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domingo, 8 de marzo de 2015

ZARZUELA: LA GRAN DUQUESA DE GEROLSTEIN



Zarzuela bufa en tres actos y cuatro cuadros de Henri Meilhac y Ludovic Halévy (Edición de Jean-Christophe Keck y traducción de Enrique Mejías García). Música de Jacques Offenbach, Estreno: 7 de noviembre de 1868, en el Teatro del Circo (Bufos Arderíus), de Madrid.

LA GRAN DUQUESA DE GEROLSTEIN

Teatro de la Zarzuela – 13 al 28 de marzo de 2015.
Intérpretes:
Nicola Beller Carbone/Susana Cordón (La Gran Duquesa). Elena de la Merced / Elena Sancho (Wanda). Leonor Bonilla (Iza).  Nuria García Arrés (Olga). Ana Cadaval (Amelia). Hanna Moroz (Carlota).
Andeka Gorrotxategi / José Luis Sola (Fritz). Manuel de Diego (El Conde Puck). César San Martín / Gerardo Bullón (El General Bum). Gustavo Peña (El Príncipe Pol). El Barón Grog (Francisco Crespo) El Capitán Nepomuceno (Enrique R. del Portal).
Coro del Teatro de la Zarzuela (Dtor.: Antonio Fauró). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección de escena, escenografía, vestuario e iluminación: Pier Luigi Pizzi. Coreografía: Marco Berriel. Dirección musical: Cristóbal Soler.

Producción del Festival del Valle d’Itria, de Martina (Francia), 1996.

 Argumento. Acto I.  El soldado Fritz se queja ante su novia Wanda de la dureza de la vida militar. El ayudante de Campo Nepomuceno anuncia la llegada de la Gran Duquesa que pasará revista a las tropas. Fritz es puesto de guardia, pero, al acercarse Wanda, no puede evitar abrazarla. Aparece el Conde Puck que, con el temido General Bum, comentan el rechazo de la Gran Duquesa a casarse con el Príncipe Pol,


Entra la Gran Duquesa, acompañada de toda la parafernalia militar, y al ver a Fritz queda tan fascinada que le nombra, inmediatamente cabo, y enseguida, teniente.  El General pide a la Duquesa que cante el himno del regimiento; esta desea que Fritz le acompaña y ante las quejas de Bum por la poca categoría de Fritz, la dama le asciende a capitán.

Fritz, como capitán, interviene en la planificación de la batalla y propone una estrategia distinta a la de los generales; como consecuencia es ascendido a general en jefe del ejército. La estrategia de Fritz tiene éxito y las tropas ganan la batalla.

Acto II. Palacio de la Gran Duquesa. En un ambiente de fiesta se celebra la victoria de Fritz cuya llegada se anuncia, con gran alegría de la Duquesa. Aparece Fritz, exultante, contando detalles de la batalla ante el desconcierto de Bum, Pol y Puck.  La Gran Duquesa quiere quedarse a solas con él y cuando lo consigue trata de darle entender que le ama, fingiendo que habla en nombre de otra dama. Fritz reacciona con torpeza, pone en evidencia su desconcierto y termina diciendo que él sólo ama a Wanda con la que desea casarse. La Gran Duquesa, enfurecida, se marcha. Las maniobras de Pol, Bum y Fritz consiguen alejar a Fritz y trazan  un plan para librarse de él. Poco tiempo después se enteran de que la Duquesa también quiere deshacerse de Fritz aprovechando el gran baila con que se celebrará la boda de Fritz y Wanda.

Acto III. Cámara nupcial de Fritz y Wanda. La Gran Duquesa encarga a Bum el asesinato de Fritz y por una puerta secreta aparecen Puck, Pol, Grog y Nepomuceno dispuestos a cumplir el encargo. La Duquesa habla con Grog y este, con diplomática sutileza, consigue convencerla de que se case con el Príncipe Pol. Pero como la Duquesa no quiere que Fritz sea asesinado el mismo día de su boda, surgen varias ideas para perjudicarle.

Fritz y Wanda, rodeados de la servidumbre se retiran a su cámara, pero la noche de bodas empieza mal porque enseguida se escuchan un ruido de tambores y gritos en contra del General Fritz. Luego una serenata y, por fin, cuando llega el momento de las primeras efusiones amorosas de los recién casados, empiezan a llamar en todas las puertas y se escuchan voces asustadas e histéricas diciendo que el ejército enemigo se ha reorganizado y les ataca. Fritz ha de salir a cumplir con sus deberes militares y encarga a Bum el cuidado de Wanda.

En el campamento militar, el Príncipe Pol recibe felicitaciones por haberse casado con la Duquesa que llega, acompañada de su corte. En un aparte del brindis, la Duquesa pregunta por el paradero de Fritz y Bum explica su plan: como todos los martes tiene la costumbre de visitar a su amante, ha organizado las cosas para que hoy se encuentre no con ella, sino con el marido.

Aparece Fritz en un estado deplorable sabedor de la jugarreta de que ha sido objeto. Intenta pedir disculpas pero la Gran Duquesa no las acepta, le reprende y le degrada, dejándole en soldado raso. Bum espera ser premiado pero la Duquesa entrega los símbolos del mando, el sable y el penacho, al Barón Grog, aunque al enterarse de que está casado y es padre, entrega el penacho a Bum.. La Gran Duquesa encarga a Grog que anuncie al Electoir su casamiento; Bum vuelve a ser el jefe de los ejércitos y Fritz y Wanda se proponen volver a su aldea y vivir tranquilos.

Comentario. Desde su estreno el 12 de abril de 1867, en el Teatro de los Bufos Parisienses, La Gran Duquesa de Gerolstein, se hizo popularísima representándose en numerosos escenarios, reafirmando el prestigio de su autor. A Madrid llegó apenas 18 meses después, y no lo hizo antes por algunos problemas con los derechos de autor.

En cualquier caso, desde sus primera representaciones La Gran Duquesa caló en el público madrileño, por varias razones: porque Offenbach y su música eran conocidos y apreciados, por los valores musicales de sus obras, porque el compositor había visitado la ciudad dirigiendo sus obras  y, sin duda, por las concomitancias que se advertían en el comportamiento de la protagonista de la opereta con la reina Isabel II.

La Gran Duquesa se ofreció como “zarzuela”, convenientemente traducida, hecho bastante frecuente en la época. En esta ocasión la tarea la ha realizado Enrique Mejías que recupera la versión inicial

Una veintena de números musicales conforman la amplia partitura de esta obra, números alegres, vistosos y de fuerte impacto en el público. Entre ellos pueden destacarse: el coro introductorio, un número cómico entre Wanda, Fritz y el General Bum, un dúo entre Fritz y su novia, una brillante canción militar, y los llamados Cuplés del sable, todo en el primer acto.

El segundo presenta los Cuplés de las cartas, uno de los fragmentos más conseguidos, un terceto bufo entre el Príncipe. el Conde y el General, un rondó de Fritz a su regreso de la batalla, el dueto de la declaración entre Fritz y la Gran Duquesa, y los “Cuplés de la pluma y carillón” que cierran esta jornada.

El tercer acto contiene una “meditación” de la protagonista, un dueto entre ella y el General Bum, el coro de la conspiración, el canto nupcial a cargo del coro, un nocturno en el que intervienen todos los personajes, los cuplés de los esposos, también con intervención de todos,  y el número que narra el regreso de Fritz.
Además de sus claras intenciones de ridiculizar a la milicia y los caprichos extravagantes de los poderosos (en esta caso caprichos erótico-sentimentales), La Gran Duquesa de Gerolstein es una obra divertida y brillante que hace pasar un buen rato. Un buen rato, largo, porque son 130 minutos de representación real, a los que hay que añadir un par de descansos.

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