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domingo, 20 de marzo de 2016

SEBASTIÁN DURÓN: SOL Y SOMBRA.




La guerra de los gigantes (T. Zarzuela, 2016)

La guerra de los gigantes (Ópera escénica en un acto. Texto anónimo. Música de Sebastián Durón). C. Alunno. M. Arcuri. G. Bridelli. M. Flores. L. Martín-Carton.
El imposible mayor en amor, lo vence Amor (Zarzuela en dos jornadas de Francisco Bances Candamo y José de Cañizares. Música de Sebastián Durón). V. Genaux. B. Díaz. M.J. Moreno. J. Galán. L. Martín-Cartón. J. Ibarz. Y. Baglietto. C. del Valle. M.A. Blanco. P.Vázquez. J.L. Alcedo. D. Tenreiro. Dirección de escena: Gstavo Tambascio. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo ((AAI). Asesora de verso: Karmele Aranburu. Maestro de armas´: Álex G. Robles. Danza barroca: Jaime Puente. Movimiento escénico: Yolanda Granado. Capella Mediterránea. Coro del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró). Director musical: Leonardo García Alarcón. Teatro de la Zarzuela, 18-3-2016.


Tres horas de música, más un generoso descanso, resultan hoy un espectáculo largo, lo cual quizá justifique la desconsiderada deserción de varios espectadores en medio de la representación. Quizá con una sólo de las dos obras elegidas, hubiera sido suficiente para rendir homenaje a uno de nuestros más grandes compositores del Barroco.

Las dos partituras elegidas fueron presentadas con muy distintas concepciones. La primera, La guerra de los gigantes, traslada la acción a una gran empresa dedicada a la industria pesada y dirigida únicamente por mujeres y mezcla el texto cantado del siglo XVIII con texto actual que nada tiene que ver con la obra original. No estoy muy seguro de que el público que no tuviera conocimiento previo del argumento de la obra antigua, haya comprendido muy bien lo que ocurre en escena. Sigo pensando que estas actualizaciones no son necesarias, aunque se justifique argumentando que el original no tiene suficiente entidad dramatúrgica. En fin, este es un tema recurrente, en el que hay quien se alinea en un lado o en el otro, y en el que lo primero que deberíamos tener claro es que una cosa es el espectáculo (que puede encantar, naturalmente) y otra que ese espectáculo responda al texto y música originales. Lo dejaremos ahí.


Asistir a la representación de una obra lírica barroca es hoy un ejercicio difícil para el espectador no habituado. A la dificultades habituales, hay que añadir la complejidad de entender un texto escrito en un idioma distinto del que hoy hablamos: palabras desusados, giros gramaticales desaparecidos de nuestro idioma actual, estructuras gramaticales forzadas por la versificación, a veces enrevesada, nombres de personajes que hacen difícil la identificación con el actor o cantante … hacen muy complicado comprender lo que la palabra quiere transmitir. Si, además, el tipo de música y, sobre todo, lo que se ve en el escenario no ayuda (¿qué pintan unos ninjas, o armas de fuego, o la misma televisión, en una historia de estética barroca que narra una peripecia mitológica?), el espectador se desconecta y se pierde. Creo que no fueron pocos los que pasaron por esta experiencia; alguno no debió querer repetir y se marchó en el intermedio.

El imposible mayor en amor, lo vence Amor (T. Zarzuela, 2016)
El imposible mayor en amor, le vence Amor, fue representado como debió verlo el público del teatro de la Cruz de 1710, aunque con mejores medios técnicos. Desde luego, la idea que nos han transmitidos musicólogos e historiadores, es, a mi entender, la que se expuso. Decorados pintados, pero grandiosos, movimientos lentos y solemnes, muy teatralizados, Quienes resistieron hasta el final mostraron con sus aplausos que esta manera de contar una historia les gustó más que la otra; a pesar de lo avanzado e inhabitual de la hora, casi las doce de la noche,aplaudieron más al Imposible que a los Gigantes.

Vayamos ahora a la interpretación. Las cuatro mujeres protagonistas de La guerra, Cristina Alunno, Mercedes Arcuri, Giuseppina Bridello y Mariana Flores, excelentes, dominando las dificultades propias del estilo, sobre todo las complicadas vocalizaciones. Junto a ellas Lucía Martín-Cardón, que hizo el añadido rol de la Novia. En el reparto de El imposible destacaron la voz cálida de Vivica Genaux, y la pícara interpretación de Lucía Martín-Cartón, como Siringa, papel cómico al que dio réplica de gracioso Javier Galán, en el rol de Selvajio.  Mención especial merecen quienes defendieron los papeles no líricos: Javier Ibarz (Acrisio), Ylenia Baglieto (Danae), Carmen del Valle (Filida), Miguel Ángel Blanco (Polidectes), Pablo Vázquez (Lisidante), José Luis Alcedo (Celauro) y David Tenreiro (Tritón); todos dieron muestra de dominar el difícil arte del recitado (sobre todo con textos tan complejos) y potenciar la fuerza de las palabras con la entonación, acentos e inflexiones de su interpretación. Un gran trabajo al que, sin duda, no ha sido ajeno el asesoramiento de Karmele Aranburu.

El acompañamiento instrumental de la Cappella Mediterranea, a las órdenes de Leonardo García Alarcón, puso de manifiesto la extraordinaria riqueza de la música de Durón. Vigor, energía, dinamismo y colorido fueron puestos de manifiesto en un trabajo que me satisfizo.

Por último, un aplauso destacado para Jesús Ruiz, responsable del vestuario. Tanto en la obra “moderna” como en la “de época”, ha diseñado modelos llamativos, espectaculares y llenos de colorido que llamaron la atención y se ganaron el aplauso.

Vidal Hernando

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