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domingo, 5 de abril de 2015

APRÈS UN RÊVE. CANCIONES FRANCESAS Y ESPAÑOLAS.



APRÈS UN RÊVE.
Canciones de G. Fauré (Après un rêve, Tristesse, Les berceaux, Prison, Mandoline). F, de Falla (Siete canciones populares españolas). M. Ravel (Histoires naturelles). Francis Poulenc (Tel jour, telle nui). X. Montsalvatge (Cinco canciones negras).
Guzmán Hernando, tenor. Aurelio Viribay, piano. Cezanne. CD.


La canción de concierto es un género especialmente interesante por varias razones. Una de ellas es el texto, en muchos casos escrito por grandes nombres de la literatura; otra la música por cuanto los compositores han puesto en ella una dosis de intimidad que no siempre está presente en otro tipo de obras. Podríamos añadir una tercera causa: la interpretación, que también suele convertirse en un acto más “personal” porque reúne características de la música de cámara. Intervienen, también, la cercanía de los intérpretes en salas pequeñas, la forma directa en que recibimos el sonido y la manera en que, por su proximidad, podemos apreciar las sutiles gradaciones del mismo. Todo ello hace de un recital de este tipo de música una experiencia única. Incluso las grabaciones discográficas de estos repertorios resultan, en general, especiales.

El tenor Guzmán Hernando, acompañado por el pianista Aurelio Viribay, nos proponen en una reciente grabación un programa de canciones francesas y españolas. En total 31 ejemplos de música personal de Faure, Ravel y Poulenc entre los franceses y Falla y Montsalvatge, entre los españoles.


Del primero se han grabado cinco canciones que no forman ciclo, sino que perteneces a distintos números de opus y, por tanto, de fechas; de Ravel se incluyen sus Historias naturales, y de Poulenc su ciclo de nueve temas Tel jour, telle nuit. En general música delicada, con acompañamientos pianísticos que buscan destacar la melodía, la voz, el texto. Fauré es sencillo, Ravel muestra el delicado entramado impresionista y Poulenc resulta más dramático.

Las obras españolas nos parece que tienen un carácter más enérgico, más racial si se nos admite el término. Si en Falla está presente el variado mosaico sonoro de siete regiones, en Montsalvage la música “cruza” el charco y nos ofrece la delicadeza encantadora de las Antillas.

Las obras de Falla y Montsalvatge suelen ser interpretadas por mujeres; es posible que muchos aficionados se sorprendan, en principio, al escucharlas en una voz masculina. No es más que una impresión inicial, porque enseguida la belleza de las doce canciones incluidas arrincona esa extrañeza.

Guzmán Hernando es un tenor de amplio registro, con unos graves redondos y poderosos que canta con mucho gusto, con excelente dicción, y con gran musicalidad. Merece la pena escucharle en las medias voces y disfrutar de su expresividad.

Aurelio Viribay, por su parte, pone de manifiesto su capacidad de acompañante, tarea que no siempre resulta sencilla pues, a la vez, hay que ser el apoyo de la voz solista, hay que saber mantenerse en un cierto segundo plano.

La grabación, técnicamente, nos parece que ha quedado algo “lejana”, incluso “apagada”; en algún momento. Nos parece que habría ganado presentando a los solistas en un plano más cercano.

Y desde luego lo que resulta muy mejorable es la presentación. En ninguna parte se identifica la cuerda del solista, no existen  unas mínimas notas orientativas sobre el programa ofrecido y los textos de las canciones se ofrecen en su idioma original (francés o castellano), y en traducción al inglés, pero no a nuestro idioma. Lástima, una oportunidad perdida.

José Prieto Marugán

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