Sonia de Munck (Foto: T. de la Zarzuela) |
Galanteos en
Venecia (Zarzuela bufa en tres actos de Luis Olona. Música de Francisco
Asenjo Barbieri). C. Faus. S. de Munck. J.A. López. J.M. Padrón. C. Cosías. F.
Latorre. A. Torres. Coro del Teatro de la Zarzuela (Dtor. A. Fauró). Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Dirección de escena: Paco Mir. Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso.
Vestuario: Anna Güell. Iluminación: Nicolás Fischtel (AAI). Coreografía:
Fuensanta Morales. Director musical: Cristóbal Soler. Teatro de la Zarzuela, 28-10-2015.
Los hados han
querido que no haya podido asistir a esta primera producción de la temporada
2015-16, hasta la penúltima representación. La espera ha merecido la pena
aunque he de reconocer que me ha creado una cierta incomodidad, porque mis
impresiones no cumplirían una de las funciones que pretende cualquier crítico
(y no se vea esto como presunción) que es la de ayudar a los posibles lectores
sobre la naturaleza de lo que pueden ver o escuchar. No obstante, aquí van mis opiniones.
En primer
lugar hay que felicitar a Paolo Pinamonti y su equipo directivo por haber
rescatado esta maravilla de zarzuela que desde hace más de 150 años no se
representaba. ¡Qué música! ¡Qué orquestación! ¡Qué originalidad! ¡Qué habilidad
para fusionar melodías “italianas” con sonidos “españoles“. Una vez más tengo
que recordar lo dicho muchas veces: si esta obra fuera italiana o alemana
seguramente habría merecido los honores en encopetados teatros del país.
Quienes han tenido la fortuna de verla han saboreado las magníficas romanzas de
Laura en el primer y tercer acto, las
intervenciones de Don Juan, los dúos y tercetos, el imponente concertante del
final del segundo acto y los originales números corales, especialmente la
llamada “Canción de la borrachera”; en la que el conjunto vocal acompañan a
Pablo, como si fueran una gran orquesta. Original es también la doble serenata
de Don Juan y el Conde en el primer acto.
Lo primero que
debo reseñar es la espectacularidad del montaje a cargo de Paco Mir, hombre de
probada eficacia teatral. Se trata de una presentación brillante, ágil y
dinámica. A lo largo de dos horas y media de espectáculo (descanso aparte), no
hay un momento de descanso para quienes mueven constantemente los elementos de
la escena, a los que hay que aplaudir desde aquí. El juego de las puertas del
segundo acto, pone a prueba, además, el trabajo de los intérpretes en un
ejercicio de coordinación perfecto. Y el grandioso barco del tercero, que se
transforma constantemente, es impresionante. ,
Detalle de la escenografia. Palacio del Conde (Foto: T. de la Zarzuela) |
La zarzuela se
presenta como si fuera un rodaje en el que el público participa como “extras”;
en general no añade gran cosa al espectáculo, excepto una brillante actuación
de Pepín Tre cuando se refiere a los tradicionales bocadillos que suelen darse
en estos casos. Un texto ingenioso y divertido, con su puntito de crítica, que
viene a demostrar, si se me permite, que hoy sería posible escribir, al menos
el texto de una zarzuela cómica.
La
interpretación corrió a cargo de un conjunto de cantantes de calidad y buen
nivel interpretativo. el barítono José Antonio López , de voz potente y
vibrante, hizo un Don Juan viril y valeroso, y, gracias a su aspecto, retrató
perfectamente la imagen del soldado valiente, seguro de sí mismo en la
conquista amorosa y un poco fanfarrón. Carlos Cosías, hizo el Conde Grimani, un
personaje menos brillante que el de Don Juan; lo representó con eficacia. Marco, el ciego, fue Fernando Latorre, que
resolvió un personaje sin especiales dificultades. Algo parecido puede decirse
de Andrés, que, a pesar de ser el amante de Laura, no tiene una intervención
tan brillante como cabría esperar; no obstante Antonio Torres, barítono
malagueño, le dio vida con solvencia. Mención especial para el personaje
cómico, Pablo, interpretado por el tenor lanzaroteño Juan Manuel Padrón; estuvo
muy convincente en lo interpretativo y destacado en la “Canción de la
borrachera”.
Sólo dos
mujeres son solistas en esta zarzuela: la Condesa Grimani y Laura. La primera,
en el papel de esposa engañada que organiza todo el entramado para vengarse de
su marido, fue interpretada por la mezzosoprano valenciana Cristina Faus. Dio
verosimilitud a su personaje tanto en la parte actoral como en la canora. La segunda, Laura, la muchacha inocente que
se ve envuelta en un malentendido y cree que su enamorado le es infiel, fue
encarnada por Sonia de Munk, soprano conocida y apreciada por el público de la
Zarzuela. Cantó con elegancia y un buen gusto musical sus intervenciones
solistas; la escuchamos manejar con eficacia la dinámica y a pesar de la
nutrida orquesta sus pianísimos se escucharon con deleite.
El barco del tercer acto (Foto: T. de la Zarzuela) |
El trabajo del
coro, magníficamente preparado por Antonio Fauró, lo que como es lo habitual no
suele destacarse, fue excelente. Barbieri sabe manejar esta masa de cantantes y
juega con la polifonía de las voces. Muy bien, aunque cortito, el “canto de la
ronda”; perfectamente encajado en la representación, estupendo el “Coro de
grumetes” donde el músico solo emplea las voces femeninas, y magnífico el
acompañamiento coral a la canción de la borrachera de Pablo; esa imitación de
una orquesta es una idea original, quizá única en la historia de la zarzuela,
magníficamente desarrollada y muy exigente en algunos momentos.
La orquesta
sonó con calidad, muy destacados los planos sonoros y sin estridencias. Su
responsable, Cristóbal Soler, ha vuelto a dar muestra de saber acompañar a los
cantantes de una representación lírica, algo que otros colegas olvidan.
Vidal
Hernando.
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