Intermezzo barroco en tres actos basado en la comédie-ballet Monsieur de Pourceaugnacc de Moliére y Jean-Baptiste Lully, con música de Johann Adolph Hasse.
Dentro del ciclo Teatro Musical de Cámara, coproducido por la Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela, hemos tenido ocasión de asistir a la primera representación en tiempos modernos, de un espectáculo simpático, entretenido y desconocido en nuestros teatros actuales.
Un “Intermezzo” responde, como su traducción española “intermedio” a un espectáculo cantado, similar a la ópera, que se ofrecía en los teatros de Venecia y Nápoles en los entreactos de una comedia, drama u gran ópera, y que tuvieron mucho predicamento en la corte española de Fernando VI. Tales “intermezzos” eran de naturaleza operística y estaban estructurados en arias, dúos y recitativos. Estos últimos narran y desarrollan la historia de la obra y van dando pie a las partes cantadas. La temática de tales “intermezzos” era de carácter humorístico, crítico, irónico y satírico: Y lo que es, quizá, más importante, trataba temas en las tablas de un teatro que no se admitían en la vida real.
Grisetta e Porsugnacco, fue escrita por el músico alemán Johann Adolph Hasse (1699– 1783), a partir de una comedia-ballet, de Molière, titulada Monsieur de Pourcegnac, y se estrenó en Nápoles en 1727, llegando a España unos veinte años después de la mano de Farinelli. Cuenta las peripecias de una joven sirvienta que maquina un plan para casarse con un rico burgués. La obra es entretenida, humorística, con momentos muy simpáticos, con cierta picaresca y una buena dosis de crítica social. Al final del tercer acto, la pareja se arregla. Musicalmente se articula en tres arias de cada uno de los protagonistas y tres dúos, además de tres números instrumentales previos a cada acto y un Fandango final.
La función fue diseñada por Rita Cosentino que ha preparado un espacio escénico único, en el que gracias puertas y ventanas da movilidad al espectáculo. El lo que respecta al movimiento de actores, los dos cantantes y actor que no habla, llenan el escenario y dan vigor al espectáculo, Merece mención especial el vestuario de Gabriela Hilario que mantiene el estilo clásico durante los dos primeros actos, para convertirse en actual en el último. Como la escenografía, también me pareció un acierto..
La interpretación corrió a cargo de la soprano madrileña Natalia Labourdette, del tenor asturiano David Menéndez y del ya citado actor, el madrileño Aarón Martín. La soprano lució una voz lírica, poderosa, timbrada y de carácter, resolviendo sin problemas las exigencias técnicas de la partitura. El barítono, por su parte, con una voz redonda y llena también, salvó los problemas ofrecidos por su papel. Aaron Martín articuló su papel mudo con eficacia, gesticulaciones expresivas muy eficaces, sin llegar a la exageración, poco recomendable en estos casos. Los tres tienen en esta obra un trabajo exigente, pues están prácticamente en escena durante los 90 minutos, aproximadamente, que dura el espectáculo.
Acompañó a los solistas la orquesta barroca Nereydas, situada en ambos extremos del escenario. Todos ellos fueron dirigidos por Javier Ulises Illán, toledano de nacimiento, a quien también se debe la edición de la partitura de esta atractiva producción.
La historia de Grilletta e Porsugnacco, nacida hace casi 300 años, sigue teniendo vigencia en nuestro tiempo y su música nos entretiene, sobre todo cuando se presenta con la eficacia y el empuje de la representación que hemos contemplado. Enhorabuena por la recuperación. J.P.M.
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