Celsa Alonso González. Francisco Alonso. Otra cara de la modernidad. ICCMU. Col. Música
Hispana. Textos. Biografías. nº 22. Madrid, 2014.
Francisco
Alonso López (Granada, 1887 – Madrid, 1948),
fue uno de los compositores españoles de música para el teatro más
importantes del siglo pasado, a pesar de que su periodo productivo no llega a
las cuadro décadas. De su pluma salieron obras de los más variados géneros:
zarzuelas grandes, revistas, comedias musicales, operetas, páginas de pequeño
formato, incluso algunas, no muchas, obras instrumentales. Todo el mundo conoce
títulos como La calesera, La parranda,
Curro el de Lora, La linda tapada, Las cariñosas, Las corsarias, Las Leandras,
Luna de miel en El Cairo (repuesta recientemente en el Teatro de la
Zarzuela) y tantas otras cuyos
fragmentos han llenado de música nuestras calles y plazas desde que nacieron.
¿Quién no conoce “El Pichi”, “la Banderita” o “Maitechui mía”?
Ahora, sesenta
y seis años después de su muerte, la musicóloga y profesora de la Universidad
de Oviedo Celsa Alonso González ha dado cima a una biografía del compositor que
hay que considera exhaustiva y
definitiva. Celsa Alonso, a pesar de apellido, no tiene ningún parentesco con
el músico granadino, pero a partir de este libro, se ha convertido en la
persona con mayor conocimiento de la vida y obra del Maestro.
A lo largo de
más de 600 páginas (sin contar los anexos), la autora estudia la personalidad creativa del autor
resaltando la importancia que tuvo en el entorno histórico, y aún social, de su
tiempo. El subtítulo que ha elegido para el libro: “Otra cara de la
modernidad”, es significativo, pues Alonso fue, en su opinión, un modelo
expresivo de “lo moderno” aunque no siguiera las pautas de otros autores
contemporáneos.
El libro,
interesantísimo, abarrotado de datos e informaciones, se organiza en dieciocho
capítulos, (más un anexo con el catálogo completo y los correspondiente
índices) que tratan de la vida del músico en su Granada natal, sus primeros
contactos con la música no sólo como autor de zarzuelas de pequeño formato,
sino como organizador de todo tipo de actividades relacionadas con la música,
dando muestra, siempre, de su capacidad de trabajo y de su eficacia. Se
estudia, como no podía ser menos, su llegada a Madrid, ciudad que le acoge y
que aplaudirá sus más grandes creaciones. La influencia en su obra de los años
veinte, y su trabajo en épocas complejas y difíciles de la vida española.
nuevo otra
dictadura).
Además de
prestar atención a las grandes creaciones de manera absoluta, número por
número, escena por escena (por citar un solo ejemplo, el estudio de Curro el de Lora ocupa once densas
páginas), de toda la producción del maestro, conservada entre el Centro de
Documentación Musical de Andalucía y la SGAE, gracias al interés y desvelo de
sus herederos.
Capítulos
señalados escribe la autora sobre el cine y la Sociedad de Autores. En el
séptimo arte, Alonso no sólo fue uno de los precursores españoles en la
composición de lo que hoy llamamos “bandas sonoras”, también se involucró en
actividades incluso empresariales porque supo ver en este arte un camino nuevo
para exponer sus concepciones musicales. Algo parecido hiuzo con el mundo del
disco.
En la Sociedad
de Autores, de la que fue nombrado Presidente en 1947, Francisco Alonso realizó
una importantísima labor durante muchos años, labor muchas veces callada y casi
anónima, pero importantísima para el devenir cotidiano de la Sociedad.
Aunque el
volumen nos parece más analítico que meramente biográfico, pone de manifiesto
la personalidad del autor de La calesera,
personalidad que resume la contraportada del volumen: “Su ambivalencia es
muy atractiva. El maestro fue un baluarte de la zarzuela clásica, rural e
historicista y, al mismo tiempo, paradigma de una modernidad pragmática:
sentido de lo comercial, negociación con el erotismo, innovaciones
escenográficas, sensibilidad hacia el jaz e inteligente comprensión de nuevas
prácticas culturales (radio, cine, industria del disco, derechos de autor). No
menos importante fue su visión de España como mosaico de regiones, unida a una
innata empatía con el público, que convirtió su música en acervo popular”.
Sabemos que
Celsa Alonso ha trabajado varios años para elaborar este gran libro. Aunque ha
tenido momentos de desfallecimiento (ella misma lo hay confesado) la aventura
ha tenido final feliz y ha merecido la pena. Debemos dejar constancia de
nuestro agradecimiento porque un libro como este viene a demostrar que la
“zarzuela”, entendida de manera global, ha sido en nuestra historia mucho más
importante de lo que parece o lo que se nos quiere hacer creer.. Y sus autores,
literarios y musicales, personas que merecen nuestro respeto y aplauso. Y el
recuerdo.
José
Prieto Marugán
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