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jueves, 17 de diciembre de 2015

DE LA DULCE MI ENEMIGA. MUJERES CERVANTINAS.



Carmen Marina Gioconda (Madre, la mi madre). Zulema de la Cruz (La cueva de Montesinos). Matilde Salvador (Cervantinas). Ana Lara (Epitafios y otras muertes). Beatriz Arzamendi (De los amores de Don Quijote). Elena Gragera, mezzosoprano. Alfredo García, barítono. Antón Cardó, piano. Isabel Gilvera, guitarra. Laura Sierra, piano). Columna Música. CD.



Es este el IV volumen de la colección “Música y Cervantes” que con entusiasmo y dedicación dirige Begoña Lolo, catedrática de musicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Está dedicado, como se deduce de su título, a obras compuestas por cinco compositoras que abordan el repertorio cervantino con distintos recursos y estéticas

Abre el CD una canción de Carmen Marina Gioconda, Madre, la mi madre, texto perteneciente a El celoso extremeño. Música para voz y guitarra en la que se respira cierto aire andaluz en el acompañamiento de una creación ortodoxa.

Zulema de la Cruz, escribió su obra para guitarra sola. Aquí el instrumento contrapone y mezcla efectos clásicos y modernos para representar la dualidad de la narración quijotesca, retratando la realidad y la fantasía del célebre episodio.

De la castellonense Matilde Salvador es la obra más larga de este disco. Es también una de las más importantes obras cervantinas escritas por mano femenino. Se trata de una decena de canciones para voz  y piano pertenecientes a diversas obras del autor alcalaíno. Fueron estrenadas en 1975 en la Universidad Cisneriana de Alcalá de Henares. Como detalle curioso de las Cervantinas, digamos que dos de ellas, El papel morisco y Loa a Valencia, tienen el texto en prosa.

Ana Lara, autora mexicana nacida en 1959, es la única no española de este volumen,  Su obra, Epitafios y otras muertes, para barítono y piano, data de 2005 y es una especie de suite compuesta por cinco fragmentos de caracteres melancólicos, sombríos, contemplativos, como corresponde a la temática común: la muerte. El acompañamiento, sencillo y efectivo es determinante para crear ese ambiente.

Por último, Beatriz Arzamendi está representada por tres páginas para piano, escritas en 2014 por encargo de la UAM y estrenadas en septiembre de dicho año en los Teatro del Canal. Son fragmentos, de densa escritura, que retratan tres amores de Don Quijote: Aldonza, Dulcinea y Altisidora.

Para dar vida a estas interesantes partituras se han dado cita cinco intérpretes de primer nivel. Elena Gragera, mezzosoprano, se ha hecho cargo de las obras de Marina Gioconda y Matilde Salvador, ejecutadas con perfección en los habituales parámetros de una interpretación musical: dinámica, afinación, estilo y muy bello color. Alfredo García, barítono de voz potente y llena, canta los Epitafios de Ana Lara.

Antón Cardó, acompaña al piano a la Gragera en las Cervantinas, colaborando con discreción a y Laura Sierra es solista en la obra de Beatriz Arzamendi, en la que muestra su dominio técnico, y su capacidad para construir planos dinámicos y poner de manifiesto las distintas texturas de la compleja partitura.

A nadie se le escapa el interés de la producción por reunir una interesante muestra de la aportación femenina a la temática cervantina. Quizá no esté de más recordar, por ejemplo, la importante presencia de las mujeres en el Quijote, donde aparecen más de 200 personajes, presididos poe esa increíble dualidad, ficción-realidad, que son Dulcinea y Aldonza Lorenzo.


José Prieto Marugán

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