El baile de Luis Alonso.Sainete de Javier de Burgos con música de Gerónbimo Giménez (Teatro de la Zarzuela |
Pensamientos
de un barbero.
Acabo de
arreglar la melena a un cliente, de los de toda la vida, de los que me
distinguen con su amistad y ponen en mis
manos una confianza que siempre agradezco con una sonrisa. Y cuando me quedo
solo, empiezo a pensar o a escribir las reflexiones que se me ocurren. Alguna
vez me he planteado si no sería mejor tener siempre algún cliente esperando, no
porque así ganara mas dinero, sino porque a veces, el pensar resulta doloroso e
inútil. Pero en fin.
España pasa
por una situación política extraña, inconcebible, inexplicable. Los que fueron
candidatos a la Presidencia del Gobierno andan enrocados en posiciones
irreconciliables. Uno continúa ofreciendo la solución que puso sobre la mesa
hace … otro nada quiere saber del uno, el de más acá continua presentándose
como conciliador, aunque cada día tiene más evidentes las ojeras de la
preocupación, quizá porque ahora busca sólo una conciliación parcial, el de más
allá quiere mandar acompañado de los suyos.
Muchos de
estos políticos chalanean con sus habituales monedas de cambio: los votos, los
sillones y los favores. Alguno jura hoy lo que mañana desmentirá o “matizará” y
pasado mañana olvidará, sin el menor asomo de arrepentimiento; otro carga las
culpas sobre quienes “no le hemos entendido”, como si fuéramos tontos de baba;
aquel levanta todas las alfombras con tal de perjudicar a su enemigo, aunque el
suelo esté más limpio que la patena; este sólo tiene memoria para lo que le
interesa, ignorando lo que la historia ha sentado como verdadero y probado.
No faltan los
políticos que retuercen las normas y las leyes como si estuvieran escurriendo
fregonas, conocedores de la inmunidad que le dan esas leyes que ellos hicieron
para su ventaja. Otros aprovechan el río revuelto para ver qué pescan,
Y no son los
únicos, porque alrededor de los políticos hay gentes que, por activa o por
pasiva, tratan de aprovecharse en beneficio propio, aunque no siempre legítimo.
Hay quien dice
que esta situación desvergonzada, indecente, descarada, deshonesta y obscena es
un sainete. Y eso no. Esto no es un sainete, aunque nuestra Real Academia de la
Lengua –que tampoco está como para tirar la primera piedra– defina el sainete
como “Situación o acontecimiento grotesco o ridículo y a veces tragicómico”,
entre otras cosas.
Un sainete es
una obra teatral, más o menos larga, de carácter cómico y burlesco, con
personajes populares y que siempre termina bien. Un sainete es el resultado de
un dramaturgo ingenioso, a veces completado con la música de un compositor
inspirado, que divierte y entretiene, incluso que educa al respetable cuando concluye
con una moraleja.
Un sainete es
un producto cultural de entretenimiento que busca divertir al público, hacerle
pasar un buen rato, porque un sainete, es, además, efímero. Dura una hora o
poco más, consiga o no su objetivo de distraer.
Es evidente
que la vergonzosa situación política que sufrimos, ocultada o tergiversada por
algunos medios que en lugar de cumplir con su deber moral de informar arriman
el ascua a la sardina que más les interesa, ignorada por tantas gentes que se aprovechan
de los agujeros de nuestro sistema económico o
jurídico… es evidente que esto no es un sainete. Quizá pueda ser un drama, o incluso una
tragedia, pero no un sainete, porque un sainete puede parecer ridículo o gracioso,
pero… es ficción. Lo otro es realidad, dura realidad. Y perjudicial.
Y dejo el
papel y la pluma, porque acaba de abrirse la cortina de la puerta de la calle y
entra otro parroquiano.
Lamparilla
(Todo
esto es consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).
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