APRÈS UN RÊVE.
Canciones de
G. Fauré (Après un rêve, Tristesse, Les
berceaux, Prison, Mandoline). F, de Falla (Siete canciones populares españolas). M. Ravel (Histoires naturelles). Francis Poulenc (Tel jour, telle nui). X. Montsalvatge (Cinco canciones negras).
Guzmán
Hernando, tenor. Aurelio Viribay, piano. Cezanne. CD.
La canción de
concierto es un género especialmente interesante por varias razones. Una de
ellas es el texto, en muchos casos escrito por grandes nombres de la
literatura; otra la música por cuanto los compositores han puesto en ella una
dosis de intimidad que no siempre está presente en otro tipo de obras. Podríamos
añadir una tercera causa: la interpretación, que también suele convertirse en
un acto más “personal” porque reúne características de la música de cámara.
Intervienen, también, la cercanía de los intérpretes en salas pequeñas, la
forma directa en que recibimos el sonido y la manera en que, por su proximidad,
podemos apreciar las sutiles gradaciones del mismo. Todo ello hace de un
recital de este tipo de música una experiencia única. Incluso las grabaciones
discográficas de estos repertorios resultan, en general, especiales.
El tenor Guzmán
Hernando, acompañado por el pianista Aurelio Viribay, nos proponen en una
reciente grabación un programa de canciones francesas y españolas. En total 31
ejemplos de música personal de Faure, Ravel y Poulenc entre los franceses y
Falla y Montsalvatge, entre los españoles.
Del primero se
han grabado cinco canciones que no forman ciclo, sino que perteneces a
distintos números de opus y, por tanto, de fechas; de Ravel se incluyen sus Historias naturales, y de Poulenc su
ciclo de nueve temas Tel jour, telle
nuit. En general música delicada, con acompañamientos pianísticos que
buscan destacar la melodía, la voz, el texto. Fauré es sencillo, Ravel muestra
el delicado entramado impresionista y Poulenc resulta más dramático.
Las obras
españolas nos parece que tienen un carácter más enérgico, más racial si se nos
admite el término. Si en Falla está presente el variado mosaico sonoro de siete
regiones, en Montsalvage la música “cruza” el charco y nos ofrece la delicadeza
encantadora de las Antillas.
Las obras de
Falla y Montsalvatge suelen ser interpretadas por mujeres; es posible que
muchos aficionados se sorprendan, en principio, al escucharlas en una voz
masculina. No es más que una impresión inicial, porque enseguida la belleza de
las doce canciones incluidas arrincona esa extrañeza.
Guzmán
Hernando es un tenor de amplio registro, con unos graves redondos y poderosos
que canta con mucho gusto, con excelente dicción, y con gran musicalidad. Merece
la pena escucharle en las medias voces y disfrutar de su expresividad.
Aurelio
Viribay, por su parte, pone de manifiesto su capacidad de acompañante, tarea
que no siempre resulta sencilla pues, a la vez, hay que ser el apoyo de la voz
solista, hay que saber mantenerse en un cierto segundo plano.
La grabación,
técnicamente, nos parece que ha quedado algo “lejana”, incluso “apagada”; en
algún momento. Nos parece que habría ganado presentando a los solistas en un
plano más cercano.
Y desde luego
lo que resulta muy mejorable es la presentación. En ninguna parte se identifica
la cuerda del solista, no existen unas
mínimas notas orientativas sobre el programa ofrecido y los textos de las canciones
se ofrecen en su idioma original (francés o castellano), y en traducción al
inglés, pero no a nuestro idioma. Lástima, una oportunidad perdida.
José
Prieto Marugán
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