Pensamientos
de un barbero.
Revisando
recortes de prensa que guardo para mi archivo he topado con un comentario que
denuncia la mala situación de las instituciones musicales y carga las tintas
sobre personas y partidos que acceden a los gobiernos sin conocimientos ni
experiencia. Denuncia la paralización de decisiones, el desconocimiento y la
ignorancia de quienes tienen relación con la organización de actividades
musicales (aunque el firmante podría haber escrito culturales, sin errar un
punto) y cita algunos casos sonrojantes, que provocan una mueca de desagrado
como mínimo.
Todas estas
denuncias tienen, en ese comentario, un denominador común: son genéricas,
anónimas pues no se citan nombres ni se dan datos que, a los conocedores, les
permitan identificar a los responsables de tales disparates o desmanes.
Este método me
crea una cierta inquietud y no diré que me revuelve las tripas, pero sí que
incitan mis movimientos peristálticos. No es que ponga en duda la veracidad de
las informaciones vertidas, sino que me parece que los hechos que denuncia se
quedan cojos y no ayudan a la sociedad en la medida que parece necesario.
Porque, digo,
yo, por ejemplo. Si el gestor cultural de un ayuntamiento es un patán que
pretende que se toque un Concierto para piano y orquesta, con un órgano electrónico,
porque es más barato que un buen piano de cola; u, otro caso hipotético que
sería flagrante muestra de la estupidez humana: ¿para qué gastar dinero en
dotar a las bibliotecas del pueblo de un ejemplar del Quijote, si es una cosa vieja, escrita hace más de 400 años? ¿No
tenemos derecho a conocer su identidad, única manera para poder pedir su
dimisión o, cuando menos, saber con quién nos jugamos los cuartos? O no volver
a votarle nunca en la vida.
No sé si esta
forma de ofrecer informaciones es dar “la de cal” o “la de arena”. Desde luego,
a través de ella conseguimos tener una idea de ciertas cosas, podemos barruntar
lo que se cuece, pero, ¿es suficiente?.
¿Por qué
comportamientos tan ridículos y perjudiciales no trascienden? ¿Cómo es que la
oposición política correspondiente no aprovecha para poner en evidencia a sus
“enemigos”? Y los afectados, ¿por qué no se quejan de verdad? ¿Precaución,
miedo? Todo es posible, pero no estaría mal dar un paso adelante sobre todo
cuando el dinero con que se paga a estos sujetos es dinero público.
Lamparilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario