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lunes, 13 de abril de 2015

AFICION POR LA ZARZUELA




 La rosa del azafrán. (Zarzuela bufa en dos actos de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw. Música de Jacinto Guerrero). Asociación Cultural Miserables.con. Teatro Don Quijote, Consuegra (Toledo), 11-4-2015.

He tenido ocasión de asistir a una representación de esta zarzuela realizada por un excelente grupo de aficionados consaburenses (este es el gentilicio de Consuegra, por su origen romano), un camino antiguo y eficaz por el que la zarzuela ha llegado a muchos rincones españoles con distinta fortuna.

En este caso la representación ha sido planteada con verdadera profesionalidad, tanto en la escenografía como en la realización teatral. De la puesta sobre las tablas, de corte clásico, gran parte de ella realizada y “movida” por los propios miembros de la asociación, dan idea alguna de las fotografías que acompañan estas notas


 La parte musical fue interpretada mediante la técnica del playback. Es posible que los puristas más exigentes no se sientan cómodos con esta forma de presentar una zarzuela. Se puede hablar sobre este tema, sin duda, pero sin entrar ahora en el debate, creo que hay que dejar claro que si se hace con cuidado y atención, puede ser perfectamente válido en los casos en los que no se dispone de una orquesta ni de solistas y coro capaces de cantar. No se olvide que la mismísima Televisión Española realizó, ya hace años, varias producciones zarzueleras recurriendo a esta técnica y, alejándonos del género lírico, hasta teatros de muchas campanillas, ofrecen espectáculos de ballet con música enlatada.

Los intérpretes de esta Rosa han trabajado mucho y bien. En sus movimientos vocales y gestuales a no sólo movían los labios a su tiempo, sino hasta las respiraciones se acompasaban a las del cantante original. Escuché comentarios, incluso, que confesaban no haber notado el “playback” en algunos números.

La interpretación del texto, ésta sí en vivo, fue magnífica. Todos los intérpretes estuvieron en su papel, perfectamente, dando vida a los distintos personajes con credibilidad indiscutible. No puedo transcribir el nombre de cada uno porque ellos mismos no lo hicieron, quizá porque han considerado que su trabajo para poner en escena la obra, es una actividad colectiva y de conjunto y no tanto de un tradicional elenco teatral. En cualquier caso, Sagrario fue el ama rigurosa y exigente, obligada por las costumbres, aunque en el fondo –como se sabe- está encantada con la solución que la Tía Custodia encuentra a su problema. Juan Pedro fue el labrador noble, sincero y enamorado. Catalina la moza alegre, simpática, fresca y un poco víctima de las indecisiones de Juan Pedro y de las inocentes y descarriadas veleidades de Moniquito, para terminar enlazándose con el recién viudo Carracuca que levantó risas y aplausos con doble intervención de viudo desgarrado y de simplón conquistador. Por último, la Tía Custodia, encargada de la hacienda de Sagrario, curandera y partera del pueblo y, sobre todo, la que soluciona el problema de la pareja protagonista, dio a su papel lo más importante en el teatro: naturalidad. A ellos hay que añadir la colaboración de un grupo de danzas que bailó con soltura las manchegas escritas por el compositor toledano.

Merece destacarse también el vestuario, en la línea clásica y colorista de toda la producción.

La interpretación, casi dos horas y media de programa, fue interrumpida en varias ocasiones por los aplausos de un público que casi llenaba el pequeño Teatro Don Quijote. Por último, debo destacar que, el interés general por presentar una gran zarzuela en toda su dimensión, fue, además, altruista, pues la recaudación se destinaba a Cáritas local. Y, además, hicieron de la representación un homenaje a Guillermo Fernández-Shaw, uno de los libretistas, en el Cincuentenario de su fallecimiento.

La versión musical empleada fue la de Teresa Berganza (Sagrario), Manuel Ausensi (Juan Pedro), Julita Bermejo (Catalina) y Gerardo Monreal (Moniquito), con la Gran Orquesta Sinfó0nica, dirigida por el maestro Tejada. Me pareció que la música estaba un poco alta; en futuras representaciones (que ojalá las haya) una reducción del volumen quizá ayude al conjunto.

Vidal Hernando.

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