No cabe la menor dura de que la reposición de esta producción, vista en el Teatro en 2019, ha sido un completo acierto, tanto por la asistencia de público (el local estaba hasta la bandera) como por el resultado artístico, si juzgamos por los aplausos entusiastas tras cada número y, sobre todo, al final del mismo.
El elenco artístico del primer reparto (el que comentamos) ha sido, en los papeles principales, prácticamente el mismo de entonces, a con la excepción de los papeles de Don Juan de Peralta y Don Pedro de Monforte, que han sido defendidos por Gerardo Bullón y Abel García, respectivamente.
Releyendo el comentario que hice en su momento (http://zarzuelerias.blogspot.com/2019/03/zarzuela-el-barberillo-de-lavapies.html), que doy por reproducido, debo recalcar la excelencia de la producción, la calidad de los cantantes protagonistas, de los personajes secundarios y del coro, compactado y sonoro como siempre. La intervención de la orquesta me pareció un poco rápida; creo que la música debe respirar, y aquí me dio la sensación de ir algo agobiada. Sobre la escenografía, a base de paneles móviles, que califiqué de “insulsos” en su momento, hoy siguen sin sugerirme nada de la vistosidad ambiental que, a mi juicio, requiere una obra vitalista y alegre.
La interpretación nos pareció muy atractiva. Borja Quiza fue un Lamparilla vital, pícaro, con dominio del personaje, tanto en lo vocal como en las intervenciones habladas. Javier Tomé, como don Luis de Haro, fue un oponente de buen nivel, aunque su papel es más corto; en lo hablado, algo más rígido que el barberillo. Cristina Faus, la célebre costurera Paloma, tiene aprehendido el personaje, tanto en la parte cantada, como en la actoral. Junto a Lamparilla dieo un bis del célebre dúo del segundo acto. María Miró, en el rol de la Marquesita, se lució junto a sus compañeros. Muy convincentes Gerardo Bullón, como Don Juan de Perales y Abel García, como el militar Don Pedro de Monforte.
El barberillo de Lavapiés sigue teniendo la vigencia de una obra maestra: ágil y vistosa. Debo añadir un elogio para el libretista Luis Mariano de Larra: qué ritmo en el verso, qué dominio del lenguaje y, sobre todo, que capacidad de crear una crítica implacable y graciosa, que sigue teniendo la misma vigencia en nuestros días. Y hace que se estrenó ¡146 años!
Vidal Hernando.
Fotos (T. de la Zarzuela)
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