Buscar este blog

viernes, 13 de mayo de 2022

Don Gil de Alcalá: Un buen ejemplo.

 


Don Gil de Alcalá. Ópera en tres actos. Texto y música de Manuel Penella (recuperación dek montaje del Teatro Campoamor, de Oviedo, de 2017).

Intérpretes principales: Sabina Puértolas, Carol García, María José Suárez, Celso Albelo, Carlos Cosías, Manel Esteve, Pablo López, Simón Orfila.

Equipo técnico: Dirección de escena: Emilio Sagi. Escenografía: Daniel Bianco. Vestuario: Pepa Ojanguren. Coreografía: Nuria Castejón. Iluminación: Eduardo Bravo (AAI). Dirección musical: Lucas Macías. Teatro de la Zarzuela: 11 de mayo de 2022.

No descubrimos nada si decimos que no es esta ópera de Manuel Penella una obra de repertorio. Y viendo lo que hemos tenido ocasión de contemplar en la Zarzuela, debería serlo porque tiene los ingredientes necesarios: una música variada, elegante y original; números de lucimiento para los solistas principales; un grupo de personajes cómicos (tradicionalmente fundamentales en nuestro teatro lírico) que hacen reír a los espectadores, y una historia sencilla y entendible, aunque haya quien vea en ella intenciones subyacentes que no encontramos.

 

Si a ello unimos que Don Gil ha sido presentada por un grupo de profesionales que saben lo que quieren, y cómo hacerlo, sin entrar en disquisiciones filosóficas fuera de lugar, sin intención de “actualizar” un argumento que es lo que es, que son capaces de trasladar a la escena el contenido de un libreto y saben sacar de los intérpretes las cualidades teatrales que tienen, el resultado no puede ser más que aplaudido por los espectadores. Así ocurrió el día señalado con un teatro lleno por completo.

Que este espectáculo sea una ópera y no una zarzuela, no tiene mayor importancia: es nuestro teatro lírico; que haya sido ofrecida por un determinado teatro y no por otro, es discusión inútil; las cosas son como son. Lo interesante es que hayamos tenido la ocasión de disfrutarla.

En consecuencia, nuestra reacción debe ser la de reconocimiento y felicitación a quienes la han hecho posible. Señalemos en principio a Emilio Sagi, por su excelente planteamiento y, sobre todo, su gran trabajo como director de escena: Sagi es un hombre de teatro que ha demostrado sus cualidades en numerosas ocasiones, un director capaz de sacar de los cantantes una vena interpretativa que no siempre tenemos ocasión de contemplar, capaz de imaginar el gesto, la acción, el movimiento de los personajes (véase, por ejemplo, la dinámica resolución escénica del final del primer cuadro del acto tercerto). Destaquemos también la escenografía de Daniel Bianco, sencilla y versátil Eficaz la coreografía de Nuria Castejón mostrando las danzas cortesanas y populares. Y sencillo y adecuado, el vestuario de la desaparecida Pepa Ojanguren.

En lo musical, tuvimos ocasión de contemplar un buen reparto. La soprano zaragozana Sabina Puértolas fue la protagonista femenina, Niña Estella, y se lució en su papel y especialmente en el aria del primer acto (“Bendita cruz”). Carol García, mezzosoprano fue Maya, la criada y amiga de Niña Estrella, muy aplaudida junto a la Puértolas en la maravillosa y conocida habanera (“Todas las mañanitas”). La experimentada María José Suárez, mezzosoprano ovetense, hizo el papel de la Madre abadesa con intensidad y convencimiento.

 

Celso Albelo, el gran tenor tinerfeño que triunfa en los grandes teatros del mundo y al que quisiéramos ver con más frecuencia en el coliseo de Jovellanos, fue Don Gil, un pícaro militar que, no obstante, se gana el cariño del público. Cantó con energía, mostrando recursos técnicos impresionantes, como los pianísimos o los brillantes y poderosos sobreagudos. El barítono barcelonés Manel Esteve, fue Don Diego, el rival de Don Gil. Desenvolvió su papel con energía y destacada expresividad. El también barcelonés Carlos Cosía, y el menorquín Manel se hicieron cargo de los personajes cómicos masculinos. El primero fue Chamaco, criado de Niña Estrella, individuo simple, sincero y con su deje mexicano; el segundo, sargento de origen sevillano, astuto compañero de Don Gil, fue ovacionado en su apasionado canto al vino de Jerez  Ambos hicieron reír al público con sus intervenciones.

El Coro del teatro (que cantaba sin mascarillas, por fin) ofreció, como es habitual, una interpretación de calidad, y la orquesta, a las órdenes del onubense Lucas Macías, que dirigía por primera vez en el teatro, sonó muy bien. La escritura de Penella sólo para cuerda y arpa, es tan rica en matices y colores que no se echan de menos maderas y metales.

En resumidas cuentas, una velada excelente, una ocasión para disfrutar de una obra lírica magnífica y, como decíamos al comienzo, un motivo de felicitación y agradecimiento.

 

Vidal Hernando.

Fotos: Javier del Real (Teatro de la Zarzuela).

No hay comentarios:

Publicar un comentario