho pasar por un obrero para conquistarla.

Acto II. Ha pasado algún tiempo. La vida en la plaza sigue aunque con algunos cambios. Clara es la dueña de la floristería nueva florista y Espasa es ahora cobrador de autobús. Ascensión, ricamente ataviada (su padre ha ganado un pleito y hay dineros en la casa), aparece en la plaza esperando a Ricardo. Cuando Joaquín sale vestido de mecánico, Ascensión le ve y se ríe de él porque cree que, de nuevo, trata de hacerse pasar por obrero. Joaquín cuenta la verdad: ahora ha de mantener a los suyos porque su padre está arruinado.Espasa (con la cabeza vendada porque intentó conducir el autobús del que era el cobrador) charla con don Pedro que desea el estallido de una gran guerra, para, de esta manera, dar salida a las grandes cantidades de chatarra que tiene almacenadas y volver a recuperar su estatus social,

Ascensión, que aún continúa enamorada de Joaquín, se viste modestamente, toma un ramo de flores y lo lleva a doña Mariana que ahora vive en un barrio pobre. Gracias a ese pretexto vuelve a encontrarse con el mecánico y tras los reproches iniciales, se reconcilian.

Espasa y Clara tienen una misión que cumplir: cada uno de ellos tiene el encargo de Ricardo y Ascensión, respectivamente, de decir al otro que su noviazgo no puede proseguir. Cumplen el recado y Ricardo y Ascensión quedan como amigos. En ese momento aparece Joaquín y Ascensión felices y cogidos de la mano.

Comentario.  Treinta años de vida tiene esta producción, la que más ha viajado fuera del escenario de Jovellanos y que aún mantiene la gracia y la frescura de 1990. ¿Cuáles son las razones? A mi juicio, tres: la consistencia dramatúrgica de un gran libreto, su agilidad, su gracia, su dosis de sentimentalismo, sus pinceladas críticas con la sociedad de su tiempo, es decir todos los ingredientes de un gran sainete. La música magnífica, adecuada a una obra de sus características, que engarza melodías populares y los ritmos modernos de la época. Un trabajo modélico. La tercera razón es una excelente dirección de escena y un adecuado planteamiento. Esto es lo que demanda la obra y lo que agradece el público. Hemos de unir, claro está, el trabajo de la orquesta (esta vez reducida a unos pocos elementos, por causa de la pandemia) y de los intérpretes, que están en sus respectivos papeles como si fueran una parte de sí mismos,

Pablo Sorozábal dedicó La del manojo de rosas, "A mi hijo Pablo que vino al mundo a la vez que esta partitura.” Por causa tan lógica y evidente, Enriqueta Serrano, tiple cómica y esposa del compositor, no pudo intervenir en el estreno, en el que hubiera dado vida al personaje de Clarita. Otra curiosidad en torno a este sainete es que estuvo a punto de no ser estrenado ese día porque, ¡era martes y trece!, pero prevaleció el criterio del músico que consideraba esta superstición como una paparrucha.Al margen de estos sucesos podemos afirmar que La del manojo de rosas es uno de los sainetes más logrados, en lo que respecta a la caracterización de los personajes. Ese Joaquín, señorito sin un duro, que aparenta lo que no es; Ascensión, la florista garbosa, simpática y romántica; la pizpireta y desenvuelta Clarita, interesada por la cultura y los avances de su tiempo, o el pintoresco personaje al que los autores llaman Espasa, con una dosis de intencionalidad innegable, son tipos absolutamente humanos. Salvando las distancias, no nos sería difícil encontrarlos hoy entre quienes nos rodean habitualmente.

El título procede de La revoltosa, concretamente del dúo de Mari-Pepa y Felipe: “… la de los claveles dobles / la del manojo de rosas, / la de la falda de céfiro / y el pañuelo de crespon ... "

Lo cual evidencia la intención de los autores de crear un sainete “actualizado”, en el que no faltan, insinuaciones reivindicativas laborales discutibles, quizá basadas en las nunca ocultadas simpatías políticas del músico vasco.

La del manojo de rosas tiene mucha música, y entre sus números destacan la romanzas de la protagonista “No corté más que una rosa”, y la de Joaquín, esa “Madrileña bonita”, en el segundo acto.  En el terreno de los dúos, La del manojo de rosas, ofrece una buena cosecha: el de Ascensión y Joaquín, “Hace tiempo que vengo al taller”, al ritmo vibrante de un pasodoble; y el simpático diálogo–enfrentamiento entre los pretendientes de Ascensión, Ricardo y Joaquín, “¿Quién es usted?”.  No pueden quedar sin cita el dúo cómico entre Clarita y Capó, “Tienes que ser dócil”, del primer acto, y el impresionante  “Chinochilla de mi charniqué”, en el segundo, en el que el pobre Capó, haciendo un alarde de pundonor para oponerse al sabihondo Espasa, canta en caló. El sainete se cierra, prácticamente, con otro dúo de Ascensión y Joaquín, “¿Está esto muy bajo?.... Qué tiempos aquellos”.

En sus 30 años de vida, esta producción del Teatro de la Zarzuela, en la que, por cierto, debutó el barítono Carlos Álvarez, se ha visto fuera de Madrid, enValencia, Málaga, Oviedo, Bilbao, Santander, Sevilla, Jerez de la Frontera, San Sebastián, Valladolid y Santiago de Compostela. Además, se ha ofrecido en la Ópera de Roma y en el Teatro Odeón de París. J.P.M.

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