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lunes, 11 de mayo de 2015

DOS CEGUERAS BIEN DISTINTAS



Los dos ciegos (Entremés lírico-dramático en un acto y dos escenas de Luis de Olona. Música de Francisco A. Barbieri).  R. Muñiz. L. Álvarez. C. Pérez.
Une education manquée (Una educación incompleta) (Opereta en un acto de Eugène Leterrier y Albert Vanloo. Música de Emmanuel Chabrier). B, López. R. González. E. Benito-Arranz. C. Pérez.
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Iluminación: Carmen Martínez Castellano.
Dirección de escena: Pablo Viar. Dirección musical y piano: Rubén Fernández Aguirre.  Fundación Juan March, 6-5-2015.



El último programa pedagógico del Teatro de la Zarzuela de la temporada 2014-15  ha reunido en la Fundación Juan March dos obras, una española y otra francesa, en las que podemos encontrar un hilo conductor común: la ceguera. Ceguera física en la obra de Los dos ciegos, y ceguera cultural en el Una educación incompleta.

Aunque no vamos a repetir el argumento, sí hemos de recordar  que Los dos ciegos es la historia de dos pícaros que, simulando una incapacidad física tratan de sobrevivir mendigando una limosna y que, aunque primeramente se hacen la competencia, terminan asociándose. No sé si a estos personajes les llamaríamos ahora “emprendedores”. La ceguera de la obra de Chabrier es cultural y educativa: una pareja de recién casados, conocedores de todas las ciencias y artes de su tiempo (hoy los calificaríamos de “sobradamente preparados”), nada saben de lo que han de hacer en su noche de bodas. Pero la naturaleza es sabia y … resolverá esta laguna educativa.


Pablo Viar, director de escena, planteó la primera de las obras en una antigua y abandonada estación de metro, lo que, a mi juicio no añade nada a la representación; con muy pocos cambios, el mismo escenario se convierte la clase de un colegio donde los recién casados hacen responsable de su ignorancia a su educador.

La obra de Barbieri, de menor entidad musical que la de Chabrier, fue interpretada muy adecuadamente por el tenor Ricardo Muñiz en el papel de Jeremías, el narigudo, y el barítono Luis Álvarez, dio vida al chato con solvencia y dominio de las tablas, como corresponde a un actor de su experiencia. Nos gustó también la diligencia y teatralidad de Celia Pérez, personaje mudo que hizo de señora de la limpieza.

En la Educación incompleta, los protagonistas son dos sopranos que, por decisión del compositor, dan vida a los dos componentes de la pareja. Él, Contran de Boismassif, fue Belén López; ella, Hèlene de la Cerisaie,  Ruth González. Los dos resolvieron las no excesivas dificultades de sus respectivos papeles y dieron credibilidad a sus personajes, aunque, tuve la impresión de que el hecho de que fueran dos mujeres descolocó un poco al público joven que llenaba la sala. Elías Benito-Arranz, barítono, personificó a Maître Pausanias, el profesor que se ha encargado de la educación de la pareja; no tuvo problema con su papel.

Al tratarse de una representación con intencionalidad educativa, creo necesario dejar constancia del comportamiento de los jóvenes asistentes. Fue correctísimo, hecho que hay que agradecer a sus profesores que, sin duda, los prepararon antes de llegar al teatro. Ya en la representación me dio la impresión de que no acababan de “entrar”, como he tenido ocasión de ver en otras ocasiones. Quizá la propia naturaleza de la obra de Barbieri, el lenguaje, los chistes …  no les llamaba demasiado la atención. Mayor entrega mostraron en la obra francesa (sin duda el tema les interesaba más) y enseguida comenzaron las risas demostrativas de que aquello les  entretenía y les divertía. En conjunto les gustó, aplaudieron con energía y, en un pequeño coloquio con Pablo Viar, responsable del espectáculo, dieron muestra de su interés con preguntas curiosas y alguna que otra comprometida.

Vidal Hernando.

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