Los dos ciegos (Entremés lírico-dramático en un acto y dos escenas de Luis de
Olona. Música de Francisco A. Barbieri).
R. Muñiz. L. Álvarez. C. Pérez.
Une education manquée (Una educación incompleta) (Opereta en un acto de Eugène
Leterrier y Albert Vanloo. Música de Emmanuel Chabrier). B, López. R. González.
E. Benito-Arranz. C. Pérez.
Escenografía: Ricardo Sánchez
Cuerda. Iluminación: Carmen Martínez Castellano.
Dirección de escena: Pablo Viar. Dirección
musical y piano: Rubén Fernández Aguirre. Fundación Juan
March, 6-5-2015.
El último
programa pedagógico del Teatro de la Zarzuela de la temporada 2014-15 ha reunido en la Fundación Juan March dos
obras, una española y otra francesa, en las que podemos encontrar un hilo
conductor común: la ceguera. Ceguera física en la obra de Los dos ciegos, y ceguera cultural en el Una educación incompleta.
Aunque no
vamos a repetir el argumento, sí hemos de recordar que Los
dos ciegos es la historia de dos pícaros que, simulando una incapacidad
física tratan de sobrevivir mendigando una limosna y que, aunque primeramente
se hacen la competencia, terminan asociándose. No sé si a estos personajes les
llamaríamos ahora “emprendedores”. La ceguera de la obra de Chabrier es
cultural y educativa: una pareja de recién casados, conocedores de todas las
ciencias y artes de su tiempo (hoy los calificaríamos de “sobradamente
preparados”), nada saben de lo que han de hacer en su noche de bodas. Pero la
naturaleza es sabia y … resolverá esta laguna educativa.
Pablo Viar,
director de escena, planteó la primera de las obras en una antigua y abandonada
estación de metro, lo que, a mi juicio no añade nada a la representación; con
muy pocos cambios, el mismo escenario se convierte la clase de un colegio donde
los recién casados hacen responsable de su ignorancia a su educador.
La obra de
Barbieri, de menor entidad musical que la de Chabrier, fue interpretada muy
adecuadamente por el tenor Ricardo Muñiz en el papel de Jeremías, el narigudo,
y el barítono Luis Álvarez, dio vida al chato con solvencia y dominio de las
tablas, como corresponde a un actor de su experiencia. Nos gustó también la
diligencia y teatralidad de Celia Pérez, personaje mudo que hizo de señora de
la limpieza.
En la Educación incompleta, los protagonistas
son dos sopranos que, por decisión del compositor, dan vida a los dos
componentes de la pareja. Él, Contran de Boismassif, fue Belén López; ella,
Hèlene de la Cerisaie, Ruth González.
Los dos resolvieron las no excesivas dificultades de sus respectivos papeles y
dieron credibilidad a sus personajes, aunque, tuve la impresión de que el hecho
de que fueran dos mujeres descolocó un poco al público joven que llenaba la
sala. Elías Benito-Arranz, barítono, personificó a Maître Pausanias, el
profesor que se ha encargado de la educación de la pareja; no tuvo problema con
su papel.
Al tratarse de
una representación con intencionalidad educativa, creo necesario dejar
constancia del comportamiento de los jóvenes asistentes. Fue correctísimo,
hecho que hay que agradecer a sus profesores que, sin duda, los prepararon
antes de llegar al teatro. Ya en la representación me dio la impresión de que
no acababan de “entrar”, como he tenido ocasión de ver en otras ocasiones.
Quizá la propia naturaleza de la obra de Barbieri, el lenguaje, los chistes
… no les llamaba demasiado la atención.
Mayor entrega mostraron en la obra francesa (sin duda el tema les interesaba
más) y enseguida comenzaron las risas demostrativas de que aquello les entretenía y les divertía. En conjunto les
gustó, aplaudieron con energía y, en un pequeño coloquio con Pablo Viar,
responsable del espectáculo, dieron muestra de su interés con preguntas
curiosas y alguna que otra comprometida.
Vidal
Hernando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario