Seb.
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Buenos
días, Don Hilarión.
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Hil.
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Buenos
días, Don Sebastián. ¿De qué vamos a departir esta mañana veraniega?
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Seb.
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Pues
vera usted. Ando dándole vueltas a un asunto cuya opinión de usted me
interesa. ¿Qué le parece la nueva ópera que va a estrenarse en el Teatro de
la Zarzuela?
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Hil.
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¿Una
ópera? ¿Y nueva?
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Seb.
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Sí,
hombre, sí. La ópera sobre doña María Moliner.
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Hil.
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¡Ah!
Conque una ópera sobre María Moliner, ¿la del Diccionario?
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Seb.
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Sí,
claro, la del célebre Diccionario de
uso del español.
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Hil.
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Pues
…, la verdad … no sé …
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Seb.
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¡Pero
hombre! Mira que me extraña.
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Hil.
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Pues
no se sorprenda, amigo mío. Si es una obra nueva, ¿qué quiere usted que sepa?
Vamos a ver, ¿quién la ha escrito?
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Seb.
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El
libro es de Lucía Vilanova.
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Hil.
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Y,
perdone mi ignorancia, ¿quién es esa señora?
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Seb.
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Pues…
Me he informado y la señora libretista
es una actriz y dramaturga, asturiana por más señas, que ha tenido
mucho éxito con alguna otra obra teatral como Pastoral y Munchhausen. Además
es profesora de dramaturgia.
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Hil.
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¿Y
la música?
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Seb.
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El
compositor es Antoni Parera Pons.
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Hil.
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¿Y
sabe usted sobre él?
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Seb.
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Pues
mire. Es productor discográfico y compositor, es decir hombre con experiencia
en esto de la música. Ha escrito mucha música popular y canciones para Jaume
Aragall, Josep Carreras, Montserrat Caballé, María Dolores Pradera y otros,
además de música de cámara y varias cantatas; en total unos 250 títulos
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Hil.
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Y
en el teatro lírico, ¿Qué experiencia tiene?
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Seb.
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No
lo sé, pero me parece haber oído que es debutante. Ahora bien, lo que también
he escuchado, de una persona entendida, es que escribe muy bien para las
voces.
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Hil.
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¡Ah,
bueno! ¡Menos mal! Eso está bien, porque entre los nuevos compositores los
hay que parecen estar regañados con los cantantes.
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Seb.
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Perdóneme,
Don Hilarión, le encuentro a usted un poco incrédulo, sarcástico,
desconfiado. No esperaba, la verdad, que diera saltos de alegría, pero sí que
preguntara con un poquito de entusiasmo; al fin y al cabo es una muestra de
que el arte lirico está vivo y sigue dando frutos.
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Hil.
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Vamos
a ver, Don Sebastián. Voy a ser muy
sincero con usted. Nada tengo contra la libretista ni contra el músico, del
que he escuchado alguna música que me parece interesante, incluso atractiva.
Pero, ¿cómo quiere usted que me entusiasme?
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Seb.
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¿Tendrá
alguna razón, supongo?
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Hil.
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¡¡Pues
claro!! ¿No se ha dado usted cuenta? ¡Es una ópera! ¡Una ópera! ¡En el Teatro
de la Zarzuela! ¿No le parece que lo propio sería una zarzuela?
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Seb.
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¡Acabáramos!
Lo suyo es un ataque de celos, o quizá una muestra de intransigencia
irracional. No esperaba algo así, se lo confieso. Creí que a estas alturas,
ya habíamos superado la cosa esa de ópera contra zarzuela y viceversa.
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Hil.
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Y,
¿qué quiere? Ya me conoce, Yo por la zarzuela daría hasta la vida misma;
llevo defendiéndola muchos, muchísimos años; me he peleado contra cientos de
personas de toda clase y condición que la despreciaba sin conocerla, que la
ponía por debajo de la ópera, cuando son cosas diferentes … Incluso he
perdido más de un cliente que ha preferido buscar remedio a sus males en otra
botica …
Y
ahora me viene usted diciendo que el Teatro de la Zarzuela, el último
baluarte del género lírico español, el único teatro de este país que mantiene
viva la llama, qué digo la llama, ¡la vela! del género … ha encargado una
ópera.
Don
Sebastián, “lo que usted me pide…”
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Seb.
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Eso
último es de La rosa del azafrán.
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Hil.
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Sí
señor, de La rosa; ahí ha estado
usted fino.
Y,
dígame, ¿de qué va la ópera? ¿Nos van a cantar el célebre Diccionario de Doña
María?
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Seb.
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Hombre,
no creo. No conozco el asunto, pero teniendo en cuenta la personalidad y la
vida profesional de esta mujer …
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Hil.
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No
conozco los detalles, sólo sé que escribió ese magnífico y útil Diccionario
que, para que usted lo sepa, consulto con mucha frecuencia.
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Seb.
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Bueno…
Hizo el Diccionario … y algo más. Esta ilustre zaragozana fue filóloga,
bibliotecaria, archivera y lexicógrafa. ¡Ahí es ná! ¡Siempre rodeada de
libros!
Colaboró
con las Misiones Pedagógicas de la República en la organización de
bibliotecas populares y fue la primera mujer en dar clase en la Universidad
de Murcia. A su célebre Diccionario, que por sus características es único en
el mundo, dedicó nada menos que 15 años de trabajo.
Y,
sin embargo, a pesar de estos méritos, no la dejaron entrar en la Academia de
la Lengua.
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Hil.
|
…
Así que no la permitieron formar parte de esa élite de elegidos que dicen que
“limpian, fijan y dan esplendor”, aunque últimamente están admitiendo más
palabras de la cuenta, para mi modesto saber y entender.
Y
supongo que sería más por su condición de mujer que por falta de méritos lingüísticos,
porque, la verdad … dispararse todo un Diccionario solita… tiene tela, pero
mucha tela.
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Seb.
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Efectivamente.
En aquella época, las mujeres no tenían acceso a muchas cosas …
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Hil.
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Pues
me temo por dónde puede ir el asunto de la ópera.
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Seb.
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Hombre,
Don Hilarión. No corra usted. Habrá que esperar, oír y ver.
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Hil.
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Sí,
sí, naturalmente. Esté usted seguro de que oiré y veré. Sin prejuicios, sin
predisposición previa….Pero, sigo pensando:
¿por qué una ópera y no una zarzuela?
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