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sábado, 26 de diciembre de 2015

ZARZUELA. CONCIERTO DE NAVIDAD 2015.



Los flamencos, (Sainete en dos actos de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, música de Amadeo Vives). S. Puértolas. A. Font. C.P. Romero. E. Ferrer. F. Sánchez. F.J. Pardo. La buena ventura. (Zarzuela en un acto de Carlos Fernández Shaw y Luis López Ballesteros. Música de Amadeo Vives). S. Cordón. M. Rodríguez. A. Font. S. Büyukedes. F. Sánchez. Dramaturgia escénica: Javier de Dios. Iluminación: David J. Díaz. Coro del Teatro de la Zarzuela (Dtor.: A. Fauró). Dirección musical: Cristóbal Soler.


La edición 2015 del tradicional Concierto de Navidad de la Zarzuela, ha estado dedicada a homenajear a dos grandes libretistas: Carlos Fernández Shaw y su hijo Guillermo Fernández-Shaw, con motivo de cumplirse este año sendas efemérides de ambos. El homenaje ha consistido en la programación de las zarzuelas anotadas en el título, en forma de concierto dramatizado. De esta manera, hemos podido escuchar dos obras prácticamente desconocidas; dos obras que han puesto de manifiesto –como tantas veces– la calidad de nuestro patrimonio zarzuelero. Porque la música de Vives es excelente, especialmente en La buena ventura, y los textos son teatralmente válidos, pues cumplen la intención y el destino con que fueron escritos.

Es una lástima que no hayamos podido ver escenificadas estas entretenidas obras; la presentación sin decorado, la presencia estática del magnífico coro y el vestuario uniforme de los personajes masculinos produce una cierta frialdad en el auditorio. El tema del vestuario, por ejemplo, no ayuda a identificar a los personajes, y los espectadores alejados de la escena, pueden tener dificultades en reconocer quién es quien en algún momento. Hay que añadir, además, que la falta de caracterización puede dar lugar a situaciones extrañas, como por ejemplo, que el Cuervo (abuelo de Preciosilla) en La buena ventura resulte de edad muy similar a la de su nieta.

A favor de esta forma de presentar las zarzuelas hay que decir que la dramatización, desarrollada por las actrices Teresa Calo y María José Sarrate, tanto en funciones narrativas como dando cuerpo a algún diálogo del libreto, ayuda, en general, a comprender la historia que se narra. Faltó, y se echó mucho de menos, la proyección de los textos de las partes cantadas, porque, desgraciadamente, a algunos cantantes no se les entiende muy bien.

La ejecución musical resultó muy adecuada. Comenzaré por el coro, que cantó con gusto exquisito, con muestra de control dinámico y empaste. Merecen ser felicitados tanto los cantantes como su director. Cristóbal Soler, llevó la orquesta con eficacia, destacando el brillante colorido de una partitura como La buena ventura cuyas referencias al folclore murciano y el elaborado Dúo de Preciosilla y Don Juan merecen ser destacados.

En general los protagonistas cumplieron bien su cometido, que no presentaba excesivas dificultades técnicas, salvedad hecha de algunos problemas de dicción en las voces femeninas. Sabina Puértolas, junto con Amelia Font y Carmen Paula Romero (componente del Coro) protagonizaron Los flamencos; Susana Cordón, María Rodríguez dieron vida a los personajes principales de La buena ventura, junto con Amelia Font, única voz femenina en ambos repartos. Enrique Ferrer fue el protagonista de Los flamencos, junto a Francisco José Pardo (miembro del Coro) y Francisco Sánchez que también intervino en La buena ventura. Llamó la atención que el personaje de Don Juan de La buena ventura fuera interpretado por una mujer, concretamente la soprano turca Simge Büyukedes; hay que recordar que ya en el estreno de la obra se dio esta circunstancia, siendo entonces la popularísima Isabel Brú quien personificó al enamorado de Preciosilla.  

A pesar de los inconvenientes anotados, resultó muy gratificante conocer estas dos estupendas partituras. El público aplaudió sin reservas como prueba de su interés, lo que puede considerarse un dato a tener en cuenta para pensar en posibles y futuras escenificaciones.

La sesión concluyó con un “fin de fiesta” que nos ofreció una muestra de villancicos tradicionales, en magníficos arreglos, la vibrante y patriótica “Marcha” de Cádiz, de Chueca, y el revisteril “Tomar la vida en serio”, de Luna de miel en El Cairo, del maestro Alonso, que Cristóbal Soler hizo cantar a todo el teatro puesto en pie.
 
Vidal Hernando.

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