Dramaturgia de Gregorio Esteban a partir de
obras de Haendel, Telemann, Courbois, Ibert y Ravel.
Quijote /(F.
Barrutia). Sancho (Andrea Mundo/Pablo Pardo). La Sobrina (Alicia Núñez de
Arenas/Alma Campón/Mariana Otero). Amadigi (César Gutiérrez/Miguel Alonso).
Dárdano (Íñigo Martín/Javier Hortigüela). Melisa (Lara Velasco/María Alonso).
Oriana (Alba Fernández/Marga Rodríguez).
Dramaturgia
y puesta en escena: Gregorio Esteban. Concerto 1700. Grupo Instrumental 440.
Dirección musical y edición: Nacho Rodríguez. Escuela Superior de Canto, de
Madrid. 21 de abril de 2016.
Quienes asistieran a esta nueva ópera dedicada a
Don Quijote, pensando que podría tratarse de una función de estudiantes o de
fin de curso, pudieron llevarse una sorpresa ante el trabajo verdaderamente
profesional de un grupo de alumnos de ese centro docente, ejecutado con un alto
nivel artístico durante más de tres horas de función.
La representación aúna la figura del héroe
cervantino con su admirado Amadis de Gaula a base de cuatro obras distintas: Amadis de Gaula, ópera de Haendel de
1699, Don Quijote en las bodas de
Camacho, de Telemann, ópera de 1761, la cantata Don Quijote de Philippe Courbois, de la primera década del XVIII, y
tres canciones de las escritas por Jacques Ibert y Maurice Ravel.
El resumen de la trama argumental es el siguiente:
Don Quijote, en los últimos días de su vida, asistido por la Sobrina y
acompañado de Sancho, sueña con los amores y aventuras de su admirado Amadis
(música de la ópera de Haendel); Sancho se queja ante el caballero de no haber
recibido la prometida ínsula, sino sólo palos y sinsabores (música de Telemann
y Courbois); con menos protagonismo por parte del héroe cervantino, asistimos a
las peripecias amorosas de Amadis y Melisa obstaculizadas por la hechicera
Oriana; cierra el espectáculo la muerte de Don Quijote con las canciones de los
músicos franceses (la última, si no me equivoco, la deliciosa “Canción de la
muerte”, a ritmo de habanera).
Gregorio Esteban, profesor de la Escuela, presentó
un espectáculo sencillo, y sin estridencias, con algún elemento algo extraño
(la pistola de la hechicera, por ejemplo); fue aplaudido.
En cuanto a la interpretación y como el programa
de mano no aclara quienes cantaban cada
día (este detalle, así como una orientación sobre la trama, no debieron
faltar), me referiré a los roles ejecutados y no a las personas. De las tres
mujeres, Melisa es la protagonista principal, casi permanentemente en escena;
me gustó la voz entonada, cálida y sin aristas; Oriana dio firmeza vocal y
actoral a su papel de la hechicera, estuvo enérgica y expresiva; la Sobrina,
papel de menor presencia que las anteriores, lo resolvió sin problemas.
El papel principal masculino es el de Amadis,
cantado con autoridad y estilo; Dárdano, también pretendiente al amor de Melisa,
cumplió con su papel con eficacia; Don Quijote resolvió su papel con
convicción, a pesar de que la dramaturgia lo mantiene prácticamente siempre
sentado; Sancho, por último, me causó muy buena impresión tanto por el vigor de
su voz en la discusión con Don Quijote, como por la delicadeza de la canción que
cerraba la representación.
El conjunto barroco Concerto 1700, sonó muy bien,
aún con algún ligero desajuste en algún momento. El Grupo Instrumental 440 sólo
intervino al comienzo y en las canciones finales. Los dos estuvieron dirigidos
por Nacho Rodríguez que realizó un trabajo solvente, dando oportunidad a las
voces.
Mención especial merece la traducción de los
textos proyectados en los sobretítulos (la ópera se cantó en alemán, francés e
italiano). Me pareció ver en ella no una simple traslación sino un gran trabajo
literario. Enhorabuena.
En resumen, una función muy interesante y
atractiva, aunque algo extensa. Ya dije al principio que esto no era una
función de “escuela”, pero si lo fuera, merecería, sin discusión, un notable
alto. Por lo menos.
Vidal
Hernando
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