Buscar este blog

viernes, 24 de mayo de 2024

Una verbena como Dios manda.

 

Adiós, Apolo. Prólogo cómico-lírico en un acto y un soneto. Texto de Álvaro Tato. Músicas de Tomás Bretón, Jacinto Guerrero, Federico Chueca y Joaquín Valverde Durán, José Serrano, Joaquín Valverde Sanjuán y Tomás López Torregrosa, y Federico Chueca.

Intérpretes: Tiples 1ª, 2ª y 3· (Carmen Romeu, Milagros Martín y Ana San Martín). Característica (Gurutze Beitia). Actor 1º (Antonio Comas). Fotógrafo (Gerardo López). Borja Quiza (Barítono). Rafa Castejón (Director de escena). Albert Díaz (Ayudante del director).

La verbena de la Paloma. Sainete. lírico en un acto y tres cuadros. Libro de Ricardo de la Vega. Música de Tomás Bretón.

Intérpretes: Carmen Romeu (Susana). Ana San Martín (Casta). Milagros Martín (Señá Rita). Gurutze Beitia (Tía Antonia). Sara Salado (Cantaora). Borja Quiza (Julián). Antonio Comas (Don Hilarión). Gerardo López (Don Sebastián). Rafael Castejón (El tabernero). Ramón Grau (pianista).

Equipo artístico: Dirección de escena y corteografía: Nuria Castejón, Escenografía: Nicolás Boni. Vestuario: Gabriela Salaverri. Iluminación: Alberto Faura. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: José Miguel Pérez Sierra. Teatro de la Zarzuela, 22 de mayo de 2024.

Con lleno absoluto se están produciendo las 14 representaciones de este famosísimo sainete en el Teatro de la Plazoleta de Teresa Berganza, lo que viene a demostrar su vigencia entre los aficionados. En esta ocasión hemos asistido a la puesta en escena de una visión, “como Dios manda”, de esta obra cumbre del género chico. En ella se ha podido escuchar la música íntegra y disfrutar del simpático y ocurrente texto prácticamente completo. Todo ello lo ha aplaudido el público con notorio entusiasmo.

Nuria Castejón, nacida en una familia de amplia tradición teatral y criada en el ambiente de la zarzuela desde su infancia, ha planteado una Verbena de corte tradicional donde la escena es completamente adecuada, donde los personajes, coro y bailarines se mueven con soltura y donde los protagonistas se expresan con la naturalidad que Ricardo de la Vega les colocó en el libreto. Nuria no ha tenido necesidad alguna de modificar un texto ejemplar y modélico. Pero ha sabido demandar  a sus actores y cantantes una potente expresividad, para  que sus parlamentos calaran en el público.

En lo musical, la interpretación ha sido estupenda, a mi entender. Bien es verdad que La verbena no tiene grandes requerimientos canoros, incluso alguno de sus papeles, ha sido encomendado en producciones del propio Teatro de la Zarzuela, a cantantes (tenores o sopranos) o a actores-cantantes. En esta ocasión el protagonismo femenino ha estado encomendado a Carmen Romeu, como Susana, la chula displicente enamorada aunque desdeñosa, que estuvo estupenda. Papel menos relevante tiene la Casta, bien defendida por Ana San Martín. Dos mujeres extraídas del ambiente más popular y realista tiene especial protagonismo: la Tía Antonia y la Seña Rita; la primera, a cargo de Gurutze Beitia, resultó expresiva y brillante, la segunda, defendida por la excelente y experta Milagros Martín, fue muy aplaudida en sus intervenciones, especialmente, en las reiteradas frases de “Julián, que tiés madre”, que el público aplaudió con intensidad. Mención especial para la cantaora, la jerezana Sara Salado, muy en su papel,

Ellos fueron Antonio Camas, un Don Hilarión, pícaro, vanidoso y presumido, sin problema canoro alguno; un Don Sebastián, de menos carga vocal, correcto en la interpretación de Gerardo López y un Julián, de voz poderosa y algo excesiva en el volumen, a cargo del tenor gallego Borja Quiza. El tabernero (Rafa Castejón), los guardias (Adrián Quiñones y Ricardo Reguera) y el sereno (Mitxel Santamarina), correctos en sus pequeñas pero coloristas intervenciones.

El coro, brillantemente preparado por Antonio Fauró, como ya es habitual, excelente en lo vocal y vistoso en lo actoral. Y la orquesta, a cargo del nuevo director musical del Teatro, José Miguel Pérez-Sierra bien dirigida, colaborando con la escena y destacando los colores y la estructura de una página musical bien construida, salida de la imaginación y el trabajo de uno de nuestros mejores compositores.

Como preludio a La verbena y para completar el espectáculo, se ofreció el “Prólogo cómico-lírico” Adiós, Apolo, escrito por el actor, escritor y dramaturgo Álvaro Tato, que busca recordar el día en que se cerró el Teatro Apolo, comprado por una entidad bancaria. Es un texto redactado a la manera tradicional con estilo, intención, chispazos simpáticos y humorísticos, que viene a demostrar que hay autores capaces de escribir, en nuestro tiempo, para el teatro, incluso al estilo antiguo. Gentes como Álvaro son capaces de dar a las tablas textos de primer nivel y no necesitan “aligerar” o “adecuar” obras que pertenecen ya a nuestra historia. Adiós, Apolo, se ilustra musicalmente con números musicales como el “Chotis de la garsón”, de El sobre verde, los valses de Neptuno y del Caballero de Gracia, de Agua, azucarillos y aguardiente y La Gran Vía, respectivamente, en curiosa mezcla, el “Tango del cine” de La gente seria, la “Polca japonesa”, de El pobre Valbuena y la “Polca del fotógrafo”, de El bateo.. Un simpático comienzo para ambientar el espectáculo.

En resumen, una magnífica velada que bien podría quedar en el repertorio del teatro para solaz del público y como modelo de lo que es nuestro género chico tradicional. José Prieto Marugán (Fotos: Teatro de la Zarzuela).



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario