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sábado, 30 de abril de 2016

¿PUNTADA SIN HILO?




Seb.
Buenos días, Don Hilarión.

Hil.
Buenos días, Don Sebastián.

Seb.
Viniendo hacia aquí pensaba en preguntarle, querido amigo, su opinión sobre el personaje de actualidad de estos días.

Hil.
¿Personaje de actualidad? ¿Está seguro?  No necesito recordarle que una de las bases más firmes de nuestra amistad es no hablar ni de política, ni de fútbol, ni de toros …

Seb.
Ya, ya. No se preocupe. Cuando digo personaje de actualidad me refiero a Don Miguel de Cervantes, el ínclito autor de Don Quijote de la Mancha.

Hil.
Se refiere usted a Cervantes.

Seb.
Sí, señor, a don Miguel de Cervantes Saavedra. Cervantes, por su padre y …

Hil.
… Saavedra por elección propia, porque su madre se apellidaba Cortinas.

Seb.
¡Ahí va! ¡No lo sabía!

Hil.
No importa. Tampoco sabemos mucho sobre la vida de Cervantes, pero ¿me preguntaba usted sobre la actualidad del personaje, o por la persona misma?


Seb.
La verdad es que me interesaba conocer su opinión sobre las actividades y actos con que se celebran por estos pagos los 400 años de la muerte del gran novelista.

Hil.
Me lo imaginaba. Este año, y sobre todo estos días de abril, todo el mundo se acuerda de Cervantes: periodistas, gentes del teatro, sociólogos más o menos especializados, divulgadores, conferenciantes … y toda clase de entidades públicas y privadas.

Todo el mundo quiere manifestar y dejar constancia de su homenaje al hombre del que nos hemos olvidado tantas veces.

Seb.
Me da la impresión de que no está usted muy conforme …

Hil.
Entiéndame bien, querido amigo. Siendo como soy un enamorado del Quijote, nunca me parecerá mal un homenaje al hombre que dio vida a tan extraordinaria figura de la literatura. Pero muchos de los homenajes y recuerdos de estos días, me dan un tufillo de oportunidad.

Ya empiezo a estar un poco ahíto de artículos, anécdotas, resúmenes biográficos, comentarios analíticos, supuestas entrevistas con el personaje en las que contesta con respuestas del que pregunta …  En fin.

¿Recuerda usted los fastos con que se celebraron, en 2005, los 400 años de la publicación de la primera parte del Quijote?

Seb.
Hombre, con detalle, no. Pero sí tengo la idea de que hubo mucho bombo y platillo, o sea, muchas actividades que no siempre tenían que ver con el caballero manchego.

Hil.
Exacto. Muchos eventos traídos por los pelos, muchas acciones que lo que buscaban era el aplauso … para el organizador. En fin, … podría contar …

Y, dígame, ¿en 2015, o sea el año pasado, qué se hizo para conmemorar la publicación de la segunda parte de la inmortal novela?

Seb.
Bueno, la verdad es que yo recuerde …

Hil.
No hace falta que haga memoria, ni que incluya usted en su dieta rabos de pasas. Prácticamente no hubo nada. Y ¿sabe por qué?

Seb.
No, no lo sé. Pero estoy seguro de que usted va a contármelo.

Hil.
Pues se dijo, que como el Centenario de la muerte de Cervantes complía en 2016, y dada la crisis económica, se iban a celebrar en este año ambas efemérides.

Seb.
Pues no me parece mal. No están las cosas para tirar los caudales. Y este año sí ha habido, y habrá, muchas actividades. No lo negará usted.

Hil.
Claro que no. Actividades, haberlas “hailas” y “habráilas”; porque esto no ha terminado. Pero muchas de ellas inútiles, vacías, fuera de lugar.

Seb.
¡Hombre, Don Hilarión! ¡Si hasta el Congreso de los Diputados ha dedicado una sesión a la figura del alcalaíno!

Hil.
¡Esa! ¡La peor! ¿Usted cree que es serio que un señor disfrazado de Cervantes, abronque a sus señorías porque no dar un palo al agua, al tiempo que presume de haber escrito el Quijote en un par de días, y con una mano?

¡Por favor! ¡Un poco de seriedad! ¡Que es el Congreso!

Seb.
Verçá usted, es una forma de hablar, una ironía, una broma…

Hil.
Ya, ya. Una broma… Pero, ¿y la música? ¿Sabe usted lo que pusieron?

Seb.
Pues, sinceramente …

Hil.
Y se lo diré: la Suite burlesca de Don Quijote,  de Georg Phlipp Telemann, escrita en 1721.

Seb.
Bueno, la he oído alguna vez, y me parece una música agradable, simpática y entretenida.

Hil.
No, no. Si no digo que sea mala, al contrario. Pero, ¡es Telemann! ¡Un músico alemán!

¿Es que no hay música española dedicada al Quijote? Tenemos óperas, zarzuelas, música para orquesta, para banda, para piano, canciones … música seria y música popular. ¡Y hasta flamenco! ¡Y hip-hop y rock! Vamos, un montón de música.

Y, dígame Don Sebastián, ¿se imagina usted por qué pusieron Telemann y no otro autor?

Seb.
Ni idea. Vamos que me ha dejado usted en blanco.

Hil.
Podría pensarse que haya sido para contentar a la señora Merkel, que nació en Hamburgo, la misma ciudad en la que murió Telemann. ¿Va usted entendiendo?

Pero no; no, señor. No fue por hacer un guiño a la alemana.

Seb.
¿Entonces?

Hil.
Ha sido por ser “políticamente correctos”.

Seb.
No le entiendo.

Hil.
Pues es sencillo. Si hubiera tocado  música española, se habría armado la marimorena y aquello habría terminado como el Rosario de la Aurora (frase dicha con intencionalidad metafórica, como usted supondrá, porque los señores diputados no madrugan).

Seb.
No exagere, Don Hilarión. No puedo creerlo.

Hil.
¿No? Piense, amigo mío, piense. Se elije la música de un vasco, ¿qué dirían los andaluces? Se pone música de un catalán, ¿qué dirían los valencianos y mallorquines? ¿Y si fuera música castellana, qué dirían los catalanes? Y, por no abusar, ¿si la música tocada fuera madrileña… se quejarían todos?

Seb.
¡Dios mío! Entonces, ¿usted cree que ha sido una decisión política?

Hil.
Pues claro. No lo olvide usted, amigo mío: los políticos nunca dan punta sin hilo.

Seb.
Y usted, hila muy fino, Don Hilarión. ¡Pero muy fino!
           

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